Este lunes se llevó a cabo, en la sala 26 de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República (Udelar), el lanzamiento del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (Copaju), una asociación laica, creada por iniciativa del papa Francisco, que reúne a magistrados de todo el continente. En el evento, el presidente del Copaju, Roberto Andrés Gallardo, leyó una carta que envió el papa a los magistrados uruguayos que se unen a la asociación, que en Uruguay es coordinada por el juez Javier Gandini.

“No proponen una nueva historia quienes hablan de una supuesta armonía proveniente del mercado. La historia es vieja y los resultados nunca fueron buenos. El Estado y no el mercado es el que gesta la armonía y garantiza la justicia social [...] No hay sociedades que progresen sobre la pobreza de sus integrantes. En todo caso, progresarán algunos en forma individual, pero cabe preguntarse: ¿qué tipo de progreso es ese?”, expresó Francisco en la misiva.

Gallardo señaló que el Copaju busca unir a los jueces que tengan una vocación de transformar las sociedades. “Hoy vivimos las consecuencias de haber seguido por el camino del hiperconsumismo, el individualismo, la desintegración social”, señaló.

Por su parte, el juez Javier Gandini destacó el “espíritu humanista, de defensa de los derechos sociales, a favor de los más vulnerables”, de la asociación y subrayó el respeto por la laicidad de Uruguay, por lo que señaló que la organización está “abierta a todos los jueces y juezas, sin ninguna distinción”.

Gandini señaló que “en los últimos tiempos han tenido mucha incidencia en la opinión pública propuestas que para resolver los problemas que atraviesan nuestras sociedades proponen recortes en derechos y garantías”, y abogó por propuestas que busquen que “los problemas de nuestra sociedad puedan ir por el camino de extender los derechos y de tutelarlos”.

En tanto, la jueza María Merlo destacó el rol del Copaju como “una forma de cumplir con nuestro deber ético y profesional como magistrados, que no solamente se da en un ámbito cerrado cuando hacemos una sentencia”, y agregó que es responsabilidad de todos los magistrados defender el buen funcionamiento del sistema de justicia.

El evento contó con un espacio de disertación, en el que expusieron el magistrado argentino Raúl Zaffaroni, que brindó la conferencia “Un panorama de los poderes judiciales de la región”, y Germán Aller, director del Instituto de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de Derecho de la Udelar, quien disertó sobre “Tendencia al punitivismo penal”.

En su intervención, Raúl Zaffaroni señaló que detrás de cada finalidad que le asignemos a la pena hay un modelo de Estado y detrás de cada modelo de Estado hay una concepción antropológica. Zaffaroni señaló que los liberales proponían modelos de Estado en contraposición al absolutismo. “Nosotros hoy no tenemos por qué proponer modelos de Estado ―los tenemos en las constituciones―, el problema es darle eficacia a esa norma vigente. No inventar modelos, estados que no existen”, cuestionó.

“Se trata de asumir la responsabilidad que nos incumbe como académicos. No hacemos ciencia jurídico-penal porque sí, la hacemos con la aspiración de que los jueces hagan bien sus sentencias [...] cada sentencia es un acto de gobierno que emerge del poder del Estado”, planteó, y señaló que “el saber jurídico-penal nuestro se encuentra en la adolescencia”. “No hemos hecho ni siquiera un examen de conciencia”, lamentó.

Zaffaroni señaló que en las diferentes concepciones jurídico-penales que adoptó la región dejaron el contexto histórico y el sentido político en los que fueron creadas, creyendo que cada uno supera al otro. “¿Seremos capaces de hacer una ciencia jurídico-penal que corresponda a nuestro contexto? Ese contexto lamentable que estamos viviendo en nuestra región, donde aumentan los presos, con cárceles controladas por bandas de delincuentes, motines, decapitados, descuartizados, castrados, filmados con las cámaras y mostrados”.

Zaffaroni señaló que la mayoría de los presos son hombres jóvenes menores de 30 años, “con muy escasa instrucción, sin entrenamiento laboral, provenientes de barrios precarios, imputados por delitos contra la propiedad y dependiendo del país compitiendo con el narcomenudeo. Están presos un tiempo y después de tres o cuatro años los sueltan, después que se los metió en el medio carcelario, se los obligó a insertarse en uno de los grupos internos, asimilar las pautas del grupo, cosa que si no hace le van a dar una puñalada en el baño, y después de introyectar todo eso los sueltan con un certificado de incapacidad laboral, porque nadie quiere contratar a alguien que sale de la cárcel. Eso provoca un cambio de subjetividad, el que entra diciendo ‘yo robé’, sale diciendo ‘yo soy ladrón’. Es un cambio de subjetividad exactamente contrario al de nuestras delirantes leyes de ejecución penal”.

Por su parte, Aller señaló que la base del derecho penal ha sido “aplicar un castigo”, buscando “una relativa igualación hacia abajo”. “Seamos demócratas en el castigo, castiguemos a todos los que podamos, que no sean de nuestro grupo, que sean ellos, los otros, los que no tienen poder. Ese fue el derecho penal histórico”, señaló, y advirtió que “no ha desaparecido”.

“Sigue cundiendo la idea de que el derecho penal es un derecho penal autoritario”, señaló, y agregó que el derecho penal moderno “no es simpático” para el sistema político. Aller señaló que el ciudadano repite el discurso de que “lo único que funciona contra el delito es más pena”, cuando “ningún país puede decir que ha logrado un verdadero éxito en el mal llamado combate al delito”. Aller hizo un recorrido por diferentes concepciones del derecho penal y señaló que “si el delito es la expresión de un problema que está abajo, no se puede castigar por el mero hecho de expresar lo que existe independientemente de ese sujeto”.

Aller sostuvo que el pensamiento autoritario sigue predominando en el mundo y en Uruguay, pero señaló que hay personas que son conscientes de que “esta mirada liberal, de libertad, que practicamos mucho más allá de derechas e izquierdas, es viable y puede ser un camino eventualmente potable; en lugar de radicalizarnos respecto de ellos, tenemos que tratar de convencerlos”.