La bautizaron como “Campanita” porque significó un “llamado de atención para todos nosotros”, explicaba Julio Guarteche, por entonces director de la Brigada de Narcóticos. Se concretó en 2006, después de tres años de investigaciones y escuchas telefónicas, y fue una de las operaciones contra el narcotráfico y el lavado de activos más importantes en la historia de Uruguay, al punto que 18 años después todavía genera repercusiones a nivel judicial.

En este caso se trata de un pedido de extradición que cursó la Justicia brasileña contra quien fuera uno de los líderes de la organización en Uruguay, el ciudadano uruguayo-español José Luis Suárez. La jueza federal de Río de Janeiro, Margareth de Cássia Thomaz Rostey, considera que Suárez es responsable por delitos de lavado de activos que se cometieron en ese país y que todavía no han sido juzgados.

La solicitud de arresto con alerta roja llegó a Uruguay a finales de agosto de 2023 -desde esa fecha, Suárez está en prisión domiciliaria- y el fiscal de Estupefacientes, Rodrigo Morosoli, ya manifestó una posición favorable al pedido de la Justicia de Brasil. La palabra final la tendrá la jueza especializada en crimen organizado de 2° Turno, Diovanet Olivera, que convocará a una audiencia para dictado de sentencia en abril.

Los abogados de Suárez solicitaron la aplicación del principio de non bis in idem (el que establece que ningún ciudadano puede ser juzgado dos veces por el mismo delito), pero Morosoli rechazó el pedido. El fiscal uruguayo concluyó que la Justicia brasileña investiga a Suárez por delitos que se cometieron en ese país. La organización que lideraba el narcotraficante colombiano Alex Pareja, cuyo socio principal en Uruguay era Suárez, fue investigada en nuestro país por narcotráfico y lavado de activos, mientras que en Brasil se dedicó exclusivamente al blanqueo de capitales a través de la adquisición de empresas y de bienes inmobiliarios.

La investigación judicial en Brasil comenzó en 2007 y en la causa aparecen Suárez, Pareja y otro uruguayo, Marcos Jacobovici. Suárez, según las pesquisas, llevaba “dinero vivo” a territorio brasileño, bajo la excusa de que sería destinado al pago de salarios de supuestos trabajadores de empresas fantasma.

En su fundamentación contraria al pedido de la defensa de Suárez, el fiscal Mososoli recordó que Uruguay ratificó la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, mejor conocida como Convención de Palermo, que obliga a cooperar activamente con otros estados en el combate de este tipo de delitos. Suárez fue procesado en 2007 en el marco de la Operación Campanita y cumplió condena con prisión en Uruguay; desde el 24 de agosto, tras la solicitud de la jueza federal de Río de Janeiro, está con prisión domiciliaria, debido a sus problemas de salud.

El papel de Suárez en Operación Campanita

El libro Narcos en el Uruguay, del periodista Antonio Ladra, tiene mucha información sobre Suárez y su participación en la organización transnacional que se desbarató con la Operación Campanita. Allí se relata, por ejemplo, que el ciudadano uruguayo-español se contactó con Pareja, el líder del grupo, por intermedio del uruguayo Nazar Chemavonian Panocian. A Suárez, según la investigación, lo consideraban como una especie de “canciller” de la organización, por los múltiples contactos que tenía a todo nivel, incluso en el sistema político. El papel de Suárez consistía en “administrar las inversiones” que concretaba Pareja con el dinero proveniente del narcotráfico, generalmente mediante la compra de bienes inmuebles de alto valor en Uruguay, Estados Unidos y otros países.

“El dinero llegaba desde Europa a través de giros por empresas especializadas en cantidades menores a los diez mil dólares para no tener que declarar su origen. Esta es una de las modalidades utilizadas en el lavado de activos. Se le denomina 'pitufeo', y con ella se busca que esos montos pasen desapercibidos en los movimientos de las cuentas. Para ello, Suárez usaba diferentes prestanombres, muchos de ellos de su entorno familiar, aunque también transportaba vía aérea dinero en efectivo no declarado”, escribió Ladra en su libro.

Uno de los encargados de transportar dinero desde Europa, según este trabajo, era Ángelis Voulgaris Angelopoulou, una persona de suma confianza para Suárez. Voulgaris fue el productor comercial del Mundialito de 1980 -aparece en la película sobre ese evento deportivo- y también dueño del frigorífico Comargen, en Las Piedras. También tenían vínculo con Suárez dos pilotos y representantes sindicales de la aerolínea Pluna, el abogado Carlos Curbelo Tammaro -absuelto por la Justicia en marzo de 2022-, el contador Ruben Weiszman -con quien compartieron inversiones en Ciudad de la Costa- y el ya mencionado Jacobovici, un “secretario administrativo” que trabajaba bajo sus órdenes directas desde un estudio contable.

“La organización internacional, quizá la más sofisticada conocida hasta ese momento por estas latitudes, con un andamiaje que funcionaba como un reloj, tenía varias cabezas actuando en Uruguay, pero con Suárez como eje”, señala Ladra en su trabajo.