En abril del año pasado, un hombre de 34 años fue rapiñado cuando salía de un almacén. El agresor le robó el celular y luego de que la víctima lo corriera le clavó un destornillador en la cabeza, lo que le provocó la muerte tras varios días internado en CTI.
Este caso tuvo la particularidad de que el Tribunal de Apelaciones en lo penal de primer turno admitió la declaración como prueba anticipada de un testigo en la investigación porque el testigo estaba en situación de calle, por lo que se entendió que su declaración estaba en riesgo.
El homicida fue detenido días después del ataque. Había salido de la cárcel hacía dos meses y también estaba en situación de calle. Fue detenido en un allanamiento a una boca de venta de drogas de la zona y se lo imputó por el homicidio.
Este jueves fue condenado a 18 años de prisión por homicidio especialmente agravado porque cometió el delito con el fin de cometer otro: la rapiña del celular. La condena es en un régimen de prisión efectiva. El caso estuvo a cargo de la Fiscalía de Homicidios de primer turno, con el fiscal Carlos Negro al frente de la investigación.