Es difícil estimar cuántas toneladas de cocaína envió Sebastián Marset desde el Cono Sur hacia Europa en 2020 y 2021. Tampoco es sencillo determinar la cantidad de millones de dólares que ganó su organización en ese período, cuando alcanzó su pico más alto de actividad. Los ceros, cuando se amontonan en la ilegalidad, pueden ser abrumadores; apenas si queda margen para la aproximación. Esta semana se conoció la acusación del fiscal paraguayo Deny Yoon Pay contra Miguel Insfrán (Tío Rico), principal socio de Marset, un documento de 700 páginas que incluye datos valiosos para empezar a calibrar la dimensión de la operativa, en la que Uruguay jugó un papel clave como centro logístico.
La primera cifra impactante surge al calcular las “pérdidas” que tuvo la organización por la droga que le incautaron en esos dos años: en total fueron 17.340 kilos de cocaína, por los que iban a cobrar 433.500.000 dólares. Entre los policías antidrogas y los funcionarios aduaneros suele decirse que por cada kilo de cocaína requisada hay otros diez kilos que llegan a su destino. Aunque también sería arduo calcularlo con esa precisión, el documento de la fiscalía paraguaya reveló decenas de conversaciones entre Insfrán y Marset sobre los cargamentos de cocaína que efectivamente colocaron en los puertos de África y Europa, el dinero que obtuvieron con esos envíos y los mecanismos financieros que usaron para lavar esos activos (fundamentalmente, en casas de cambio de la Triple Frontera). Estos chats encriptados de la aplicación Sky ECC se incorporaron a la carpeta de la investigación judicial en noviembre de 2023, a instancias de un trabajo que llevó a cabo Europol para desmantelar a una organización internacional de narcotraficantes, muchos de ellos con operaciones en Dubái.
A finales de agosto de 2020, Marset coordinó con Insfrán el envío de avionetas cargadas con cocaína que aterrizaron en el litoral uruguayo, según surge del documento judicial. “Dame el ok de los puntos de uy [Uruguay]. Hoy tengo que dar una respuesta. Mañana se van a meter las cosas a la noche. Iba a ir el Colo y el Gordo pero mejor enviar al Colo y a una persona de tu confianza creo. Vos qué opinás, vos pones entonces una persona mi bro”, escribió Marset el 27 de agosto de 2020. En los días siguientes, Marset insistió con la información que debía mandar a Uruguay. Según le transmitió a Insfrán, con los 1.900 kilos de cocaína que le iban a mandar a un contacto al que llaman “Singapur” podrían completar un cargamento de 4.597 kilos. “Es mucha mercadería. Me imagino que también debés entreverarte. Por eso anoto”, acotó el narcotraficante uruguayo.
En esa misma comunicación, Marset le propuso a Insfrán hacer otros dos “trabajos” de 5.000 kilos cada uno para “cerrar el año” de manera exitosa. Solamente por esos tres envíos a Europa que concretaron en los últimos cuatro meses de 2020 (en total, 14.597 kilos) la organización obtuvo ganancias por 364.925.000 dólares, de acuerdo a los valores del mercado europeo (25.000 dólares el kilo) que tomó como referencia la Secretaría Nacional Antidrogas paraguaya, con base en lo que los propios involucrados negociaron en las conversaciones encriptadas.
Pero esas casi 15 toneladas no fueron todo. También a finales de agosto de 2020, Marset detalló otros envíos que tenían previstos para esa fecha. “Luego 2400 para un trabajo más con presidente. 2000 más para el trabajo que vamos a hacer nosotros con Singapur y 1800 para completar 4000 con coflas y resiliencia. Y ese trabajo con 2000 de corso”. “Singapur”, “Presidente”, “Resiliencia” y “Coflas” son alias de personas vinculadas a la organización que aparecen en las comunicaciones de Sky ECC, mientras que “Corso” es una de las “marcas” distintivas que se colocaban en los paquetes de cocaína para identificarlos cuando llegaban al puerto europeo de destino, señala el informe de la Fiscalía paraguaya. También usaban otros nombres para etiquetar a la mercadería: Aries, Box, Bugatti, Fendi, Fénix, Louis Vuitton, Rolex, Sedex, Señor de los Cielos, KTM, Maradona, Mont Blanc, Pablo Escobar, Piña y Z8, entre otros.
En los primeros meses de 2021, el ritmo de actividad se mantuvo, según se desprende de los mensajes que Marset le enviaba a Insfrán. “Vamos a cargar 2400. Pero esperemos para preparar. Ya está en manos de sobri 5M azul para vos”, escribió el uruguayo el 7 de enero de ese año. La constante referencia al “azul”, aclaran los investigadores paraguayos, es por el “dólar blue”, una denominación que en los chats está generalmente vinculada a los “doleiros” o cambistas de Ciudad del Este, muchos de ellos notoriamente involucrados en la operativa ilícita. Tres días después de ese mensaje, el 10 de enero, Marset volvió a escribir por Sky ECC: “Mi bro, 8M te dejó el sobri allá. Yo mañana le paso más. Me dijo que dejó 2 de 450, mi bro”.
La intensidad no bajó en febrero. “¿Ya mandaste? Tengo dos cargas para meter a uy [Uruguay]”, escribió Marset el 7 de febrero. Al día siguiente agregó: “Tengo dos para los curepa [argentinos] también. Mi bro, el equipo en uy [Uruguay] a partir del miércoles está firme. Miércoles y jueves [el pronóstico] marca bien para entrar mi bro”. El 10 de febrero le habló de otra carga: “Todo listo mi bro, no va a ir nadie a verificar. Mete 300. 10 big bags [de harina de soja] de 300”. Dos días después, el 12 de febrero, hay una conversación de Marset con otro uruguayo, el empresario Federico Santoro Vasallo (su alias era Cap CIPHR), sobre un dinero que tenía que venir desde Bélgica.
En paralelo, Marset informó a Insfrán que 5.000 kilos de cocaína que habían salido en un contenedor desde Paraguay “se perdieron” en el puerto de Amberes. “Lo nuestro no es. No sé de quién será”, intentó tranquilizarlo Marset, antes de advertir de todas maneras que esa incautación podía “complicar” otra carga que tenían previsto desembarcar en ese mismo puerto el 17 de febrero.
Aeroclub salteño, escáner y asesinatos
En los chats de Marset hay referencias a puertos como Amberes, Rotterdam, Hamburgo o al paraguayo Puerto Villeta. También a los compradores en países africanos, a los envíos de cocaína al litoral paulista y a las empresas de logística y transporte que la organización montó en Paraguay para facilitar el envío de cocaína a Europa, desde la Hidrovía. Esos detalles de la operativa ya estaban incluidos en anteriores informes de inteligencia que se divulgaron en el marco del caso A Ultranza Py.
Pero en las conversaciones de Sky ECC que se conocieron esta semana también hay información novedosa. En sus intercambios, Insfrán y Marset hablan de datos que presuntamente recibían por parte de la Policía y de funcionarios que deberían controlar el tráfico ilícito de drogas. El 5 de octubre de 2020, por ejemplo, Marset mandó el siguiente mensaje: “La manera como ahora vamos a preparar el trabajo será diferente... La semana pasada una persona que trabaja en el escáner me dio unas recomendaciones... Es esa la razón porque cambiará... Y le explicará a Fender”. “Fender”, contextualizó el informe de la fiscalía paraguaya, es Rodrigo Montalva, uno de los empresarios dedicados a la logística internacional que se encargaba de despachar los embarques “lícitos” en los que se escondía la droga. En octubre de 2021, en el puerto de Rotterdam (Países Bajos) se encontró una carga de 4.174 kilos de cocaína camuflada en bolsones con harina de soja que se habían cargado en un contenedor que pertenecía a Guaraní Business Import & Export, la empresa de Montalva.
De los chats también surge información relevante sobre los ingresos de avionetas a Uruguay por la frontera con Argentina. El 19 de setiembre de 2020, en plena pandemia, Marset le pidió a Insfrán si podía levantar “1,5m” (se presume que un millón y medio de dólares) que habían llegado desde Uruguay, ya que en ese momento él no se encontraba en Asunción. En esa misma conversación, Marset preguntó si unos días después, el 24 de setiembre, podía mandarle un avión Cessna 210 al “aeroclub de Salto a recogernos”. “Sería lo ideal. Que está todo arreglado. El 23 te digo exacto. Le pasás 750 a Singapur y los otros 750 te quedás vos de oxígeno. Lunes te completo 1m”, acotó. Efectivamente, el 23 de setiembre Marset se comunicó otra vez por este tema, mediante la aplicación encriptada: “Ya estamos en Salto, mi bro. 16 hs en el aeroclub”. En el informe de la Fiscalía paraguaya no hay datos de quién era la persona que estaba con Marset en ese momento.
El aeroclub de Salto había sido noticia en abril de 2018. Por esa fecha, seis delincuentes ingresaron al lugar de madrugada, redujeron al sereno, intentaron robar una avioneta que estaba en un hangar y se tirotearon con la Policía. Dos de ellos fueron detenidos y los otros cuatro se fugaron; en aquel momento, la Policía manejó la hipótesis de que era una organización dedicada al narcotráfico y que algunos eran extranjeros.
Hay otra referencia salteña en los chats: el 17 de setiembre de 2020, Marset habló con Insfrán sobre “una mujer” que al día siguiente iba a regresar a Uruguay “por Salto”. Se trataba, se desprende del intercambio, de la viuda de una persona que ellos mismos habían asesinado. “La voy a hacer cruzar por Salto y Feio la va a llevar hasta la frontera para hablarle! Que se mantenga calladita si no quiere terminar igual ella y dejar sus hijos solos. Que si se porta bien le puedo dar una mano para sus hijos aunque sea 500 dólares al mes para que no les falte nada a los niños! Más que eso no, que con plata la gente ya piensa hacer maldad. Vamos a ver qué piensa. Por ahora está calmada, sabe que tiene que irse, que no tiene opción. Ni siquiera de poder denunciar”, escribió Marset. Tres días antes de esa comunicación, el 14 de setiembre, Marset le había preguntado a Insfrán “si tenía un lugar para desaparecer un cuerpo, meterlo en ácido o en cal”. Los investigadores de la Policía intentan determinar si ambos episodios están conectados.
En el informe de la Fiscalía paraguaya hay menciones más explícitas a otros dos homicidios de ciudadanos uruguayos que serían responsabilidad de Marset. El 24 de octubre de 2020, Marset le comentó a Insfrán que había matado “con dos buenos tiros” a Diego Andrés Olivera Cabrera, un uruguayo de 36 años. Como la víctima se había tirado del auto en movimiento, Marset le pidió a Insfrán que se fijara si estaba muerto, ya que había sucedido cerca de su casa, en la ciudad paraguaya de Mariano Roque Alonso.
La otra víctima que aparece en los chats es Sebastián Pintos de Kany, un uruguayo que se había fugado del Comcar en agosto de 2020 y cuyo cuerpo apareció calcinado en la zona de Colonia Nicolich 55 días después. Quince días antes de que se conociera la noticia del asesinato de Pintos, Marset le anticipó a Insfrán cuál había sido su trágico final. “A ese lo tiraron en un campo. Va a aparecer en estos días saldrá en las noticias”, vaticinó acertadamente Marset.
Pintos de Kany se había fugado de la cárcel escondido en el doble fondo de una retroexcavadora. Este vínculo con el caso Marset generó sorpresa entre los policías que conocían su caso, según las consultas que pudo hacer la diaria. Estaba preso desde 2015 por el secuestro de la doctora Milvana Salomone y había sido condenado a 12 años de penitenciaría. Cuando encontraron el cuerpo de Pintos de Kany en el kilómetro 27.600 de la ruta 102, tenía 3.000 dólares en el bolsillo del pantalón.