La identificación de los restos de la militante comunista Amelia Sanjurjo, informada el martes 28 por el fiscal especializado en crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, dejó por varios días en un segundo plano la campaña electoral, protagonista indiscutida este año en la agenda mediática y la opinión pública. Si bien cada hallazgo de este tipo echa un poco más de luz sobre los oscuros sucesos del terrorismo de Estado, para la Institución de Derechos Humanos (INDDHH), encargada de la búsqueda de detenidos desaparecidos desde 2019, lejos de entenderse como un trabajo culminado, “cada uno de estos episodios justifica un esfuerzo renovado” y nuevos “compromisos que reafirmen la voluntad de seguir buscando”.

El director de la INDDHH Wilder Tayler, que se encarga del área de búsqueda dentro de la institución, conversó con la diaria sobre cómo sigue el trabajo de ahora en más, el que no sólo incluye las excavaciones –que continuarán en el Batallón 14, se retomarán en el Servicio de Material y Armamento del Ejército, al lado del Batallón 13, y abarcarán nuevos predios privados–, sino también la investigación activa de posibles casos de desaparición forzada en el marco de la dictadura, que, de confirmarse, podrían ampliar la cifra consensuada de 197 uruguayos detenidos desaparecidos por la dictadura militar.

Por otra parte, Tayler planteó la necesidad de “hacer el esfuerzo” de afianzar la coordinación con otros países involucrados en el Plan Cóndor, como Argentina, para profundizar en la búsqueda de los uruguayos que fueron secuestrados o detenidos fuera del país, bajo la hipótesis de que “muchos de ellos pudieron haber sido traídos” de vuelta a nuestro territorio. Para Tayler, el único representante del directorio anterior de la INDDHH que se mantuvo en el cargo en este período, esta decisión “involucra también un esfuerzo de carácter diplomático que no se ha hecho”, pero entiende “muy importante, porque son nuestros desaparecidos”.

¿Qué balance hacés de la identificación de Amelia Sanjurjo? ¿Es un espaldarazo para seguir buscando?

Fue muy difícil, porque nunca habíamos tenido la experiencia de encontrar restos y no poder saber de quiénes eran, lo que generó toda una serie de especulaciones y de ansiedades. Fueron 11 meses en los que campeó constantemente una cierta tensión. El equipo acá es muy profesional, pero yo creo que nos exigió mucho, fue un trabajo bastante intenso, implicó contactos, relaciones y mecanismos de cooperación con una gran cantidad de instituciones, entidades privadas, sindicatos, búsqueda de testigos, búsqueda de familiares. Al principio la hipótesis de Amelia estaba allí, pero la idea era que no había familiares. El equipo investigador encontró familiares, supo que había familiares en el interior y que había en España y en Italia. En poco tiempo se encontró el lugar donde estaban los restos de la madre, del padre, más tarde de un hermano, pero no se pudieron recuperar. El trabajo y el intento para recuperar los restos de la mamá fueron enormes porque después de un seguimiento del registro documental encontramos que tenía que estar en Casa de Galicia, que había sufrido una crisis institucional gravísima que había afectado el orden en que está la documentación del panteón en el Cementerio del Norte. Cuando llegamos había un área a la que no se podía entrar, estaba inundado un piso entero y hubo que desagotar eso con la cooperación de la Intendencia de Montevideo y del área de Necrópolis. En paralelo con la búsqueda de Sanjurjo se estaban llenando las lagunas de información genética de 12 mujeres más, porque no podíamos descartar ninguna hipótesis; había otros 12 casos de mujeres en los que no había sido suficiente la información genética que estaba en Córdoba. El examen mitocondrial que se hizo no descartó, más bien acercó al caso de Sanjurjo, pero tampoco podíamos afirmar que fuera. Entonces allí es donde se sale a la búsqueda de contactar a todos esos familiares y se los contacta, y encontramos muy buena voluntad de todos los sobrinos. Seguimos buscando en el panteón de Casa de Galicia, encontramos a una hermana de la mamá de Amelia. La exhumamos, se toman muestras, se mandan a Córdoba, y en paralelo seguimos buscando a todos esos otros familiares. Es un trabajo que continúa ahora, porque uno de los resultados de toda esta experiencia fue lo que significó la base genética, que se identificaron todas las lagunas existentes, y entonces todavía estamos en el proceso de recolección de información, que requiere buena voluntad de familiares para donar sangre, que siempre hay, o hacer exhumaciones. Cada uno de estos episodios justifica un esfuerzo renovado, compromisos que reafirmen la voluntad de seguir buscando.

¿Por qué no se contaba con esa información genética? ¿Antes de la INDDHH nadie se había encargado?

Antes se habían encargado varias entidades, de forma no completamente coordinada. Algunas de las muestras están malogradas, habían sido tomadas hacía 20 años y por otras vías, a veces por hisopo. Parecería ser que la sangre es la que proporciona más información. Nosotros nos enfrentamos al hecho de que esto había que hacerlo y que hacia adelante es fundamental que se haga.

En la conferencia del martes anunciaste que las excavaciones en el Batallón 14 siguen. ¿Qué líneas de investigación hay allí?

El hallazgo confirmó una línea de trabajo: confirmó que está bien excavar en el Batallón 14. Es un trabajo que lleva años, sobre el que con frecuencia te dicen “bueno, mirá que ya se terminó, no sigan, ya se hizo todo el trabajo de excavación allí”; se invoca la Operación Zanahoria como una hipótesis que justificaría el no seguir o probar la existencia de la Operación Zanahoria, cosa que de todos modos hacemos. Los antropólogos investigan tanto la existencia de restos humanos como el hecho de que pudiera haber habido una remoción. Después aparecieron hipótesis que decían “bueno, pero esto no será un crimen privado, ya que no se da con el ADN”. Hubo que remarla siempre en ese sentido. Tuvimos sugerencias del Estado incluso de por qué no nos dedicábamos a investigar la Operación Zanahoria fundamentalmente, como dato central. Nosotros buscamos desaparecidos, y mientras tanto, en simultáneo, se va constatando si existieron o no existieron remociones en algún lugar. Creo que también confirmó la metodología de trabajo de los antropólogos, que es muy importante, porque también reciben críticas por todo lo que tarda, por el tiempo que lleva, por las extensiones en las que se excava. Y el problema es que con la calidad de información que recibimos lo que se puede diagramar en un mapa son extensiones amplias. No hay planos con cruces o con una flecha, y diría que cuando hemos tenido, últimamente, una flecha en un mapa, fuimos, excavamos y no era. Eso nos pasó en La Tablada. En el Batallón 14 seguimos, nunca paramos, siguió todos estos meses con la misma dedicación y dos máquinas de las tres que tenemos. Tenemos cauteladas 20 hectáreas todavía, lo que insume un trabajo que puede ser de dos años. A mí siempre me importa destacar que la mayoría de los uruguayos desaparecidos fueron privados de libertad fuera del país y sospechamos que muchos de ellos pudieron haber sido traídos pero aún no lo hemos probado. Ese esfuerzo hay que hacerlo también.

¿Falta afianzar la coordinación con el exterior para abrir nuevas líneas de investigación?

Es muy complejo, involucra también un esfuerzo de carácter diplomático que no se ha hecho, por ejemplo, con Argentina. El juicio de Roma es un lugar donde el Estado sí se involucró como era de esperar que se involucrara, pero falta mucho todavía. Creo que es muy importante que se sea muy proactivo en ese sentido, porque son nuestros desaparecidos, o sea, fueron reprimidos en el contexto de la Operación Cóndor pero por uruguayos, por su actividad con relación a Uruguay, probablemente traídos acá; no sabemos, pero es una hipótesis. Nosotros tenemos un investigador en Buenos Aires, yo creo que deberíamos tener más. Tenemos acuerdos institucionales pero necesitamos poner más esfuerzo, más recursos, más pienso, en cómo pudo haber sido eso.

Wilder Tayler.

Wilder Tayler.

Foto: Ernesto Ryan

Volviendo al Batallón 14, y considerando que Ricardo Blanco y Amelia Sanjurjo, ambos hallados allí, tienen en común que habían estado detenidos en La Tablada, ¿hay un posible patrón que vincule ese batallón con el centro de detención clandestino?

Yo no sé si dos casos son suficientes para establecer un patrón, sí sé que son indicios muy poderosos que tenemos que investigar a fondo, sobre todo porque hay bastantes más desaparecidos que estuvieron en La Tablada. Tenemos que seguir investigando, esa es una hipótesis muy fuerte, la de que personas que estuvieron en La Tablada fueron eventualmente llevadas al Batallón 14 para ser asesinadas y enterradas allí. Blanco Valiente y Castro estaban a menos de 100 metros de este hallazgo, pero Castro estuvo detenido en otro centro clandestino [la Casona de Millán]. Dos de tres no es tanto, pero es sugestivo.

En la conferencia también anunciaste un acuerdo con UTE que permitirá retomar las excavaciones en el Servicio de Material y Armamento, cerca del Batallón 13, que llevan dos años suspendidas.

Hay un predio que queda exactamente a espaldas del 300 Carlos, son 8.000 metros cuadrados que no habían sido excavados antes. Se empezó a trabajar allí y rompimos el cable y hubo que detenerse, porque era un cable de 6.000 voltios. Hubo todo un proceso de gestiones con UTE infructuoso para que nos ayudaran. No había planos, el Ejército no los tiene y me consta que los han buscado. Nos habían dicho que entráramos, que aunque no hubiera planos no había riesgos, pero este cable estaba ahí. Con un cateo constatamos que era el único cable y ahora, en el último mes y medio o dos meses, se reactivó esto en una tónica positiva en conversaciones con el Ministerio de Defensa Nacional. Este ministro hizo una gestión y parece que estaríamos a punto de firmar un convenio tripartito que sería firmado por las tres instituciones. La INDDHH ya lleva gastada una cantidad de dinero en esto, porque hubo que reparar el cable, 5.000 y pico de dólares, hubo que hacer este cateo, 10.000 dólares más... Pero nosotros estamos dispuestos a hacerlo así, porque creemos que es muy importante avanzar y despejar ese terreno, que no es tan grande. En un mes y medio, sin lluvia, lo hacemos; no es como el 14.

¿Entonces falta firmar ese acuerdo tripartito para empezar?

Yo creo que es casi inminente; por lo que nos han dicho, sería la semana que viene o la otra. Deben hacer el trabajo primero de mover el cable y enseguida podemos excavar.

También hablaste de que en los próximos meses planean iniciar excavaciones en terrenos privados.

Está en negociación. El ingreso de la institución a un predio privado no es una novedad, puedo hacer una lista de predios privados donde hemos entrado a hacer cateos, a abrir aljibes, a revisar sótanos... Eran todas casas privadas que en algún momento tuvieron algún tipo de relación con la institución militar. Hubo lugares donde, por ejemplo, hubo ratoneras, capturaron gente y después quedaron en manos de fuerzas militares durante un tiempo, y otros casos en los que ni siquiera está muy claro si no eran sencillamente centros de detención clandestinos pasajeros, eso también se ha dado.

¿Y se ha excavado o se piensa excavar en casas particulares de integrantes de las fuerzas militares de la época?

Hay algunas denuncias de que en los fondos de las casas de ciertos jerarcas o de personas vinculadas a esos jerarcas podría haber enterramientos. Todas ellas requieren investigación adicional para establecer una hipótesis de investigación seria. Las denuncias están, pero todavía no podemos afirmar su veracidad o falta de veracidad. No le hemos ido a excavar el fondo de la casa a ningún jerarca militar. La hipótesis parece un poco manida, uno no descarta nada pero sería raro, y parte de la dinámica de la denuncia falsa es que incorpora elementos poco verosímiles; salís a buscar elementos de corroboración y no encontrás un segundo testimonio que te diga “sí, esto es así”. Versiones de enterramientos y enterramientos colectivos hay muchas, nosotros las seguimos, las miramos, pero no porque te llegue una versión vos vas corriendo a excavar.

¿Estos predios privados en los que se considera excavar son en Montevideo o el interior?

En ambos. Es una larga lista, son muchos, pero no son todos para excavar. Para excavar tenemos dos o tres en mente ahora, los otros son para seguir trabajando sobre ellos y ver si se excava.

¿El trabajo en la Chacra de Pando terminó definitivamente?

En la Chacra de Pando se abarcaron 6.000 trincheras, cada una fue analizada y estudiada individualmente, en un año y medio, y constatamos que [José] Arpino Vega no estaba allí y que nunca estuvo, lo que también plantea otro tipo de problema, porque había un informe oficial que decía que iba a estar allí. La chacra en este momento quedó cerrada. Yo creo que allí sí completamos el trabajo, lo que no se terminó de hacer fue la casa que está en la chacra, pero ya se había hecho una prospección de la casa. Nosotros no teníamos información suficientemente buena o convincente como para demolerla sólo por el gusto.

La cifra de desaparecidos y las carpetas de la Comisión para la Paz

También hablaste estos días sobre la cifra de desaparecidos y dijiste que 197 no sería un número cerrado sino una “aproximación legítima” porque hay varias docenas de casos en investigación activa. ¿Podés profundizar un poco en esto?

Hay dos categorías de casos en investigación activa: unos son los que llegan a la institución, que son casos originales: cuando dicen “yo nunca informé, mi familia no quería informar, por distintas razones, hubo miedo, vivíamos en un pueblo muy chiquito”… Ahí se suma una cantidad de casos que estamos investigando efectivamente, varios de ellos son en el interior y en general vienen de sectores bastante humildes. Después hay otro grupo de casos que eran carpetas que estaban a estudio que quedaron desde el trabajo de la Comisión para la Paz en la Secretaría del Pasado Reciente. La ley decía que todo lo que fuera relevante para la búsqueda debía ser entregado a la institución. Esto fue entregado, pero bastante tarde: buena parte de ello nos llegó a través de Familiares a fines del año pasado. Son 117 carpetas, había carpetas a estudio, carpetas descartadas, nosotros hicimos todo a estudio de nuevo. Hemos retomado esos casos y estamos filtrando. Unos cuantos de ellos refieren a gente que se fue durante la dictadura. Si tú tenés activistas políticos que se van del país porque los están buscando o están preocupados, que le escriben a la familia después de que se fueron y se sabe que se veían con otros compañeros de ellos en forma individual y en determinado momento dejan de tener noticias, tenés que investigarlo. Eran personas que tenían un vínculo regular, natural, familiar establecido y de pronto se desvanecen... Puede haber sido por otras causas, quizá no fue desaparición forzada, pero por lo menos tenés que investigar. Hay que investigar si hay algún lugar de Argentina o Paraguay o Chile donde hay un certificado de defunción, si hay algún NN o no. Eso es lo que se está haciendo y son docenas de casos que se suman entre esta categoría y la anterior.

¿Hay alguno de estos casos que esté cerca de resolverse?

Hay casos que son más sólidos, que de pronto decís “y sí, este caso nos parece que sí”. No estoy diciendo que estamos sumando el caso 198 o el 199, no me gusta mucho eso. Yo lo que digo es que tengo un caso en investigación activa por desaparición forzada; uno o dos o tres. Primero hicimos todo un tamizado de descarte y ahí se fueron como 30 casos, pero quedaron una cantidad y allí hay casos con distinto tipo de certeza. Varios de ellos no son necesariamente en Uruguay, son en otro lado. Hay otra categoría de casos que es muy delicada, porque la Comisión para la Paz dijo “este caso podría ser de desaparición forzada”. Pero la comisión tuvo un plazo fijo para investigar, entonces lo que ellos plantean es “se deberá dar seguimiento”; ellos mismos reconocían que había un potencial caso allí. Nosotros estamos retomando eso. La pregunta que a mí mismo se me ocurre es: ¿cómo llegamos hasta acá, verdad? Honestamente no sé por qué las carpetas estuvieron tanto tiempo allí, por qué no llegaron enseguida.