Periodista y tres veces ganador del premio nacional de literatura, Roberto López Belloso, colaborador habitual de estas páginas, tiene versos que decir sobre el lenguaje inclusivo.
todes saben lo que pasa
la lengua no cambia sola
ni apurada /
no alcanza con decir viento y roca
para obtener arena /
no son cuarenta días y cuarenta noches
lo que precisan las cabalgaduras
para hendir la escalinata de mármol
del palacio del marqués de villena
(a veces alcanzan treinta y nueve)
todes saben lo que pasa
cuando se empuja la urna que guarda las cenizas /
puede que no se mueva del pedestal de granito
puede que se derrame y agite el río de lo no dicho /
en esas aguas rema —mudo— el pequeño alemán de praga
—devoradora de almas se llama la canoa—
conoce las formas de decir lo mismo y lo distinto
de levantar con ellas un castillo
donde es a la vez nombrado
y el que nombra
no es que se quite el as de bastos
y la baraja se deshaga —sin más— en los abismos
como amenazan les que en el púlpito condenan la blasfemia /
otres agitan el dogma contra el dogma
mientras las voces nuevas se modulan
o se apagan /
todes saben lo que pasa
la lengua no cambia sola
ni apurada /
pero cambia
unes calculan un inútil latín de correcta relojería
otres levantan una empalizada de chapas oxidadas
para tapar el ruido del acontecer de selva
que ya sepulta las piedras muertas /
las lianas trituran la ciudad de las palabras viejas
y dejan libradas a la fabŭla —su suerte— a las recién nacidas /
es que la lengua no cambia sola ni apurada
pero cambia
sola
y apurada.