[Esta nota forma parte de las más leídas de 2019]
Durante diez años, el fotógrafo Quique Kierszenbaum se acercó a ex combatientes israelíes que sirvieron en el Ejército desde la segunda intifada, que se extendió entre 2000 y 2005, que decidieron dar testimonio a la organización Breaking the Silence de los abusos en que participaron en Cisjordania y la Franja de Gaza. Exigen que se los mire directo a los ojos y que se escuche lo que tienen para contar sobre su servicio militar y acerca del precio que se paga por mantener la ocupación.
Lo que ofrecemos aquí es una selección de los 52 retratos que componen Expose(d), la muestra que Kierszenbaum montó durante este mes en Tel Aviv.
Con este proyecto busqué retratar a diferentes ex combatientes que dieron testimonios a la organización Breaking the Silence. Las técnicas en las que basé mi trabajo tratan de conceptualizar los retratos como “imperfectos”. Jugando con la imagen de rechazo de parte de la sociedad israelí y de los medios locales, intenté crear un diálogo que incorporara la imperfección.
Busco que las fotos transmitan la sensación de “clandestinidad”, como si hubiesen sido tomadas de apuro, casi como ilegales. De esta forma, en las diferentes locaciones he elegido la luz natural como principal fuente de iluminación, siempre del lado izquierdo, con un fondo negro y una pequeña luz de apoyo sobre el lado derecho de la foto.
El encuadre rompe también la noción del retrato clásico, para obligar al diálogo con el espectador. Los diferentes encuadres, junto con la imperfección de las fotos, obligan al espectador a cuestionarse sobre la irregularidad, que no está presente en los retratos de estudio. En un mismo tamaño de impresión, en un mismo espacio físico, elegí intercalar un idioma corporal que me pareció poderoso con un idioma facial lleno de expresión.
La mirada directa a la cámara, al lente, a mí crea un efecto inmediato que a nivel de expresión plástica posiblemente sea la técnica más importante de este trabajo. En la sala todos los ex combatientes te miran a los ojos. No importa cuánto intentes evitarlo moviéndote en el espacio del estudio, sus miradas te seguirán, obligándote finalmente a enfrentarlas.
Estos ex combatientes han decidido “salir del armario”, exponerse y enfrentarse a quien los mire. Sus fotos son mi forma de mirarlos. Por eso me pareció fundamental escuchar sus voces. Para hacerlo introduje cuestionarios, como una herramienta para que se presentaran a su modo.
La elección de un solo espacio en el que se puedan exponer todos los retratos en 360 grados tiene como objetivo sentir que esta es la gente que me rodea; con sujetos parecidos a algún familiar, algún amigo o algún conocido, esta es una muestra de la sociedad en la que vivo.
La elección de 52 retratos tampoco fue casualidad, sino que ese número representa los años de la ocupación israelí de los territorios palestinos, que comenzó en 1967.
Alon Sahar
Edad: 32 años. Ocupación: director de cine. Ciudad de residencia: Guivatayim. Lugar y época de actuación: Batallón Shaked, Brigada Guivati, 2003-2006. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Tomar control de las casas de los civiles palestinos y transformarlas en un puesto temporal para francotiradores, disparar a figuras sospechosas desde los techos de Rafah, destruir invernaderos agrícolas, demoler casas.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Porque creo que si la sociedad israelí me envía a estas misiones, al menos debería saber cómo son y qué significan en la práctica, a nivel humano. Si la misión es proteger los asentamientos o comenzar una operación en Gaza, deben saber que significa retirar a los civiles de sus tierras, ingresar a sus casas y comunicarse con los palestinos a través de un rifle. Significa que hay un ejército que controla a los civiles, y eso no es algo natural en el régimen en el que imaginamos que vivimos, o sea, en una democracia.
Avichai Sharon
Edad: 29. Ocupación: estudiante. Ciudad de residencia: Jerusalén. Lugar y época de actuación: Unidad Egoz, 2000-2003. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
No hubo un incidente puntual que pueda señalar. Lo más difícil en lo que participé fue en las invasiones nocturnas regulares de los hogares y las vidas de las familias. Ese acto de penetrar en las vidas de cientos de familias expresa con la mayor intensidad, creo, la opresión y la humillación que son parte cotidiana de la ocupación. Entrar en esas casas siempre fue agresivo e incluso violento, y las expresiones de los niños asustados fueron suficientes para comprender la situación tal como era. Con esos controles, que se convirtieron para nosotros, los soldados, en una rutina nocturna, incluso aburrida, la ocupación les quita la libertad a los palestinos, incluso dentro de sus propios hogares, no sólo en las calles y las carreteras utilizando barricadas.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
A medida que pasaron los meses después de mi liberación [del Ejército], comencé a comprender en qué medida la realidad que existe detrás de los puntos de control permanece allí. En conversaciones cotidianas, y especialmente en la cobertura de los medios de comunicación, de pronto, como civil, entendí que de hecho estaba siendo engañado, y que me estaban negando mi derecho como ciudadano a tomar decisiones fundadas y razonables. Este sentimiento me llevó a reconocer que tengo el deber de contar y exponer la realidad tal como la conocen quienes la viven.
Frima Murphy Bubis
Edad: 23. Ocupación: coordinadora de la diáspora judía de Breaking the Silence. Ciudad de residencia: Jaffa. Lugar y época de actuación: cuartel de operaciones de la administración civil de Nablus, 2013-2015. Rango: sargento.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Durante la operación Guardián del Hermano, en Cisjordania, se llevaron a cabo arrestos y búsquedas en toda el área de Nablus, especialmente en las “fortalezas de Hamas”. Allanaron aldeas enteras, entraron casa tras casa y las usaron como “nidos de avispas”. Una de las tareas principales era “confiscar fondos para el terrorismo”, es decir, dinero “contaminado” de Hamas. Por ejemplo, hubo un caso en el que una persona recibió dinero de un activista de Hamas en Nablus. Su automóvil tenía el mismo valor que la cantidad que querían quitarle, por lo que lo confiscaron. Un oficial de la Policía fronteriza condujo el automóvil desde Nablus hacia Israel, en lo que, por cierto, se consideró un procedimiento oficial y “adecuado”. Una noche recibimos la lista de objetivos, casas en las que las fuerzas ingresarían durante la noche. La Administración Civil tiene un sistema computarizado que guarda todos los datos sobre los residentes palestinos. Se puede ver una foto de la persona, su edad, su lugar de residencia, cuántos niños hay y si uno de ellos murió, el historial de sus entradas a Israel, y a veces también su “filiación política”. En la larga lista, vi dos nombres de mujeres de edad avanzada, de 60 a 70 años, viudas que estaban de luto por sus hijos y recibían ayuda de Hamas. Vi sus caras en la pantalla y me miraron, y entendí que mi única opción era permanecer en silencio. Sabía que más tarde esa noche, como parte de la campaña contra la “infraestructura de Hamas en Cisjordania”, también habría dos mujeres mayores que probablemente vivieran solas y un grupo de soldados armados entraría a sus hogares a las dos de la mañana. Los soldados golpearían la puerta y la mujer, en camisón, abriría, vacilante. Ella no diría mucho, tal vez sentiría algo de ira. Entrarían como adolescentes incómodos y se sentirían impulsados por su miedo. Buscarían en la casa y abrirían el cajón de la ropa interior y el tocador de maquillaje con espejo, o tal vez buscarían debajo del colchón o quitarían el azulejo suelto de la cocina y tomarían todos sus ahorros. Durante mi servicio militar vi cómo funciona el sistema que controla a los palestinos. Lo que el Ejército llama “coordinación y enlace” es en realidad control y monitoreo. Todos los sistemas civiles palestinos y sus instituciones gubernamentales están sujetos al control israelí. Desde agentes de Policía palestinos que tenían que esperar nuestra luz verde para llevar a cabo el trabajo de rutina, hasta una vez en que tuve que explicarles a soldados de 19 años que la persona que no dejaban pasar, Rami Hamdallah, el primer ministro palestino, era una persona importante.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
―Vi desesperación, la desesperación de una sociedad dependiente de la buena voluntad del ocupante. Hombres que podrían haber sido mi padre tuvieron que soportar el maltrato de soldadas de 18 años en una ventanilla de recepción, o un cacheo realizado por una mujer policía de la frontera de Kfar Tapuach. En cientos de llamadas escuché a palestinos desesperados pidiéndome ayuda con sus permisos. La obediencia y el miedo que les inculcamos predominan y ayudan a que los soldados sigan controlando todo, y a que vean cualquier fragmento de conciencia individual como “insolencia” que interfiere con el statu quo.
Avihai Stollar
Edad: 27. Ocupación: investigador de Breaking the Silence. Ciudad de residencia: Jerusalén. Lugar y época de ACTUACIÓN: Batallón Lav, 2001-2004. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Golpear a detenidos palestinos después de un arresto en Yatta. Tras el arresto de una persona buscada, llamada Fathi Najar, en las colinas del sur de Hebrón, vimos, yo y los soldados de mi compañía, cómo el comandante del batallón golpeaba al detenido y le ordenaba a uno de sus oficiales que le cubriera la espalda con espinas. Después de eso varios soldados golpearon a Najar y a los otros detenidos, siguiendo el ejemplo del comandante. En el camión militar los detenidos continuaron siendo golpeados, estando atados, hasta que llegamos a la base. Ese incidente se convirtió en cierta medida en la norma para tratar a los detenidos a partir de ese momento.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Creo que no hay cómo evitar incidentes y normas como esta. Los soldados jóvenes, que nunca fueron entrenados en cómo comportarse en una situación de ocupación, adoptan cierto espíritu: aprenden de sus comandantes, imitan a sus compañeros de unidad y se acostumbran a comportarse con fuerza, violencia y testarudez. Me sucedió a mí y les pasó a mis compañeros miembros de la compañía y a miles de otros soldados en varias unidades y en diversas áreas. Creo que debemos tratar esto como sociedad y no como individuos atormentados, y es por eso que estoy hablando al respecto. La salvación no va a venir de los soldados en el terreno sino de la sociedad que los envía; cuando la sociedad ignora o ni siquiera sabe de incidentes de este tipo, ¿cómo puede lidiar con ellos?
Imri Schattner-Ornan
Edad: 40. Ocupación: profesor adjunto del programa de desarrollo internacional de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Ciudad de residencia: Jerusalén. Lugar y época de actuación: unidad de enlace con las fuerzas extranjeras, Hebrón, 1996-1997. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Mi rol no era de combatiente, pero trabajé coordinando y representando a las Fuerzas de Defensa ante la Presencia Temporal Internacional en Hebrón. Como parte de ese papel, investigué informes de violaciones de los derechos humanos y de violencia de soldados, policías y colonos contra civiles palestinos, y respondí a las fuerzas internacionales con respecto a esos informes. La cosa más problemática en la que participé fue el encubrimiento sistemático de violaciones a los derechos humanos a lo largo de los años. Todos estos informes que se recibieron se explicaron como excepcionales, ya que no representaban una política, o como anómalos, a pesar del hecho de que ocurrían regularmente y estaba claro que la estructura militar no se esforzó por castigar, educar o disuadir a los soldados. Además, el comando principal sobre el terreno (comandante de brigada y comandante de la unidad de administración civil) remitió sistemáticamente los informes de violencia de los colonos a la Policía e ignoró por completo el hecho de que las fuerzas internacionales estaban a cargo en el terreno y dictaban la conducta. En resumen, se trató de un encubrimiento sistemático que durante años ignoró el problema inherente de las violaciones de los derechos humanos que no tenían justificación (o incluso el deseo de justificar) por razones operativas y que no tuvo voluntad de examinar estas violaciones en serio.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Mi servicio en Hebrón comenzó voluntariamente. Se suponía que debía regresar a mi base en Eilat después del entrenamiento, pero pedí específicamente servir en Hebrón. Quería ver directamente lo que estaba sucediendo en el terreno. Durante mi servicio, y después de eso, sentí que una gran parte de la sociedad israelí que conocí no entiende la situación en Hebrón y no comprende el significado cotidiano de la ocupación. Es especialmente importante que la gente sepa que no se trata de casos excepcionales de violencia, sino de una política establecida, aunque no oficial, en la que las violaciones de los derechos humanos son la norma, sin ninguna justificación o un deseo de justificar, y que entienda cómo el aparato de mando se esconde detrás de explicaciones específicas sin aceptar su responsabilidad general por la situación. Quería que la gente entendiera que no se trata de individuos, sino de un método y un sistema que están fundamentalmente podridos y que no tienen el deseo ni la intención de cambiar.
Ido Even-Paz
Edad: 33. Ocupación: coordinador de actividades educativas de Breaking the Silence. Ciudad de residencia: Bat Yam. Lugar y época de actuación: cuerpos de artillería, 2002-2005. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Durante mi servicio, ninguna de las cosas que hice me resultó difícil o extraña. Me pareció que todas nuestras acciones estaban justificadas y eran correctas. Los pensamientos difíciles surgieron recién después de mi servicio militar, y especialmente luego de conversaciones con amigos, quienes me ayudaron mucho a procesar las experiencias y a comprender que hay algo inherentemente torcido en nuestra presencia allí. Pongo algunos ejemplos. Fui testigo de cómo un grupo de soldados empujó a personas que ingresaron ilegalmente a Israel. Las hacían correr de un extremo al otro sólo por intentar ingresar al país sin un permiso. Eran un grupo de personas mayores, todas de la edad de mi padre, y habían venido a trabajar en la construcción. Lo informé al comandante de la compañía, y no se hizo nada al respecto. En otro incidente, llevé a un trabajador que cortaba piedras a un arresto nocturno. Después de que fue interrogado, quedó claro que no había tenido nada que ver con un incidente en el que nos habían lanzado piedras, pero de todos modos fue arrestado, por si acaso. Además, dispersamos por la fuerza las manifestaciones de los residentes de la aldea de Bil’in que protestaban contra la construcción de la barrera [de separación] en las tierras de la aldea; lo hicimos todos los viernes por la tarde durante tres meses.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Porque me di cuenta de que estas situaciones no tienen nada que ver con la conducta inapropiada de los soldados individuales, sino con la forma en que se construye el sistema de control militar sobre una población civil. Nos enseñaron a pensar que un buen palestino es un palestino obediente, que mantiene la cabeza baja, hace todo lo que los soldados le dicen que haga y no se atreve a preguntar por qué. Un palestino que es insolente, pregunta por qué o intenta desafiar el orden existente es una alteración del sistema y debe ser tratado como tal porque no entiende que no tiene permitido desafiar las relaciones de poder. Hay decisiones militares que siempre están justificadas y son correctas, incluso si las órdenes son confiscar tierras, ingresar aleatoriamente a las casas o detener a palestinos en un punto de control sin ninguna razón. No hay motivos para que nosotros, los soldados, rindamos cuentas de nuestras acciones a los palestinos; incluso explicarles por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo es innecesario, porque tienen que aceptar sumisamente todo lo que les decimos. Y la razón es simple: no me gustaría que me trataran de esa manera.
Yehuda Shaul
Edad: 27. Ocupación: vocero de Breaking the Silence. Ciudad de residencia: Jerusalén. Lugar y época de actuación: Batallón 50 de la Brigada Nahal, 2001-2004. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Durante mi primer tiempo en Hebrón, de finales de 2001 a mediados de 2002, les disparaba directamente a los vecindarios palestinos usando un lanzagranadas en respuesta al fuego palestino hacia los asentamientos de colonos israelíes en la ciudad. Nuestros objetivos definidos eran edificios abandonados y aquellos que aún estaban en construcción. Excepto que, dado que estos edificios estaban a entre 800 y 1.200 metros de distancia de nuestros puestos, y dado que los disparos generalmente se hacían por la noche, no podíamos tirar con precisión. A pesar de que se nos daban objetivos precisos, no había posibilidad de pegarles sólo a ellos, y cada vez que disparaba lo hacía en realidad a todo el vecindario. Llamamos a este tipo de disparos “disparos de respuesta”. Para mí está claro que muchos civiles resultaron heridos en estos incendios. Lo hacíamos sin identificar las fuentes de los ataques desde el lado palestino. Fue un procedimiento que no se detuvo en el “disparo de respuesta”. Después de algunas semanas en las que respondimos abriendo fuego en los vecindarios casi todas las noches, se tomó la decisión de llevar a cabo “disparos disuasorios” todos los días antes del anochecer. Esto significaba que cada día dispararíamos con alrededor de diez ametralladoras diferentes (lanzadores ligeros, pesados y de granadas) a los vecindarios durante aproximadamente un cuarto de hora. Todo esto antes de que los palestinos tiraran una sola bala. Así se buscaba disuadirlos. Por supuesto, no sirvió de nada y después del anochecer abrían fuego contra el asentamiento y nosotros respondíamos disparando hacia los vecindarios. Así fue que durante aproximadamente cuatro meses, casi todas las noches, tiramos indiscriminadamente docenas de granadas y cientos de balas a barrios civiles.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Lo que he descrito está narrado en los medios de comunicación israelíes en una frase: “Las fuerzas de defensa devolvieron el fuego en Hebrón”. Hubo un momento en que entendí la responsabilidad que tenía de decir la verdad, como alguien que estaba en el terreno y sabe lo que secedió allí. Durante años nuestra sociedad ha estado tomando decisiones basadas en información incorrecta, sin comprender el significado de lo que está sucediendo en el terreno, y desde mi perspectiva este es el vacío que llena Breaking the Silence.
Omry Balely
Edad: 30. Ocupación: activista político. Ciudad de residencia: Tel Aviv. Lugar y época de actuación: divisiones blindadas, 2007-2010. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Cuando serví en el Valle del Jordán, en el puesto de control de la ciudad de Jericó, la sensación general era que se trataba de un área tranquila y muy segura, un área en la que era raro que ocurriera un incidente. Por eso pusieron tanquistas allí, ya que no iban a desperdiciar tropas de infantería en ese tipo de área. Cuando estás en un punto de control sos parte de una rutina diaria de controlar la vida de otras personas. Quién entra y quién no está en tus manos. Un niño de 19 años con poder. Y cuando sos tan joven, buscás acción. Esa sensación de control sobre la vida de las personas, junto con el aburrimiento de una rutina en la que no pasa nada, pueden llevar a las personas a un estado en el que buscan emoción, algo que hacer. Entonces alcanza con que un palestino diga la palabra equivocada para que no se le permita pasar ese día, si tiene suerte, y experimente la agresión de los soldados, si tiene mala suerte. Fui testigo de un incidente en el que uno de los comandantes del puesto de control tuvo un día difícil y decidió expresar su frustración con una persona que no tenía el documento requerido, pero que había pedido que se le permitiera pasar a pesar de ello. No hubo violencia, por lo que recuerdo, sino un trato muy despectivo, desagradable e irrespetuoso, demostrando quién era “el jefe” en la situación. Llevamos al palestino a la barricada de hormigón en medio del calor durante varios minutos, hasta que lo chequeamos con la radio bidireccional. También hubo incidentes menos graves, como el momento en que emitimos permisos VIP escritos a mano para los usuarios habituales del punto de control, personas que reconocíamos que pasaban todos los días. Para nosotros era entretenimiento, algo para agregarle interés a esa rutina aburrida. Una vez llegó un hombre mayor, de aproximadamente 50 años, con un burro. Se acercó y nos mostró un permiso VIP que le habíamos otorgado y le preguntamos si el burro también tenía uno, ya que de lo contrario no se le permitiría pasar. Después de unos minutos de confusión por su parte, también emitimos un permiso VIP para el burro. Todos nos reímos de la situación, incluso el palestino, pero mirando hacia atrás unos años más tarde me doy cuenta de lo surrealista que era esta situación, y lo que te puede hacer estar borracho de poder combinado con aburrimiento es que juegues con la vida y el sustento de una persona para entretenerte.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Porque esta realidad de gobernar sobre otra gente es imposible y tiene que cambiar. Vivimos en un sistema tóxico que venera el poder y celebra a los poderosos que pisotean todo en su camino, y debemos reemplazar esto con reciprocidad, empatía, ver al otro y asumir la responsabilidad de nuestra parte. “La luz del sol es el mejor desinfectante”. La mayoría de la gente no está al tanto de lo que se está haciendo en su nombre en los territorios, las evacuaciones, la demolición de casas, familias, esperanzas y sueños. La carrera de la esperanza y el persistente sabotaje de la posibilidad de llegar a una solución. El trabajo de Breaking the Silence es importante porque eleva estas cosas a la superficie; así es cómo se ve y estamos involucrados. Enviamos a nuestros hijos allí y eso es lo que hacen. Yo lo hice. Asumo la responsabilidad y quiero hacer las paces. Ya no podemos intervenir en esto. No estamos en silencio. Hablamos, miramos la realidad a los ojos, incluso cuando es desagradable, y nos las arreglamos. No hay otra manera.
Simcha Levental
Edad: 29. Ocupación: estudiante de planeamiento urbano y políticas públicas. Ciudad de residencia: Boston. Lugar y época de actuación: cuerpos de artillería, 2000-2003. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Volvés a casa el viernes después de una noche de hacer sentir tu presencia en las calles de pueblos que, con el tiempo, se han vuelto más familiares que los callejones de Jerusalén. Una noche de entrar en hogares palestinos, una noche de caminar de un lado a otro por caminos vacíos llenos de miedo. Y preguntás qué ley, qué moral. Así es que lo ves en retrospectiva: tres años significativos, tres años de comportamiento impulsivo, de silencio, de comandantes confiados que nos enviaron a hacer cosas ilegales e inmorales. Así fue que se arruinó una generación. Así nos convertimos en quienes somos: Israel 2010.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
En general, soy una persona optimista. Simplemente creía que la gente y sus representantes en el Parlamento no sabían qué cosas era capaz de hacer “el Ejército más moral del mundo”. Recuerdo cómo escribí un testimonio y cómo lo envié a los miembros del Parlamento, cómo mandé fotos que mis amigos tomaron a todos los que conocía. Quería gritar, quería que todos lo supieran. Y todavía lo hago, y sigo creyendo que todos deben saberlo.
Oren Kalisman
Edad: 31. Ocupación: estudiante de física. Ciudad de residencia: Tel Aviv. Lugar y época de actuación: pelotón de paracaidistas de reconocimiento, 1998-2002. Rango: relevado como teniente, actualmente capitán en las fuerzas de reserva.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Unos meses antes de la operación Escudo Defensivo fue atacado el punto de control Ein ‘Arik, cerca de Ramala, donde había varios combatientes del Cuerpo de Ingeniería. Los atacantes palestinos mataron a seis de los soldados del puesto de control y lograron escapar. Debido al fuerte golpe a la moral, el Ejército israelí decidió que necesitaba venganza. Su implementación fue asignada a mi unidad, en el área de Nablus, y a la unidad de Yael, en el área de Ramala. En las sesiones informativas antes de la misión no se nos dijo que íbamos a asesinar por venganza, pero la implementación inmediata dejó claro que ese era el propósito. El objetivo eran los oficiales de Policía palestinos en los puntos de control, y la orden era clara: matar a todos quienes estuvieran en el punto de control. No hubo ningún intento de arrestar a los agentes de Policía palestinos y llevarlos para interrogarlos, y no se nos exigió identificarlos antes de abrir fuego: la misión era matar a todos en los puntos de control. Al final de la misión había 15 policías palestinos muertos.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Desde el principio esta misión me planteó preguntas morales (que no me impidieron participar en ella). Hasta esa misión había habido disposiciones muy claras sobre disparar a los oficiales de Policía palestinos; esencialmente no había que lastimarlos, pero de pronto nos vimos en una misión de eliminación cuyo único propósito era la venganza y la restauración de la imagen de las Fuerzas Armadas. Para mí es importante que los ciudadanos israelíes sepan que las mismas Fuerzas de Defensa de Israel, que hasta entonces había percibido como un organismo que planifica sus misiones, es una organización cuyos líderes principales permiten que sus propios sentimientos de venganza se apoderen de sus pensamientos. Después de este acto, la respuesta de la unidad de portavoces de las Fuerzas de Defensa fue que los agentes de Policía palestinos estaban involucrados en actividades terroristas. Esta respuesta realmente me enfureció, porque no tenían nada que ver con los hechos sobre el terreno. Es posible que haya policías palestinos en los puestos de control involucrados en actividades terroristas, pero, si es así, ¿por qué no recibimos ninguna información específica sobre estas personas, como lo hicimos con decenas de arrestos que habíamos llevado a cabo anteriormente? ¿Por qué no hubo ningún intento de arrestarlos o incluso de identificarlos antes de abrir fuego? No llevamos a cabo ninguna de estas acciones porque no había conexión entre la misión de eliminación que nos dieron y la forma en que esta se describió en los medios a través de la unidad del portavoz de las Fuerzas de Defensa.
Ron Zaidel
Edad: 32. Ocupación: director de la oficina de recolección de testimonios de Breaking the Silence. Ciudad de residencia: Tel Aviv. Lugar y época de actuación: Batallón 931 de la Brigada Nahal, 2003-2006. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
La cosa más triste e inmoral en la que participé fue una “viuda de paja” en el pueblo de Burka. Una “viuda de paja” es una misión en la que una fuerza militar se hace cargo de la casa de una familia palestina y la convierte en un puesto temporal del Ejército. En este caso, la misión se llevó adelante durante la retirada israelí de Gaza y el objetivo era observar desde la casa el camino que conduce al asentamiento de Homesh y evitar que los colonos que esperaban interrumpir la evacuación esperada ingresaran al asentamiento. En la casa en la que entramos había una joven madre con tres niños pequeños. La madre estaba muy asustada. Como de costumbre, encerramos a la madre y a los niños en una de las habitaciones de la casa, que era muy pequeña, y miramos desde la ventana de la sala. Nos turnamos para proteger a la madre y a los niños, y cada vez uno de nosotros estaba con ellos en la habitación. Cuando fue mi turno de proteger a la familia, no tuve más remedio que mirar a la madre a los ojos. Los sentimientos que expresaron... fue una mirada de odio, sufrimiento, desesperación, angustia e impotencia que no olvidaré mientras viva. Este fue quizás el único momento en mi servicio en que supe, más que en retrospectiva, que estaba cometiendo una terrible injusticia.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Para que todos lo sepan.
Shay Daniely
Edad: 26. Ciudad de residencia: Tel Aviv. Ocupación: investigador de Breaking the Silence. Lugar y época de actuación: cuerpos blindados, Brigada 188, 2011-2014. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Los días previos a la invasión terrestre a Gaza durante la operación Pilar de Defensa. Finalmente no entramos, pero la atmósfera en los puntos de reunión todavía está conmigo hasta el día de hoy. Recuerdo mi doble miedo. Por un lado miedo a morir, miedo a que mis amigos no volvieran, y por el otro miedo a lo que podríamos hacer allí, en Gaza. Mis compañeros de la compañía, mis compañeros del batallón y los soldados de la brigada expresaban su felicidad y preocupación la noche de la invasión, mientras nos disparaban morteros. Hablaban de su deseo de pelear y ganar. Sus palabras estaban llenas de sangre, algunos de ellos querían matar: era su misión, para lo que se alistaban. No me sentía así, y de pronto me di cuenta de cómo la gente que estaba tan cerca de mí me asustaba. Escuché y mantuve conversaciones sobre “lo que haremos allí”, sobre el hecho de que “no hay posibilidad de que vaya a morir” y sobre cómo “bombardearemos todo lo que se mueva”. Fue difícil escucharlos; tuvimos discusiones más de una vez, pero también me resultó difícil juzgarlos: estaban tan asustados como yo por “la guerra”. Parecía que querían disparar para no morir. Recuerdo este evento porque se prolongó durante toda una semana, en la que volvimos al área de reunión todos los días y estábamos listos para ingresar a Gaza en cualquier momento, una semana durante la cual conocí a personas que había conocido durante mucho tiempo desde un ángulo completamente diferente, toda una semana en la que me pregunté qué pasaría con nosotros y qué les haríamos a los palestinos. Estos momentos quedaron grabados en mi conciencia y me llevaron a pensar profundamente sobre lo que significa ser un soldado en Israel y sobre la misión que nos enviaron a llevar a cabo.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Decidí hablar de esos días porque constituyen un hecho extremo que me reveló las horrendas posibilidades que están a la vuelta de la esquina. Cómo los soldados se vuelven gatillos fáciles. Tres años antes de ese momento, y dos años después, los soldados estacionados en los puntos de reunión entraron en Gaza. No sé si todos dispararon indiscriminadamente como algunos de mis compañeros pensaron que harían, pero sé que se les pidió que “completaran la misión”. Bueno, esa misión no se completó; todavía existe hoy y ha estado sucediendo durante 52 años. Se llama “ocupación”, ocupación a largo plazo. Durante esos días no entendí esto. Me resultó difícil juzgar a mis amigos, porque sentía que nos habían enviado a una situación que no tenía sentido. Cuando nos enviaron a Gaza pensamos que habíamos ido a la guerra. No pensamos en que había dos millones de personas allí, bajo un bloqueo total que ha estado sucediendo durante ocho años, y que era a ellos a quienes debíamos silenciar a través de una invasión terrestre. No nos dimos cuenta de que Gaza también estaba bajo ocupación. Decidí hablar sobre ese momento porque fue cuando estuve expuesto a los soldados en su propio punto extremo, asustados y llenos de confianza. Pero esta realidad ocurre todo el tiempo en los territorios, en Gaza y en Cisjordania, en intensidades bajas o altas, en cada punto de control, cada patrulla y cada arresto. La situación es que el Ejército gobierna y maneja a toda una población civil. Es necesario hablar de ello.
Yael Lotan
Edad: 35. Ocupación: subdirectora de Breaking the Silence. Ciudad de residencia: Jaffa. Lugar y época de ACTUACIÓN: exploradora en la Franja de Gaza, 2002-2003. Rango: sargento.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
No puedo hablar de lo más difícil que experimenté (censura, verificación, etcétera). Durante el año en que serví en Gaza presencié muchas cosas difíciles, ilegales e inmorales, pero hay algo que otros vieron como una anécdota y que en realidad fue muy difícil para mí: disparar a ovejas. Fue durante un turno estándar. Había explorado el área, que ya conocía como la palma de mi mano. Vi a un pastor acercarse a la barrera de seguridad Israel-Gaza con su rebaño, y para evitar correr riesgos alerté a las tropas del Cuerpo de Ingenieros que estaban en el terreno. Para alejarlo de la barrera los soldados decidieron disparar en su dirección, primero al aire, luego hacia el suelo, y finalmente le dispararon a una de sus ovejas. Murió. En lo que a ellos respecta no fue más que entretenimiento, otra forma de aliviar el aburrimiento, el agotamiento y el estrés, pero creo que para el pastor fue mucho más que eso.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Porque ese incidente fue el microcosmos de mi experiencia en Gaza. Porque las acciones diarias, casi automáticas que realizan los soldados significan todo para aquellos que enfrentan las consecuencias. Porque cosas que eran insignificantes para mí eran de vida o muerte para los del otro lado. La facilidad con la que puede ocurrir una acción como disparar a ovejas sólo es posible porque nosotros, como soldados, hemos pasado por un proceso en el que dejamos de ver a los que están frente a nosotros como seres humanos y comenzamos a verlos como objetivos y amenazas. Este proceso de denuncia nos sincera como nación, como sociedad y, sobre todo, como seres humanos. No quiero que este sea nuestro futuro.
Dotan Greenvald
Edad: 28. Ocupación: guía turístico. Ciudad de residencia: Isfiya. Lugar de actuación: Batallón 50 de la Brigada Nahal, 2002-2005. Rango: sargento de primera.
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
De todas las actividades de rutina, entrar a las casas, en general, fue la que más me alteró. Muy a menudo entrar en esas casas no tenía ningún valor operativo. Al principio lo veíamos así, pero después de un tiempo se convirtió en algo común. No importaba quién viviera allí. En la mayoría de los casos sabías que eran personas inocentes, pero la “necesidad de seguridad” era una excusa para todo. En realidad, entrar en la casa de una persona es la invasión más profunda a su privacidad. A veces eso iba acompañado de búsquedas sin sentido en los armarios y las pertenencias personales. Podíamos hacerlo y lo hacíamos. Esa era la razón.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Creo que las cosas que suceden allí deben ser parte del discurso público. Es fácil decir que, como soldados, únicamente entramos en las casas y buscamos armas de las personas que quieren matarnos. Pero no es tan simple. Muchas veces durante mi servicio hice cosas que luego, en retrospectiva, entendí que eran puro acoso para demostrar a los residentes de allí, a los palestinos, quién era el jefe. Tal vez haga el trabajo para los generales, pero debe ser la decisión del público. ¡Lo que sucede allí en realidad contradice los códigos de ética del propio Ejército! Si el Ejército no puede criticar su propia política, el público debe hacerlo.
Maya Eshel
Edad: 24. Lugar de residencia: Boston. Lugar y época de actuación: base aérea de Ovda y Chatmar Etzion, 2014-2016. Rango: sargento, tal vez (no lo recuerda bien).
¿Cuál fue la actividad más difícil, inmoral o ilegal en la que participaste o de la que fuiste testigo durante tu tiempo en el Ejército?
Lo más duro de la ocupación para mí fue cómo la sociedad militar logró deshumanizar a los palestinos hasta el punto en que sentí que eran mis enemigos naturales. Mientras servía en Chatmar, veía a muchachos caminando desde la entrada de la base hacia la clínica. Estos niños, a veces adolescentes, tenían los ojos vendados con las manos atadas a la espalda. También había un centro de detención en Chatmar. A los soldados se nos permitió visitarlo, y tenía curiosidad por ver qué sucedía dentro. En el centro de estas grandes puertas de metal había una pequeña abertura rectangular por donde miraban los ojos de los palestinos. Los guardias nos dieron a mí y a un amigo un “recorrido” por la prisión. Nos mostraron una celda vacía y cómo golpeaban a los prisioneros si no se comportaban. Al ver los ojos de los hombres y los niños dentro del centro de detención y a los niños arrastrados a la base no los reconocí como seres humanos, sino como mis enemigos. La dinámica de poder era tan obvia... Estaba con uniforme y podía moverme libremente, sin miedo, mientras ellos estaban siendo restringidos violentamente; sin embargo, les tenía miedo. Todavía les tenía miedo.
¿Por qué decidiste hablar de esto?
Decidí hablar sobre mis experiencias en Cisjordania porque muchos jóvenes israelíes se unen al Ejército sin entender en qué van a estar involucrados. Cuando dejé el Ejército me sentí confundida acerca de eso en lo que había participado. Hoy me siento usada, manipulada y avergonzada. No soy menos responsable del control violento de las vidas de los palestinos que un soldado que va a los barrios de palestinos y ejerce directamente su control sobre ellos.
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