Funde a negro para luego fundir a blanco. La histórica obsesión de la muerte de la muerte o el nacimiento de un bonus: la posibilidad no tan sci-fi de estirar la vida. Así, en Gran Bretaña, dentro de la Universidad de Cambridge y en línea directa con Silicon Valley, en California, un conjunto de científicos está intentando retrasar el envejecimiento. Que los años pasen pero que el cuerpo no se marchite ni vaya apagándose. De esta manera, están investigando la vejez desde una perspectiva médica, lo que se constituye como el sueño de una existencia más larga y plena.

No obstante, envejecer no es una enfermedad. Ni para Aubrey de Grey, biogerontólogo británico a cargo de esta investigación, ni para la ciencia. “La vejez es un problema para el cual tenemos la capacidad de desarrollar medicina para que la gente no se enferme cuando envejezca, pero no es la misma medicina que usamos cuando alguien tiene una infección”, aclara. De Grey, autor del libro El fin del envejecimiento (Lola Books, 2013), lleva más de 25 años investigando el tema y se espanta de la discutible idea de “jugar a Dios”, porque básicamente su trabajo tiene un correlato en otro tendal de investigaciones que no están en tela de juicio —la reducción de la contaminación, los materiales degradables, la cura a enfermedades y un largo etcétera— y no dialoga con miradas filosóficas ni con dogmas religiosos. No juega a Dios: trabaja en ciencia.

Su investigación despierta curiosidad y ya son varias las celebridades que se acercaron a su equipo con el sueño de retrasar el envejecimiento (desde un actor de la serie Battlestar Galactica hasta la superestrella de la música electrónica Steve Aoki). “Hay 30% de probabilidades de alcanzar vencer a la vejez en aproximadamente 17 años, desde la fecha de hoy”, advierte De Grey. Y, de paso, también se ataja: “Hay otro 10% de probabilidades de que no lleguemos ni en 100 años”. Mientras tanto, el biogerontólogo recomienda mantener una vida saludable para que el cuerpo llegue de la mejor manera a la vejez y, si él y la ciencia lo permiten, acercarse a esa posibilidad de pedirle a Dios jugar un tiempito más.

¿Cuándo comenzaste a trabajar con esto de tratar de retrasar el envejecimiento?

Hace 25 años que estoy trabajando en el tema. De hecho cambié el campo de investigación entre los 20 y los 30, porque me di cuenta de que muy pocas personas estaban trabajando en mantener a la gente saludable para poder extender su vida. O, al menos, no lo hacían de la manera correcta, ni investigaban los problemas latentes que ocasionan enfermedades conforme vamos envejeciendo, y me pareció terrible. Antes de eso estaba trabajando en investigaciones de inteligencia artificial, respecto de lo cual también me pareció terrible que la gente tenga que pasar tiempo haciendo cosas que no haría si no le pagaran, por lo que la automatización sería muy viable. Pero el del envejecimiento es claramente un problema que causa mucho más sufrimiento que cualquier otra cosa en el mundo, y me di cuenta de que quizás yo pueda hacer una diferencia en el tema aplicando una perspectiva distinta al asunto, ya que vengo de otro campo de estudio. Hay muchos otros ejemplos en la ciencia y la tecnología en los que gente que viene de otros campos de investigación hace enormes aportes. Afortunadamente, estoy en la posición de poder hacerlo sin muchos riesgos.

¿Se considera a la vejez como una enfermedad?

No sé si en español aplica, pero en inglés tenemos una dificultad en todo el tema de clasificar la vejez como una enfermedad. El término enfermedad tiene muchas connotaciones. Esencialmente, catalogar a la vejez como una enfermedad genera la expectativa de que pueda haber una cura, de que exista la posibilidad de que se pueda eliminar del cuerpo de la misma manera que eliminamos una infección. La vejez no es una enfermedad, es algo distinto: da la impresión de que está fuera del alcance de la ciencia y la tecnología, y que no podemos hacer nada al respecto. Entonces, lo que hago es no asociarlo ni a ese ni a otro término. Lo que digo de la vejez es que es un problema médico, un problema para el cual tenemos la capacidad de desarrollar medicina para que la gente no se enferme cuando envejezca, pero no es la misma medicina que usamos cuando alguien tiene una infección.

Tu teoría puede resultar un poco polémica. ¿Cuándo pensás que tus investigaciones se puedan probar en la vida cotidiana?

Es un tema delicado, y a los científicos les cuesta un poco responder estas preguntas. Por eso trato de no huirle al asunto, porque tengo el deber de responder, porque es mi campo de investigación; sí tengo que tener cuidado de cómo lo hago, porque, como en toda tecnología pionera, los hechos son especulativos. De esta manera, lo que puedo decir son solamente respuestas probabilísticas. Lo mencionable, por mis estimaciones, es que hay 30% de probabilidades de alcanzar vencer a la vejez en aproximadamente 17 años, desde la fecha de hoy. Hay otro 10% de probabilidades de que no lleguemos ni en 100 años.

¿Todos los cuerpos tienen la posibilidad de vencer a la vejez? Teniendo en cuenta nuestro estilo de vida, ¿hay cuerpos más aptos que otros para aplicar esta investigación?

Definitivamente deberíamos pensar así; si bien no sabemos cuándo vamos a poder probar los resultados, mientras más saludables podamos mantenernos, mejores beneficios obtendremos. Por supuesto que todo esto no va a servir si ya estamos muertos o casi muertos.

¿Qué margen de error tiene ir en contra de los procesos naturales?

Respondo este tipo de preguntas todo el tiempo, pero me gustaría empezar respondiendo por qué las encuentro tan molestas. La razón fundamental por la que las encuentro frustrantes es porque hace 15 años que me las vienen haciendo, pero nadie pareciera tomarse el trabajo de entenderlas y absorberlas. Nunca nadie contradice mis respuestas. Cualquier persona inteligente podría ver la lógica de esto, que es muy sencilla, pero pareciera que no lo hacen, así que lo explico otra vez: antes que nada, debemos discernir entre los planteos filosóficos acerca de envejecer y los sociológicos. Sociológicamente se cree que la muerte le da sentido a la vida, cuando no es así. Esa creencia no incorpora el entendimiento de que esto es sólo investigación médica, que lo que estamos haciendo es mantener a la gente sana y saludable cuando de otra manera no sucedería. La gente que dice que la muerte le da sentido a la vida o que estamos jugando a ser Dios sospechosamente no dice lo mismo cuando se le pregunta acerca de su postura frente a los estudios de la cura del Alzheimer, el cáncer o lo que fuera. Estas posturas sólo aparecen porque la gente decidió creer, de manera completamente errónea, que la vejez no es un problema médico y que es completamente diferente que las enfermedades. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿la vejez es una enfermedad o no? Si lo vemos desde un punto de vista religioso, no hay manera de estar jugando a ser Dios o de interrumpir los planes de Dios, porque Dios es omnipotente y puede atacarte con un rayo donde sea que estés, ¿no? Pasando a lo filosófico, preguntas como “¿dónde viviría tanta gente?”, “¿los dictadores vivirían para siempre?” o “¿será aburrido vivir para siempre?” tienen respuestas obvias. La última vez que me fijé, ser dictador estaba en los primeros lugares de los trabajos riesgosos: rara vez mueren de vejez, y los que lo hacen se aseguran de tener arreglada la sucesión, por lo que, afectivamente, ya son inmortales. Actualmente ya nos estamos encargando del tema de tener mucha gente en el planeta, lo hacemos reduciendo la cantidad de contaminación que produce una persona, cambiando a sistemas de energía renovables, desarrollando carne artificial, bacterias que desintegran plástico y esas cosas. Y estas tecnologías vienen antes de que se desarrollen maneras para vencer a la vejez. Entonces, es completamente egoísta decir que deberíamos dejar que la gente se muera por enfermedad o que deberíamos dejar que se enferme cuando envejece sólo porque nos preocupa la cantidad de gente que va a haber en el planeta. Y todo esto sin mencionar que la gente naturalmente está dejando de tener hijos o que las personas del futuro podrían tener que tomar la decisión de tener menos hijos que los deseados o que todo el mundo se enferme cuando envejezca. ¿Ves a lo que voy? Es muy fácil responder estas preguntas, por lo que es completamente asombroso que se nieguen a ver y que no recuerden estas respuestas cuando las escuchan. Creo que es una cuestión psicológica y que las personas se niegan a renunciar a creer que la vejez es una bendición e ignoran el tema para continuar con sus cortas y miserables vidas.

¿En qué instancia de desarrollo está la investigación?

Voy a dividir la respuesta en varias secciones. La primera parte es que el enfoque es el de reparación de daños, en el que identificamos qué tipo de nuevas terapias podemos desarrollar para eliminar varios tipos de daño molecular y celular que el cuerpo se produce a sí mismo como producto del funcionamiento natural. Lo llamamos reparación de daños, lo que implica un abordaje del estilo “divide y reinarás”, porque necesitamos desarrollar diferentes terapias para poder tratar distintos daños, y tenemos que hacerlas todas porque cualquier daño puede matarte. Eso significa que algunas de estas terapias ya están muy desarrolladas, y en este punto ya no son mi problema porque están siendo probadas por nuevas compañías con las que trabajo muy de cerca, porque mis estudios benefician su desarrollo. Yo las ayudo a conectarse con inversores para que financien su desarrollo final e implementación. Otras terapias a las que les faltan uno o dos años también están siendo desarrolladas por nuevas compañías, para las cuales a veces es difícil conseguir dinero. El margen de error todavía es muy grande y los inversores no quieren arriesgarse. En el extremo más lejano del espectro se encuentran aquellas terapias a las cuales aún les faltan cinco años o más, las cuales no están habilitadas para recibir financiamiento. Y esa es una de las cosas de las que se encarga SENS Research Foundation, porque nosotros somos una fundación sin fines de lucro, somos caridad, por lo que si nos dan dinero no obtienen un porcentaje de las ganancias del proyecto cuando se desarrolle y se implemente, pero sí pueden obtener un descuento de impuestos al final del año. Nuestros laboratorios están situados en Silicon Valley, en California, donde hacemos parte de nuestro trabajo. También apoyamos diferentes grupos académicos de universidades e institutos. Somos muy pequeños y hacemos todo con un presupuesto muy acotado, de cinco millones de dólares al año. La buena noticia es que todo está yendo muy bien; incluso las áreas más complicadas del estudio están avanzando muy bien, cosa que no pasaba cinco años atrás.

¿Hay famosos que te hayan contactado o que ya estén buscando alargar sus vidas?

Si lo quieren hacer y les interesan los avances que estamos haciendo, es completamente razonable. En este punto, lo ideal es mantenerse sano y saludable el mayor tiempo posible, para poder estar en un buen estado cuando las terapias puedan implementarse. Aunque otra manera viable es ayudar a que estas terapias se desarrollen más rápido, y si tienen el suficiente dinero para hacerlo la manera de lograrlo es donando y financiando, porque definitivamente los avances de la fundación se encuentran limitados al recurso económico con el que cuente, y lógicamente irían más rápido si tuviéramos más recursos. Las celebridades influencian a la sociedad; si salen a decir “este es el mayor problema que tenemos hoy en día”, la gente se interesa mucho más. Hemos tenido algunas celebridades interesadas, como Edward James Olmos, quien interpretó al capitán Adama en Battlestar Galactica, o el DJ Steve Aoki. La coordinadora de alcance global, María Entraigues Abramson, es de Buenos Aires, actualmente vive en California, y antes de trabajar con nosotros era escritora y cantante, por lo que tiene algunas conexiones con el mundo del espectáculo y, con el enfoque correcto, podemos llegar a interesar a más y más gente.