Actriz, poeta, cantante, Rosario Bléfari murió el 6 de julio, a los 54 años. “Fue la inventora de casi todo”, dice Hernán Panessi, que durante una década guardó esta breve entrevista con ella.

Era junio de 2009 y Rosario Bléfari andaba de viaje. Un año antes había editado Calendario, su cuarto disco solista. Durante todo 2009 Bléfari presentó y habló sobre ese disco agridulce. “Es un disco que hice a mi modo, en todos los sentidos”, me dijo. Yo tenía 22 años y no era, digamos, el mejor periodista del mundo. “Ella tiene la fiereza de las bestias que no encajan en ese tópico color de rosa”, la pintó la colega Julia González en una nota hermosa que publicó en las páginas del Suplemento NO del diario argentino Página 12 algún día de marzo de 2009. Y, ahora que me toca, con la perspectiva que otorga el tiempo, puedo definirla nítida y sencillamente: Bléfari fue la inventora de casi todo.

“Al mismo tiempo, Calendario significó bastante esfuerzo por estar en casi todos los puestos. Hoy por hoy no volvería a hacer un disco así, pero ya no puedo seguir pensando en él, ya estoy vislumbrando el siguiente”, siguió Bléfari, desde algún lugar que nunca precisó. “Estas canciones ya se incorporaron al repertorio general, una gran oleada de canciones que se mezclan y agitan en cada fecha”, continuaba la marplatense.

Mi insistente pedido de entrevistarla (uno, dos, mil mails; perdón, Rosario) llegó con unas disculpas de su parte: “Hola, no respondí porque anduve muy ocupada y viajando. Estoy con las fechas cambiadas. Entonces anduve sin posibilidades de programar nada”, explicó. Pero lo más importante es lo que apunto a continuación: “Te contesto así, sinceramente, como realmente siento las preguntas”.

¿Qué te quedó de Suárez?

Todo.

¿Cómo fue filmar con Martín Rejtman en Silvia Prieto?

Fue difícil, fácil y genial.

Por esos días, la artista argentina había participado en 4 Woman No Cry, un proyecto coral de la artista electrónica alemana Gudrun Gut. “No sé cómo Gudrun Gut armó el proyecto, pero a mí me escribió un mail porque escuchó el disco Cara al entrar en una disquería de Buenos Aires. Ahí preguntó por solistas y, entre otros, no sé cuáles, le ofrecieron mi disco”, me explicó. También colaboraba eventualmente con La Mano, extinta publicación rockera dirigida por Roberto Pettinato. “Lo hago de vez en cuando, pero no sobre música. De hecho, me acuerdo de que una vez escribí sobre La Pampa y otra sobre Matías Perego, un artista plástico”, contó.

“No me inspiro: escribo y trabajo sobre eso”, reconoció Bléfari, que dejó seis discos con su banda Suárez (la agrupación que abrió las puertas del futuro y de la que fue la frontwoman ideal para destrabar otros universos desconocidos para nosotros), unos siete en solitario (mágica y misteriosa), otros dos con Sue Mon Mont (esa súper banda que contaba con Gustavo Niño Elefante Monsalvo de Él Mató a un Policía Motorizado, Tifa Rex de Los Reyes del Falsete y Marcos Díaz de Bosques) y otro más con Los Mundos Posibles. Además, apareció en una veintena de películas, publicó una decena de libros, actuó en otro montón de obras de teatro y tuvo un tendal de gestos (que fueron fanzines, literatura e inspiración). Y tenía razón: lo suyo era la escritura y el trabajo. Trabajo y trabajo. Pero acá la dicha no ocurrió por la varita, sino por su magia.

Escribís, actuás, componés y tocás, sos definitivamente una artista multidisciplinaria. ¿Cuál es la actividad artística a la que más tiempo le dedicás y cuál es la que te deja mayor rédito?

No tengo la menor idea. Ninguna es más redituable que la otra, pero te podría decir que vivo de la música. Lo que pasa es que, justamente, no las divido: lo que gano de la música, para mí lo gano de la poesía, de la actuación y de enseñar. ¿Cómo divido eso? A veces hago un trabajo específico de actuación o de docencia y me pagan por eso, pero es gracias a lo demás también. Es lo que gano por todo lo que soy.

Dedos que son poesía, una voz que es canción y un cuerpo que es arte. Rosario Bléfari falleció en Santa Rosa, La Pampa, el 6 de julio, a sus 54 años. Y su legado será eterno: se yergue insoslayable como una de las más grandes figuras dentro de la escena alternativa argentina. “No suelo tener momentos de paz, pero me imagino que, en caso de que los tuviera, me gustaría escuchar cantar a los pájaros o el viento entre los árboles”, dibujó cuando le pregunté sobre qué escuchaba cuando estaba tranquila.