Nos detuvimos en una verdulería en Minas porque sabíamos que Agustina valoraría mucho que le lleváramos frutas. Todavía no ha cumplido su sueño de autoabastecerse en Villa Serrana, donde vive junto a su hija de 11 años y hacia donde nos dirigíamos.
En 1946 inversores nacionales y extranjeros de origen patricio pertenecientes al Grupo Villa Serrana SA encomendaron al arquitecto Julio Vilamajó la construcción de una villa de vacaciones al estilo europeo ubicada en los valles de los cerros Penitente y Marmarajá. Se aprovecharon los desniveles del terreno y se buscó cuidar y respetar la flora y la fauna nativas realizando un marco legal que lo sostiene y protege. El objetivo era mantener el entorno natural, por considerarlo el principal encanto del lugar, y para ello utilizaron, en el diseño inicial, materiales autóctonos, como la madera y la piedra, para de esa manera lograr una armonía entre las construcciones y la naturaleza que allí se habita.
A partir de la Ley Forestal del 28 de diciembre de 1988, se alentó a plantar eucaliptos y pinos para leña y papel en gran parte de la zona porque se consideró que tiene un suelo poco adecuado para el cultivo agrícola. Lo que abunda allí son las piedras basálticas, como la mica, el feldespato y el cuarzo. Además de forestación, hay producción ganadera y existe también alguna explotación de minería pétrea. A cuatro kilómetros de Villa Serrana está la planta de Ancap donde se calcina la piedra caliza para la fabricación de cemento.
Villa Serrana es parte de las serranías del este, que cubren parte de los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Lavalleja y Maldonado. Se extienden casi en paralelo al océano, desde Brasil hasta las proximidades de Pan de Azúcar, a lo largo de aproximadamente 390 kilómetros. Esta serranía es fuente divisoria de las cuencas del río Negro al noroeste y de la laguna Merín y el océano Atlántico al sureste, e incluso llega a la cuenca del Santa Lucía, ya que la naciente de ese río se inicia a pocos kilómetros de Villa Serrana.
En el paisaje predominan sierras de más de 300 metros de altitud, con hondonadas que confluyen en el estrecho Valle de la Alegría, donde se encuentra el lago. Este lago artificial es el embalse del arroyo Miraflores y la afluencia de la cañada La Leona, donde se construyó en 1958 la represa Enrique Stewart Vargas —que lleva el nombre de su constructor—, formando un gran espejo de agua en el que se puede llegar a ver carpinchos bebiendo. El predio del parque que rodea el lago es propiedad privada de uso público, según lo establecido en el diseño inicial, y forma parte de nuestro patrimonio nacional.
En este lugar mágico vive nuestra amiga Agustina, sobre la Sierra de la Leona, con el arroyo homónimo a sus pies, y desde allí custodia el valle. Para ella es muy importante que se preserve el espíritu del lugar, eso indescriptible que atrapa a quien tiene el privilegio de pasar unos días allí, el cielo explotando de estrellas y el suelo de cuarzo y mica que en las noches de luna parece que tuviera brillantina.
Agustina nos hospedó en su hermosa casa, sitio que supo ser un hotel, ahora convertido en hogar, un gran chalet estratégicamente ubicado arriba de una colina con una enorme terraza con vista panorámica al lago. Ella se encarga del mantenimiento del lugar, pinta, pica paredes, decora y llena de arte todos los rincones. Fuera de su casa vemos chalchales, coronillas, enviras, arueras y un monte de eucaliptos plantado para leña.
Allophylus edulis
Nombre popular: Chal chal.
Porte: Arbusto o árbol bajo, de 4 a 7 m de altura.
Hojas: Alternas, trifoliadas.
Follaje: Persistente.
Flores: Pequeñas, blancas, dispuestas en racimillos.
Fruto: Drupa globosa.
Usos: Ornamental, su madera se usa para hacer carbón y muebles rústicos, tiene propiedades medicinales y sus hojas se agregan al tereré por sus cualidades refrescantes.
Nos detuvimos cerca de un chal chal, árbol endémico de América del Sur que puede alcanzar, excepcionalmente, los 15 metros de altura. Tiene hojas dentadas y en grupos de a tres, trifoliadas, que lo hacen inconfundible. Sus hojas son utilizadas por sus propiedades curativas ante afecciones al hígado, ya que son hepatoprotectoras y depurativas.
El pájaro zorzal común o chalchalero (Turdus rufiventris) se alimenta de sus frutos. Cuando comienza la primavera esta ave de tamaño medio y de vientre rojo y dorso marrón es la primera en cantar antes de que salga el sol. El grupo musical argentino Los Chalchaleros le escribió esta canción:
...El canto del chalchalero,
la siesta del aire moja
y tiñe de amor la roja
pluma del pecho con el chalchal.
Canción de los chalchaleros,
vertiente de pluma en flor,
abierto color de ceibo,
lastimadura del corazón.
Qué lindo cuando la espuma
con ojos de nieve baja
y en blancos jazmines cuaja,
temblor de luna sobre el chalchal.
Al alba los chalchaleros
harán del cielo una rama
donde el chalchal se derrama,
sonora sangre del manantial...
Bajamos hasta el lago para charlar con Claudio, el guardaparques contratado por Villa Serrana SA. Vive allí desde 2011 y nos contó que eligió su terreno porque en él está uno de los coronillas más añejos de la zona, de casi 350 años. Este árbol, nativo de nuestro país y de madera dura, es uno de los más buscados para postes y para leña, ya que su brasa es de larga duración.
Su nombre proviene del latín scutum, que significa “escudo”, en alusión a la forma que tiene el disco de la flor, y buxifolia refiere a lo similares que son sus hojas a las del boj común, Buxus sempervirens, del latín buxus, “boj”, y folium, “hoja”.
Esta especie, de grandes espinas que al principio son verdes y luego marrones, hasta grisáceas, es la que hospeda a la mariposa bandera argentina (Morpho epistrophus argentinus). Sus orugas, peludas y de color rojo y negro, con algunas pintitas blancas, se alimentan de las hojas. Estos gusanitos suelen andar en grupos compactos sobre la corteza del tronco o colgando de las ramas. Por la noche, se separan para alimentarse. Esto ocurre en otoño hasta la primavera, cuando se transforman en crisálidas, la fase de desarrollo posterior a la forma de larva y anterior a la metamorfosis completa, que da origen a esta mariposa grande, con tonalidades celestes y blancas y un atrapante vuelo ondulante.
Scutia buxifolia Reiss
Nombre popular: Coronilla.
Porte: Árbol de hasta 12 m de altura.
Hojas: Simples, opuestas.
Follaje: Persistente
Flores: Flores pequeñas, de 2,6 mm de diámetro. Floración en setiembre-octubre.
Fruto: Drupa globosa, de 3 mm a 5 mm de diámetro, a fines de verano.
Usos: Muy buena madera para leña.
Y es tan nuestro el flautista del boscaje
que, apagando su música salvaje,
para morir, al coronilla salta.
“La pajarera nativa”, Pedro Leandro Ipuche, 1972
El predio del parque que rodea el lago es propiedad de Villa Serrana SA y está destinado a uso público, recreacional, educativo y para su conservación. Este sitio está catalogado como parte de nuestro patrimonio nacional.
Claudio trabaja en investigación, preservación y educación ambiental. Es un gran defensor del trabajo integral y tiene una visión holística del medioambiente. Nos cuenta que trabajó muchos años vinculándose con el interior, con la profundidad del paisaje. Le interesa ver qué es lo que pasa detrás de ese universo más sutil del ecosistema con una mirada que integra al ser humano con su entorno. Porque lo que suele pasar en estos lugares, reflexiona, es que se mira sólo la postal. Él busca vincularse con el paisaje desde un lugar bioético más profundo.
Es muy interesante observar en esta zona la degradación del monte serrano, nos cuenta. Lo que se ve son rebrotes de árboles que fueron talados muchos años atrás.
En la Segunda Guerra Mundial, con el cambio de la matriz energética, se precisó muchísimo carbón vegetal para Montevideo, y Lavalleja fue uno de los lugares donde esto impactó mucho, ya que fue el proveedor de la capital durante muchos años. También sucedió por la creación de la ley de alambrados de fines del siglo XIX, cuando se extrajo mucha madera para postes y piques.
Salimos a caminar de paseo por el parque y Claudio nos contó del aula al aire libre, donde dan talleres en lo que antes era un echadero de ganado, un refugio en el monte con un lugar abierto para sentarse. Con senderos interpretativos vamos conociendo las especies del lugar. Nos cuenta que la idea es colocar más cartelería y códigos QR. Por otra parte, cercaron un predio al que el turista no puede acceder, con el fin de restaurarlo y generar un corredor biológico por el que los animales puedan transitar con tranquilidad cuando van a tomar agua al lago.
Coronillas, sombras de toro, enviras, guayabos colorados, ramas negras, espinas amarillas, murtas, palos de fierro y talas trepadores son ejemplos de las especies que observamos, además de alguna exótica invasora, como el Senecio madagascariensis, que toma cada vez más lugar en nuestros campos.
Celtis iguanaea
Nombre popular: Tala trepador.
Porte: Árbol apoyante de 3 a 12 m de altura, a veces trepador.
Hojas: Simples, alternas, ovadas, de borde dentado.
Follaje: Semicaduco.
Flores: Pequeñas, verduscas y axilares.
Fruto: Drupa amarilla.
Usos: Fruto comestible, ornamental.
Nos llamó poderosamente la atención la cantidad de ejemplares de yerba del pajarito (Tripodanthus acutifolius), una planta hemiparásita nativa que se desarrolla sobre árboles leñosos y absorbe sus nutrientes, ya que depende del hospedante para vivir. Su semilla es bastante pegajosa, y luego de que un pájaro la come su excremento cae en ramas; allí empieza a meterse a la savia del árbol y lo parasita, con lo que eventualmente crece, se desarrolla mucho y empieza a formar lianas, que se ven como trípodes que llegan al suelo. De ahí su nombre Tripodanthus, y acutifolius es un epíteto que refiere a la forma de sus hojas: acuta, que en latín es “afilado” o “puntiagudo”, y folia, de “hoja”.
Claudio nos explicó que una yerba pajarito en un árbol no es un problema, pero tres sí lo son y hay que arrancarlas. “Acá hay demasiadas dominando”, nos dice. Esas plantas forman una densa mata que cuelga del árbol o una intrincada enredadera que cubre la copa. Uno de sus nombres comunes es sipó, que quiere decir “garra” en guaraní. Cuenta la leyenda que si uno se pierde en el monte y corta unos sipós como para ayudar a los árboles, ellos te ayudan mostrándote el camino.
Tripodanthus acutifolius
Nombre popular: Yerba del pajarito.
Porte: Hierba hemiparásita.
Hojas: Opuestas, cilíndricas, más largas que anchas.
Follaje: Persistente.
Flores: Pedúnculo de a tres.
Fruto: Inflorescencias laterales y terminales.
Usos: Se emplea principalmente como oxitócica; son abortivas, hipotensoras, emenagogas y cardiotónicas.
Seguimos el recorrido y nos vamos hasta el otro lado del lago, donde hay bosques plantados con especies exóticas. El arquitecto Julio Vilamajó, que creó la villa, no sólo tuvo en cuenta la geografía del lugar para proyectar las construcciones, sino que también pensó en incorporar otras especies de árboles, con hojas caducas, para que el otoño tiñera la sierra de diferentes colores y se realzara la belleza del paisaje. El álamo plateado es un ejemplo de esto. Vilamajó pensaba en el molle ceniciento por su color grisáceo, que contrasta con el verde “monótono” de nuestra flora.
En esa búsqueda, se plantaron álamos plateados, cipreses calvos, cedros del Líbano y lambertianas, y con estas especies llegaron muchas hiedras que ahora adornan los troncos gruesos de estos gigantes y los cubren por completo, algo muy pintoresco de ver. En la entrada a Villa Serrana hay un bosque de fresnos frente a la piedra alta que en otoño tiñe de amarillo el lugar.
Sin embargo, nunca se pensó, nos comenta Claudio, en la cantidad de hojarasca que se genera, que cubre todo el tapiz vegetal y cuando se arrastra va hacia al lago y le aporta biomasa, con las consecuencias que eso conlleva. No se pensó tampoco en cómo los Ailanthus altissima, el falso nogal o árbol del cielo, genera sustancias alelopáticas que dan alergia a otras plantas a través de las raíces y compiten con ellas. Cuando se introdujo esta especie proveniente de China en Europa, por su similitud con el nogal y su rápido crecimiento, no se sabía que iba a avanzar tanto, hasta convertirse en una especie invasora, por lo que terminó prohibiéndose.
No sólo la incorporación de especies exóticas genera consecuencias: el gran auge inmobiliario también hace lo propio, y hay un exceso de fraccionamientos. “Está muy expuesta la villa”, dice Claudio. “Si cada uno que llega tala, si cada uno que llega genera un jardín urbano con su césped, se va perdiendo biodiversidad solar a solar”.
Hay medidas cautelares interesantes que tratan de frenar esos procesos, como el factor de ocupación del suelo, el porcentaje de especies nativas que tienen que tener los predios o la decisión de no tocar árboles viejos. Así, el que compra tiene un marco normativo vigente, pero a veces los habitantes colocan casas hechas con contenedores y se saltean esos pasos.
Uno de los grandes problemas que tiene Villa Serrana actualmente es el vertido de las aguas negras y grises al sistema: 90% de las casas del lugar tiene pozos negros infiltrantes, y eso ya está impactando en las cañadas. También hay un proceso erosivo generado por la caminería. Todos los años se rellenan las calles y ese relleno termina llegando hacia el lago, lo que propicia, junto con la carga de biomasa ya mencionada, que se genere un proceso que se llama colmatación de cubetas, por el cual el lago pierde profundidad; a su vez, por el exceso de nutrientes, se da un proceso de eutrofización.
La enramada de las tarariras (Ludwigia peploides) actualmente cubre casi 80% del espejo de agua del lago y tendría que ocupar sólo el litoral. Es una planta acuática nativa que es deseable porque ofrece refugio a los animales para distintas dinámicas de las cadenas tróficas del lago, nos explica Claudio, pero en exceso es una carga de nutrientes de biomasa, lo que genera la aparición de cianobacterias.
Ludwigia peploides
Nombre popular: Enramada de las tarariras.
Porte: Hierba acuática, radicante.
Hojas: Simples.
Follaje: Perenne.
Flores: Con cinco pétalos. Florece durante la primavera.
Fruto: Cápsula de forma más o menos cilíndrica. Florece durante la primavera.
Usos: Ornamental. Sus hojas son utilizadas para lavar heridas.
A su vez, hubo un empuje pospandemia con el cual el público de Villa Serrana aumentó. Los fines de semana había 100% de ocupación, con las consecuencias que eso acarrea. Mucha gente que busca disfrutar llega sin saber con qué se va a encontrar, y lo que se ofrece aquí es tranquilidad y un vínculo con la naturaleza. Pero, de acuerdo con Claudio, no siempre es lo que se espera. Ahora hay gente todo el año. No se sabe bien por qué llegan las personas al lugar, si es por la postal, por una visión superficial del lugar, reflexiona Claudio. En Villa Serrana se está intentando, y ya se está por lograr, declarar el cielo oscuro como patrimonio; se lo quiere mantener como paisaje protegido, ya que es uno de los más grandes atractivos del lugar.
Para solucionar todos estos problemas se hizo un plan de ordenamiento territorial que fue recientemente aprobado gracias al trabajo realizado por la Liga de Fomento, con el asesoramiento de la arquitecta Verónica Pastore -quien trabajó con Claudio para desarrollar el plan- y con Roberto Villamarzo como el experto a cargo de su elaboración. También participaron varias instituciones, como la Dirección Nacional de Ordenamiento Territorial. Con esto se logra que haya más control y se preserve la esencia del lugar. Las casas hechas con contenedores, por ejemplo, tienen que tener revestidas las fachadas y techos con madera y piedra. Se crearán humedales para filtrar las aguas y se controlarán los pozos infiltrantes. Hay caminos que permanecerán como pasajes peatonales, para que no pierdan el tapiz vegetal que tienen y así frenar el avance de la urbanización y el empuje inmobiliario; se busca preservar los espacios agrestes así de disfrutables, porque si hay algo que tiene Villa Serrana es que ofrece la posibilidad de estar mano a mano con la naturaleza en cómodas casas que se mimetizan con el paisaje.