Playa Penino, kilómetro 23 de la ruta 1.

Con frecuencia sucede que muy cerca de una ciudad se pueden encontrar lugares perfectos para disfrutar de la observación de fauna silvestre, pero por falta de información no mucha gente llega a ellos. Playa Penino es un claro ejemplo de esos casos.

Esta larga playa se encuentra en el extremo del departamento de San José, a la altura de Ciudad del Plata, y es el último tramo de la desembocadura del río Santa Lucía en el Río de la Plata, por el kilómetro 23 de la ruta 1. Saliendo de Montevideo, a pocos minutos de cruzar el puente sobre el Santa Lucía ya se pueden ver los carteles indicando la salida hacia la izquierda.

El tucu-tucu se mueve siempre atento y cerca de la entrada de su cueva para correr a esconderse ante una amenaza.

El tucu-tucu se mueve siempre atento y cerca de la entrada de su cueva para correr a esconderse ante una amenaza.

Aquí la desembocadura del río marca los ritmos de la vida de la playa y genera las condiciones biológicas que la llevan a ser un sitio muy peculiar en la costa uruguaya en cuanto a la observación de aves. En estas playas se da el tránsito entre el agua dulce y la salada, lo que genera un ambiente dinámico que va variando al ritmo de la marea. Cerca de las playas hay pequeñas lagunas donde se refugian algunos peces y anfibios entre los juncos y otras plantas de la orilla, y la flora que se encuentra en los márgenes de estas lagunas atrae a buena cantidad de insectos.

Caminando entre los juncos vimos volar algunas libélulas, mangangás y varias mariposas. Se destacaba por su aleteo lento y elegante una mariposa de las que son llamadas “de Peñarol” por sus colores. Iba buscando flores donde alimentarse, pero sin ningún apuro, posándose sólo cada tanto, cuando encontraba una flor de su agrado. Llevó un buen rato sacarle una foto.

Como defensa, las larvas de esta mariposa han desarrollado una forma y un color que recuerdan el excremento de un ave caído sobre una hoja. Se mueven poco mientras se alimentan, y de esta manera es más difícil que las vea un predador.

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Cuervillos, una de las tantas especies de aves acuáticas que cruzan regularmente el cielo de Playa Penino.

Cuervillos, una de las tantas especies de aves acuáticas que cruzan regularmente el cielo de Playa Penino.

Continuando la bajada hacia el agua se llega a la playa, muy larga, que se pierde en el horizonte, interrumpida cada tanto por pequeños arroyitos con los que los bañados costeros descargan su sobrante de agua.

En la costa el límite tierra-agua es indefinido y cambiante, y la bajante deja al descubierto, por varias horas, grandes extensiones de arenas barrosas, hasta que vuelve a subir la marea.

En esta zona se mueven cangrejos, insectos, piojos de mar, gusanos acuáticos, conchillas. Aprovechando esta riqueza de alimentos aparecen, por supuesto, las aves, sobre todo las vinculadas al agua. En Penino pueden encontrarse unas 240 especies, es decir, más de la mitad de las registradas para todo el país. De estas, unos dos tercios son aves residentes y el resto corresponde a variedades migratorias. Garzas, gaviotas, chorlitos, patos y halconcitos, entre otros, patrullan la orilla en busca de una oportunidad. En aguas más profundas se mueven biguás, petreles, macás y aves más asociadas a lagunas, como flamencos y cisnes coscoroba y de cuello negro. Sobre la arena mojada, en la zona a la que llegan pequeñas olas, se suele ver multitud de aves caminando, buscando comida.

Un grupo llama la atención por su pico curvado levemente hacia arriba. Se trata de becasas de mar, que avanzan sobre sus largas patas mientras hunden su pico en la orilla en busca de cangrejos, gusanos y larvas. Su plumaje es color crema, muy claro; en la temporada reproductiva cambia a fuertes tonos rojizos, pero como eso ocurre muy al norte del continente, aquí sólo lo conocemos con sus colores de descanso.

Ranas, lagartijas, escarabajos, ratones, culebras, todo entra en la dieta de esta ave rapaz, el chimango.

Ranas, lagartijas, escarabajos, ratones, culebras, todo entra en la dieta de esta ave rapaz, el chimango.

Las aves han desarrollado una serie de adaptaciones que les permiten explotar la mayor cantidad de alimentos disponibles. Muchas tienen largos picos para hundir en la arena buscando gusanos, almejas y pequeños cangrejos. Otras, como los gaviotines, vuelan cerca de la orilla y se dejan caer sobre pequeños peces como aviones en picada, plegando las alas al sumergirse. Casi todas muestran patas largas para no hundirse en el suelo, muchas veces inundado.

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La abundancia de alimento permite que lleguen a Playa Penino muchas aves migratorias que hacen una parada en nuestro país para alimentarse y recargar fuerzas en medio de sus largos viajes. Llegan, comen casi sin pausa por algunas semanas y luego prosiguen su vuelo hacia su destino. Esto permite que si uno viene una vez al mes, encuentre aves muy diferentes en cada oportunidad.

También en grupo, y picoteando la arena sin parar, pasan los playeritos rabadilla blanca, una especie un poco más pequeña que las becasas. Al igual que estas, se reproducen en América del Norte y usan las playas sudamericanas como una gran despensa donde llenarse de comida y prepararse para el exigente viaje de regreso. Por eso es importante la conservación de lugares como Playa Penino, no sólo por la cantidad de animales que viven permanentemente allí, sino por todas esas especies de aves cuya reproducción depende de la existencia de sitios de descanso y alimentación para soportar las largas migraciones que son necesarias para completar sus ciclos vitales.

Es característica del playerito rabadilla blanca esta especie de franja blanca sobre el ojo, a la manera de “ceja”.

Es característica del playerito rabadilla blanca esta especie de franja blanca sobre el ojo, a la manera de “ceja”.

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La pendiente en la playa es escasa y los vientos del sudeste muchas veces no sólo llevan a cubrir las arenas con el agua del río, sino que además inundan los propios bañados costeros. Cuando cambia el viento y sopla desde el norte, grandes porciones de la playa vuelven a quedar al descubierto.

Recorriendo Playa Penino pueden observarse diferentes comunidades de flora: psamófilas (adaptadas a la arena), halófilas (que toleran la sal marina) e hidrófilas (en depresiones inundadas o húmedas entre dunas). Son comunidades vegetales de poca altura, con matorrales y arbustos donde pueden refugiarse algunos animales pequeños, como sapos y roedores.

La vegetación de Penino combina bañados y pequeños montes, todo a muy pocos metros de la playa.

La vegetación de Penino combina bañados y pequeños montes, todo a muy pocos metros de la playa.

Detrás de la franja de dunas hay una depresión en la que se generan las condiciones para que se establezcan algunos árboles, arbustos, trepadoras y otras plantas menores que con sus raíces ayudan a retener la arena ante las crecidas del río. Entre las acacias y los ceibos se ven multitudes de golondrinas, algunas cazando insectos al vuelo y otras buscando hierbas finas para hacer más acolchado el piso de sus nidos. También se puede ver chimangos, pequeñas aves rapaces, vigilando atentos desde su rama a ver si aparece una culebra o un ratón sobre el que caer desde lo alto para atraparlo entre sus garras.

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En un rincón de los arenales se encuentra una serie de pozos. Son las entradas a las cuevas de los tucu-tucus, unos roedores que llevan la mayor parte de su vida bajo tierra, en sus túneles. Pueden llegar, en días nublados, a alimentarse de las raíces de las plantas, comiendo desde sus galerías subterráneas sin salir a la superficie. Son tímidos, de pelo generalmente color canela, aunque en el norte del país vive una especie de pelaje más oscuro. De casi 30 centímetros de largo, con sus poderosos dientes incisivos pueden llegar a dar una buena mordida si alguien intenta atraparlos.

Una mariposa de Peñarol, de alas grandes, vuelo pausado e impactantes colores.

Una mariposa de Peñarol, de alas grandes, vuelo pausado e impactantes colores.

Muchas veces salen a la luz temprano de mañana a alimentarse de algunos tallos, y es entonces cuando si uno se queda quieto cerca de sus cuevas puede llegar a verlos mientras se mueven, siempre cerquita de la entrada y listos para volver a refugiarse rápidamente bajo tierra si aparece alguna amenaza.

Su nombre viene del sonido de unas vocalizaciones que hacen bajo tierra para encontrarse unos a otros en la oscuridad de sus túneles, que puede oírse cuando uno camina cerca de la zona donde habitan.

Incansables viajeras, las becasas de mar se crían en Alaska y Canadá, pero vienen al sur a pasar el invierno y llenarse de comida.

Incansables viajeras, las becasas de mar se crían en Alaska y Canadá, pero vienen al sur a pasar el invierno y llenarse de comida.

Como vemos, esta playa es un buen lugar para ver, si se camina con cuidado y paciencia, a bastantes animales, sobre todo aves, pero también insectos, anfibios y hasta alguna culebra. En pocos metros, diferentes comunidades y ambientes generan condiciones para diversas especies. La cercanía de la población humana no ha impedido, por ahora, que la riqueza natural de Playa Penino se mantenga. Esperemos que la convivencia siga desarrollándose en buenos términos y que todos podamos visitar la zona para admirar la diversidad de vida que se desenvuelve sobre la playa.