Hay un lugar mágico en el Valle del Lunarejo donde la fauna queda al alcance de la mano del visitante. Todo un garzal desarrolla su actividad a pocos metros de una escuela y al borde de un camino vecinal, con una gran cantidad de especies de aves criando a sus pichones muy cerca de quienes se acercan a observarlos.

La existencia de árboles, en este caso sarandíes, en medio de una laguna genera el escenario perfecto para que garzas, cigüeñas y cuervillos armen sus nidos, ya que el agua les hace difícil la llegada a predadores como gatos, zorros y comadrejas. Entonces surgen centenares de nidos y se forman colonias reproductivas en las que una multitud de aves crían en masa.

La hipótesis en torno a este comportamiento supone que, al haber muchas aves juntas, se multiplica la vigilancia ante eventuales predadores. El surgimiento de colonias también se explica por la poca disponibilidad de lugares convenientes para criar a los pichones. Lagunas con árboles sumergidos no abundan en el campo, así que cuando se las encuentra, son muchos los individuos que quiere instalarse allí y se forma una colonia. Las colonias no son exclusivas de las garzas, sino que también son una opción que utilizan regularmente algunas aves marinas como las gaviotas y los gaviotines.

Para la garza blanca, una ventaja de criar en colonias es tener más cantidad de ojos para vigilar posibles amenazas.

Para la garza blanca, una ventaja de criar en colonias es tener más cantidad de ojos para vigilar posibles amenazas.

En cuanto a las garzas, que a primera vista forman una masa de aves muy similares, con unos pocos minutos de observación se puede ver que en realidad se trata de varias especies. Resaltan las garzas blancas grandes, que además de por su tamaño se reconocen fácilmente por su pico amarillo, mientras que las garzas blancas chicas son bastante más pequeñas y tienen el pico oscuro. Además podemos descubrir las garzas bueyeras, reconocibles por las plumas color óxido en su cabeza y su espalda. Completan la escena algunas espátulas, una pareja de cigüeñas y una familia de chajás que también han hecho de este su lugar de reproducción.

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Es notorio que en los últimos años el número de garzas y aves que anidan ha ido variando en este garzal. Esto puede deberse a varios factores, algunos naturales, como la intensidad de las lluvias, que afectan el nivel de agua de la laguna, que se ha hecho más barrosa y con una mayor cantidad de sedimentos. También ha habido cambios en el camino que la bordea, y la colocación de tubos para desagüe del excedente de agua pudo en su momento haber afectado a los propios sarandíes, que son la base de todo el sistema.

La garcita bueyera es una especie que se distingue por el tinte color óxido en su copete de plumas.

La garcita bueyera es una especie que se distingue por el tinte color óxido en su copete de plumas.

De acuerdo con los registros de Emiliano, el guardaparques, que ha hecho un seguimiento de la actividad en los últimos tiempos, hubo un descenso notorio hace unos tres años y muchas especies dejaron de venir. Pero luego la cantidad de aves y especies diferentes se ha ido recuperando de a poco.

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La laguna es un lugar de cría, pero para las especies carnívoras no hay mucha comida allí. Por eso continuamente se ven grupos de garzas que levantan vuelo y se trasladan a algunos bañados o ríos cercanos donde pueden atrapar peces, ranas y alguna que otra culebra, y vuelven cada tanto a traer el alimento a sus crías.

Siempre ruidosas y haciéndose escuchar desde lejos, las bandurrias son una presencia constante en la zona.

Siempre ruidosas y haciéndose escuchar desde lejos, las bandurrias son una presencia constante en la zona.

Aquí se encuentra un mosaico de especies que se mueve en diferentes niveles, complementándose. En las ramas más altas anidan garzas, cuervillos y algunas espátulas rosadas. Los sectores intermedios de los matorrales son recorridos por tijeretas, algún naranjero y garibaldinos. En el nivel más bajo, donde el agua y las ramas se encuentran, se alimentan y hacen su nido varias especies de patos y algunas gallinetas. Las cigüeñas también hacen nidos en la parte baja, dado lo pesado y ancho de sus construcciones. De este modo hay un aprovechamiento más completo del ambiente y disminuye la competencia por los posibles lugares de anidación.

Justamente entre unas raíces que estaban rodeadas por una densa pared de plantas acuáticas y camalotes vimos a un ave caminar sigilosamente, tratando de no llamar la atención mientras buscaba comida. Su color era muy parecido al barro verdoso donde se movía. Se trataba de una becasina, un ave que se encuentra frecuentemente cerca del agua, en planicies encharcadas, incluyendo ciénagas, humedales, ríos y arroyos. Se mueve lentamente y es silenciosa, por lo que no siempre resulta fácil encontrarla.

Grupos de garzas están siempre saliendo o llegando para buscar alimento en zonas cercanas.

Grupos de garzas están siempre saliendo o llegando para buscar alimento en zonas cercanas.

De tamaño mediano, alcanza unos treinta centímetros de longitud y tiene un pico largo y recto con el que desentierra gusanos, insectos y larvas de entre las algas y el barro. Complementa su dieta incorporando elementos vegetales como brotes y semillas. Esta especie es conocida porque realiza un cortejo que incluye un sonido que el macho produce con sus alas mientras vuela descendiendo en picada.

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En los árboles y arbustos que rodean la laguna también se encuentran otras aves, aunque no necesariamente anidando. Entre juncos y tallos se movían varios machos de garibaldinos, de color negro con una zona roja oscura en la cabeza y el pecho. Las hembras son más pequeñas y de un color parduzco. Bastante ruidosos, se mueven entre las plantas mientras buscan insectos y semillas.

Cuando cría, el garibaldino hace nidos entretejidos entre musgos y enredaderas.

Cuando cría, el garibaldino hace nidos entretejidos entre musgos y enredaderas.

De todas maneras, en cuanto a ruido, nadie puede competir con la bandurria mora, de color grisáceo y un gran pico curvo. Su sonido característico tiene un timbre metálico, como un chasquido, y lo emite casi constantemente desde la altura de algún árbol.

No hace falta estar muy atento para percibir al chajá, ya que cada pocos minutos lanza su grito característico, especialmente cuando se siente amenazado por algún peligro. Un grupo de cinco chajás, seguramente una pareja con pichones grandes, recorría un costado del garzal, moviéndose con elegancia entre las plantas acuáticas de las que se alimenta, ya que se trata de una especie herbívora que gusta sobre todo de brotes verdes y plantas blandas.

Se los ve casi siempre en parejas o en grandes grupos que pueden llegar a más de ochenta individuos. Cuando van a criar construyen con plantas secas una plataforma de más de un metro de diámetro donde ponen entre cuatro y seis huevos. Son aves grandes pero livianas, y cuando vuelan pueden elevarse a gran altura utilizando para ascender las corrientes de aire caliente. En la parte anterior de las alas, el chajá tiene un espolón que llega a unos dos centímetros de largo en los adultos, que rara vez se ve y que utilizan para atacar o defenderse.

El plumaje de la becasina la ayuda a pasar desapercibida en los ambientes pantanosos donde se mueve.

El plumaje de la becasina la ayuda a pasar desapercibida en los ambientes pantanosos donde se mueve.

En medio de un grupo de garzas destacaban dos aves de buen porte, de plumaje completamente negro y pico largo. A pesar de su tamaño, se trataba de pichones de cigüeña, que esperaban pacientemente a que sus padres les trajeran comida. Los juveniles irán luego, de a poco, cambiando al plumaje de adultos, blanco y negro, y su oscuro pico se irá volviendo naranja y luego rojo.

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A la caída de la tarde, en la rama de un árbol cercano a la laguna pudimos ver a un insecto muy grande. Se trataba de un megalóptero que estaba en reposo, ya que son de hábitos nocturnos. Este es un insecto que puede llegar a los 15 centímetros y llama la atención por sus largas alas y enormes mandíbulas, con las que puede dar una buena mordida si se lo intenta atrapar. Tiene ojos brillantes que parecen cabezas de alfiler.

El tránsito intenso de las aves nos muestra el activo mundo del garzal.

El tránsito intenso de las aves nos muestra el activo mundo del garzal.

Los megalópteros ponen sus huevos sobre plantas de la orilla de cuerpos de agua o en las paredes de piedra al costado de ríos. Los sacos de huevos tienen una cobertura blanca, lo que les da la apariencia de excremento de aves, y de esta manera su aspecto los hace poco apetecibles para los predadores. Cuando nacen las larvas caen al agua, donde se desarrollan cazando otras larvas y pequeños peces. Si bien el desarrollo de las larvas es lento y puede durar más de un año, los adultos viven poco, apenas un par de semanas, lo suficiente para reproducirse.

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Insecto de gran tamaño y aspecto primitivo, el megalóptero parece haberse adaptado al entorno húmedo del garzal.

Insecto de gran tamaño y aspecto primitivo, el megalóptero parece haberse adaptado al entorno húmedo del garzal.

El garzal está limitado por el área de la laguna, pero genera todo un ambiente en el que muchos animales se mueven, reproducen y alimentan. Además de las aves, entre los islotes se mueven tortugas, nutrias y ranas. Muchas aves pequeñas que anidan en las cercanías vienen a la laguna a alimentarse, tomar agua y buscar pareja, y generan así un entorno de gran importancia ecológica dentro del área protegida.

Para llegar al garzal, viajando por la ruta 5 hacia el norte, hay que tomar la ruta 30 con dirección a Artigas. Trece kilómetros después de pasar Tranqueras hay que doblar a la izquierda en el camino vecinal La Palma y allí recorrer unos seis kilómetros hasta el garzal.

Esta ranita de flancos amarillos puede trepar y moverse entre las ramas de los árboles del garzal.

Esta ranita de flancos amarillos puede trepar y moverse entre las ramas de los árboles del garzal.

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