“Bienvenidas y bienvenidos a la casaquinta del Dr. Luis Alberto de Herrera (1873-1959), abogado, político, diplomático, periodista y una de las figuras más destacadas del Partido Nacional en el siglo XX”. La inscripción que recibe a los visitantes de “la quinta de Herrera” o “el cuartel del caudillo”, una de las ocho casas que forman parte del acervo del Museo Histórico Nacional, cuadraría perfecto en una descripción de Wikipedia. Estas palabras no podrían —y no pretenden— capturar las profundas marcas que el pensamiento de de Herrera dejó en un espacio político que ocupó su lugar propio.

El caudillo nacionalista, o más bien el afán de rendirle tributo de sus seguidores, dejó distintas huellas en la trama urbana. Está la calle que lleva su nombre, pero también el recientemente reparado monumento homónimo en el que se le rinde tributo periódicamente. Y en el cruce de las calles Luis Alberto de Herrera con Margarita Uriarte de Herrera —su esposa— se encuentra la casaquinta que se constituyó en la residencia permanente del político nacionalista, Margarita y su hija María Hortensia, desde 1911 y hasta la muerte del caudillo.

En 1961, los herederos de la familia Herrera Uriarte donaron la casa y el jardín al Estado. El Museo Histórico Nacional hizo las obras de restauración y la quinta reabrió en 1966.

Una muestra fotográfica se despliega por los jardines y al caminar por allí se observa el enorme espacio que se extiende hasta terminar en un enrejado al fondo, sobre la calle Andrés Lamas, que, según cuentan los trabajadores del museo, anteriormente llegaba hasta la calle conocida popularmente como Propios, que en realidad hoy se llama José Batlle y Ordóñez, en una de esas hermosas paradojas uruguayas.

La finca fue reduciéndose con el pasar de los años, cediendo como forma de pago a distintas deudas. Incluso fue también una manera de financiar la propia actividad política de Herrera.

Al ingresar a la casa, destacan la belleza del chalet de estilo británico y la magnanimidad del espacio. La primera habitación, a la derecha, contiene un enorme retrato del caudillo junto a distintas vinchas con insignias blancas, con sus inscripciones históricas: “Vencer o morir”, “Patria y libertad”, “Por mi patria”, “Patria libre”, “Todo por mi Patria”.

En la sala de recepción también se encuentran retratos suyos y de su esposa, quien es presentada en una de las placas del museo:

Margarita desarrolló a lo largo de su vida diversas acciones a través de múltiples organizaciones sociales y católicas en las que ganó protagonismo. Participó en la Liga de las Damas Católicas (que presidió en la década de 1920), en el Patronato de delincuentes y liberados, en el Patronato de las obreras así como también en diferentes comités de beneficencia. La caridad y la beneficencia, además de ser parte del comportamiento cristiano, integraban los valores y prácticas que se esperaba atendieran las niñas y mujeres dentro de la sociedad como parte de la virtuosidad femenina.

No es la única referencia religiosa en la sala. Es imposible ignorar el óleo anónimo La dolorosa, así como también las bendiciones papales y el reconocimiento que le dirige a de Herrera el propio papa Pío XI, reconociendo los “servicios excepcionales prestados a la Iglesia Católica”.

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La casaquinta atesora la credencial cívica de de Herrera, listas de las fórmulas electorales, numerosos banderines y eslóganes que remarcan el triunfalismo de la fórmula de Herrera-Benito Nardone, esa alianza electoral que marcó un hito para la historia política uruguaya y llevó al Partido Nacional al poder luego de un siglo de constantes disputas electorales. Así, en el año 1958, los nacionalistas lograron 49,7% de los votos, superando el 37,7% de votos colorados, divididos en una feroz interna que se quebró entre las listas 14 y 15, representadas por los hijos de Batlle y Ordóñez, que se quedaron con El Día, y su sobrino, Luis, que fundó Acción. De esta manera, la alianza del herrerismo-ruralismo logró acceder al gobierno nacional, mientras que los blancos alcanzaron, además, la mayoría en ambas cámaras legislativas; 17 de 30 en el Senado y 51 de 99 en Diputados. La alianza herrerista con la Liga Federal de Acción Ruralista liderada por Nardone superó a la Unión Blanca Democrática por apenas 11.200 votos. El éxito electoral fue de impacto departamental y el herrero-ruralismo obtuvo todas las intendencias con excepción de Artigas, que siguió en manos coloradas.

Foto del artículo 'Metonimias de Luis Alberto de Herrera'

Foto: Alessandro Maradei

Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en el último tiempo, por ejemplo en la obra de los historiadores Magdalena Broquetas y Gerardo Caetano Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay (2022).

Sin embargo, luego de las luces que acompañan las ideas triunfantes, llegan los duros tiempos de gobernar. Así, poco duró la luna de miel; Nardone alejó a de Herrera de los espacios de decisión y este le recordó su pasado advirtiendo sobre “la comadreja colorada que se ha metido en el rancho de los blancos”. En palabras de Eduardo V. Haedo (1969), uno de los consejeros del gobierno electo, pasada la euforia del triunfo, a de Herrera comenzó a “invadirlo la tristeza. Permanecía ensimismado muchas horas; se irritaba con frecuencia”.

Herido por las divisiones internas de su partido, sin un programa de gobierno único ni un rumbo claro en la conducción de los espacios de poder, su idea de gobierno blanco se fue desmembrando poco a poco.

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En la elegante sala principal se encuentran documentos del fascinante vínculo de de Herrera con Paraguay: el diploma que lo destaca como “miembro honorario vitalicio” por parte del ministro de Defensa Nacional paraguayo, fechado en 1958; la Cruz del Defensor, otorgada por el presidente de la república paraguaya al soldado Dr. Luis Alberto de Herrera por su “correcta actuación en la guerra del Chaco”, lo que fue decretado en 1943, pero fechado de forma póstuma en 1961. Además, se observa un banderín otorgado por la asociación de excombatientes de la guerra del Chaco y otro por el Comité Central de la juventud del Partido Colorado paraguayo. A estas distinciones podríamos sumar que el 23 de agosto de 2023 se le entregó a de Herrera en forma póstuma el premio Poncho de 60 Listas, creado por la embajada de Paraguay en nuestro país y otorgado anualmente a quienes se destacan por difundir y promover la cultura y las tradiciones nacionales de ese país. Recibió dicho reconocimiento, en nombre del caudillo, su bisnieto Luis Lacalle Pou, en los jardines de la casa del propio de Herrera. Años anteriores, ganaron también este premio el excanciller nacionalista Sergio Abreu y el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera.

En el centro de la sala principal emerge una pequeña pero elegante estatuilla de Aparicio Saravia. Sobre la pared del fondo, se encuentra un retrato autografiado por Eva Perón, que abriría un apasionante punto de análisis respecto de las proximidades del herrerismo originario y el peronismo, en sus evidentes simpatías. El herrerismo coincidió con diversos aspectos de la política peronista, como el antiimperialismo, el anticomunismo y la defensa de las soberanías nacionales ante un eventual control estadounidense. El vínculo del caudillo nacionalista con el peronismo, su participación y el apoyo al golpe de Estado de Gabriel Terra, así como su negativa a que se instalaran bases estadounidenses en Uruguay son algunos de los tantos temas que complejizan la trama de la biografía de de Herrera.

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A la derecha del salón emerge una enorme sala, en la que se encuentran el comedor y un espacio para fumar. Sobre el ala izquierda de la casa está su escritorio, un espacio luminoso que fue el sitio donde produjo buena parte de su obra escrita. La casaquinta conserva el archivo de de Herrera, que contiene aproximadamente 11.000 documentos.

Al respecto, las placas del museo informan:

El escritorio de Herrera se puede apreciar en su ambiente original. [...] cuenta también con su silla giratoria, la biblioteca y otros muebles que permiten evocar las reuniones de carácter político y camaradería que se desarrollaron aquí. Esta sala presenta el despacho claramente definido.

La mesa escritorio, construida con madera de cedro, se compone de dos cuerpos, cerrados con puertas, cada uno con estante en su interior y tres cajones en la cintura de la mesa. Se aprecia además en el recinto, detrás del escritorio, la biblioteca principal, también de madera de cedro [...] que contiene una mínima parte de los ejemplares entre libros, folletos y revistas que componían la biblioteca personal de Herrera. Compuesta por más de 1.200 volúmenes, abarcó diversos temas entre los que destacan historia, derecho y política.

Una escalera ubicada al costado de la entrada principal conduce a la planta superior de la casa, donde se encuentran los dormitorios del matrimonio y de la hija, a los que se puede acceder también por un pequeño ascensor. Las placas del museo informan que desde el balcón de su dormitorio, de Herrera saludaba por la mañana a las vecinas y los vecinos del barrio.

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Hoy, a 150 años del nacimiento del caudillo, el espacio político herrerista vive un nuevo proceso de auge. Se ha convertido en la fuerza hegemónica y prácticamente excluyente dentro del Partido Nacional y lidera el gobierno a una considerable distancia electoral de sus socios de coalición.

Foto del artículo 'Metonimias de Luis Alberto de Herrera'

Foto: Alessandro Maradei

De Herrera fundó un sector conservador y nacionalista que ha sido defensor acérrimo de los propietarios rurales y, en general, de los sectores más privilegiados de la sociedad, y que según Fernando Errandonea (2022) estableció “una alianza de clases dominantes inédita”.

Laura Reali (2016), en un formidable trabajo, resume parte de la vida de de Herrera, su extensa obra escrita y sus distintos recorridos políticos. Conocido familiarmente como Bijou, Luis Alberto de Herrera (1873-1959) nació en Montevideo. Abogado de profesión, aunque sin ejercicio, se dedicó muy tempranamente a la actividad periodística y política, siguiendo un camino trazado por su padre, Juan José de Herrera (1832-1898), quien desempeñó importantes cargos de gobierno. La trayectoria política de de Herrera fue compleja y diversa: participó en las insurrecciones blancas, pero luego renunció a la lucha armada y abogó por la acción pacífica; cumplió un papel importante en la modernización de las estructuras partidarias; fue un activo luchador en los distintos procesos de ampliación de ciudadanía y de la participación política por vía electoral; fue un actor fundamental en la renovación de las estructuras del sistema político nacional. También supo ocupar múltiples cargos, desempeñando varias misiones diplomáticas, así como también fue senador, diputado y presidió el Consejo Nacional de Administración. Dentro de su partido, fue el impulsor de lo que a la postre se consolidó como el sector mayoritario y presidió durante muchos años su Honorable Directorio. Encarnó los dos polos más representativos de la tradición de la historia del Partido Nacional: fue doctor de la ciudad y a la vez un insurrecto, identificado con los intereses del hombre de campo. También fue varias veces candidato a la presidencia de la república y un recurrente perdedor en esa contienda. Como periodista, fue redactor y director de varias publicaciones, como El Nacional, El Debate y La Democracia.

También fue un escritor prolífico, que dejó una extensa obra publicada sobre una variedad de temas. Muy interesado en las investigaciones históricas, fue para nuestro país el representante principal de una corriente denominada Revisionismo, además de evidenciar una honda preocupación por definir el tipo uruguayo y la identidad nacional; creía en la “excepcionalidad” uruguaya y exaltaba las tradiciones patrias y criollas.

Dentro de su actividad política, alentó la organización política de los terratenientes, contribuyendo a fortalecer al sector, y enfrentó duramente al batllismo y sus distintos impulsos modernistas caracterizando de forma crítica su cosmopolitismo, sus principios universales, su “jacobinismo” y sus pretensiones igualitarias. Creyó en la existencia del tipo nacional uruguayo, composición compleja racial y espiritualmente, con atributos de la ruralidad y heredera también de aspectos imaginarios de lo charrúa, población que entendía liquidada “racialmente”, mas no en sus elementos espirituales.

Reali afirma también que de Herrera construyó un mito ruralista, a través de un “ser nacional” en el que se exaltaban los atributos del “hombre del campo”. Fue, además de tradicionalista, un esencialista y un defensor de estancieros. Expresó una concepción paternalista del orden social rural, donde la estancia se volvía un espacio civilizador y el estanciero, por lógica, era el agente civilizador y un pilar fundamental del progreso.

Además, de Herrera no fue solamente un hombre de discursos, sino principalmente un importante activista público. Según afirma Caetano (2021), este político constituyó una de las expresiones máximas de lo que llama “liberalismo conservador”, manifestando un antijacobinismo militante, con una clara preferencia por lo anglosajón y su cultura política. En el texto La encuesta rural subraya la existencia de dos mundos separados, “la estancia” y “los rancheríos”. Frente a “la miseria del rancherío” y sus horribles condiciones de vida, emerge la estancia, como el “escudo de la civilización”, como “engendradora del orden”; dos mundos bien distintos que se distinguen por sus hábitos, por el trabajo y la honradez. El campo es “lo sano frente a la artificial y debilitante ciudad”, que además es “engañadora y falaz”.

Caetano destaca también que de Herrera veía en el batllismo al enemigo del campo, con sus pretensiones de socializar la propiedad rural, fundadas en lo que define como un “humanitarismo literario”, un “afeminamiento”, afectando el “alma buena del paisano” y enfrentándolo al estanciero, entendido como “su providencia”. Así, actuar contra la estancia era atentar contra ese puntal de la propia vida y también de la nacionalidad.

Barrán (2007) subrayó que de Herrera sostuvo intelectualmente lo que ya sentía, es decir, su “desprecio de gran señor ante la plebe”, caracterizado por la intolerancia a los radicalismos peligrosos. Demonizaba, a su vez, la violencia que proponía cambios sociales, pero no rechazaba otras rebeliones de determinados reclamos políticos que tenían al “orden” y la “tradición” como principales banderas. Un interesante punto al respecto podría suponer la evidencia de sus simpatías por el franquismo y su fascinación por el ascenso del fascismo en Italia.

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Foto: Alessandro Maradei

A esto sumaba su condena total a cualquier programa de tendencias igualitarias, una nivelación social que pensaba inaceptable porque pretendía arrasar las jerarquías del talento y la riqueza.

Moraes (2022) afirma que de Herrera le proporciona al ruralismo de principios del siglo XX una retórica potente que oscilaba entre la victimización, la denuncia y la ironía, características que cree que es posible rastrear hasta el presente.

Reali (2022) destaca que este político creía en el predominio de la libertad sobre la igualdad y la promoción de la iniciativa privada, pero sobre todo su persistente anglofilia, por su orden político y el respeto a las jerarquías, el predominio de las libertades individuales y su capitalismo efectivo de mercado sin participación del Estado, así como su convicción de que los estancieros eran un intenso factor evolutivo.

Incluso en nuestros días, el culto a la autoridad por parte de sus seguidores, el apelativo a nombrarlo insistentemente como “el caudillo” y el reconocerlo como el jefe expresan muy bien una verdadera filosofía de jerarquía que entiende verticalmente la sociedad y las relaciones humanas.

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En el año en que se celebran los 150 años de su nacimiento, se multiplicaron los discursos en su homenaje. Muchos optaron por destacar su “inmortalidad”, describiendo a un de Herrera “eternizado”, prolongado infinitamente en el tiempo de manera doble: primero a través de sus ideas y su obra, seguido de una dimensión biológica, una posta transmitida de generación en generación corporalmente a sus herederos. Podríamos definir que constituye propiamente una “escena de herencia”, para tomar una expresión de Balandier (1994), utilizada para administrar y garantizar una continuidad del poder, buscando producir la ilusión de que es capaz de resistir el asalto del tiempo.

La pretensión de eternidad busca evitar que se produzca la segunda muerte, esa que según Jacques Lacan acaece cuando del muerto ya no queda nada, cuando ya nada puede serle atribuido.

Entendemos que de Herrera está bajo lo que Allouch (2009) define como “la maldición de la eternidad”, porque la muerte física de un cuerpo no señala el final del difunto, sino solamente su desaparición. Como ejemplo de ello basta recordar que los vecinos de la casa, con acertada percepción, creían que esta se encontraba embrujada, habitada por espíritus, o que en el espacio abandonado se escondía algo misterioso y ominoso.

El museo, el homenaje, la pretensión de inmortalidad dejan en suspenso esa segunda muerte, cuando los objetos se petrifican, allí donde cada cosa permanece intocada como si aún se esperara al muerto, que es el único que falta en el museo y que no llegará.

Pero, como lo recordaba Borges, “las cosas no saben que existimos” y no les hacemos falta. El amor a de Herrera, a sus ideas y a su vida misma, con sus obras, los ideales que encarnó y los intereses que defendió, tuvo, tiene y tendrá usos políticos varios. Hoy se presenta como un mito fuerte para darles peso a sus retoños. La raíz, título de una de sus obras más queridas, se hizo fuerte, el árbol creció y multiplicó sus frutos. Y, como nos lo han recordado no hace mucho, “el fruto nunca cae lejos del árbol”.

Según Despret (2021), al hacerles un lugar a los muertos, estos a su vez les hacen lugar a los vivos, les permiten encontrar el suyo, porque los muertos activan, producen relatos; las ceremonias inflaman a quienes participan en los encuentros que suscitan. De Herrera queda situado ambiguamente en un espacio de mortalidad-inmortalidad. La muerte refiere propiamente a la persona física y a su transitoriedad y la inmortalidad tiene que ver, como tan bien lo analiza Kantorowicz (2012), con una “continuidad de tipo dinástica”, porque, al igual que con los reyes, hay algo en esta historia que no se deja morir, hay una corona invisible que se transmite, hay una parte inmortal que migra, que logra encarnar en otro, en una sucesión serial que tiene que ver con la dignidad real, la patria, el cetro, la continuidad de una comunidad política.

Foto del artículo 'Metonimias de Luis Alberto de Herrera'

Foto: Alessandro Maradei

Por eso, la pretensión de inmortalidad del caudillo nos propone un de Herrera sin fin y perpetuo, que renace en cada generación y que continúa casi como un linaje familiar de tipo real. El actual presidente de la república (hasta el momento, el último empoderado del largo linaje) ha adoptado una clara teatralidad de tipo monárquica en sus actings políticos que ha sido materia de múltiples caricaturas.

El caudillo inmortal, el que vivió como si no fuera a morir nunca, ciertamente no existe, pero eso, al decir de Allouch, no le impide en absoluto ser. Con la agudeza que le daba estar casi al final de la vida, de Herrera expresó unos meses antes de morir: “Seductor el esfuerzo, lo difícil es darle carnadura, concretar en hechos lo que dicta —afiebrado— el pensamiento. De ahí la contienda, el batallar sin término entre lo que se quiere y lo que se puede; entre lo que nace y lo que muere”.

Diez frases emblemáticas

  1. Al referirse a la realidad mexicana, expresó: “Bien definidos están los matices: una clase dirigente, valiosísima como no la hay mejor en este continente [...], y la masa del pueblo, inferior, sofocante, integrada por indios mansos, ajenos en absoluto a la cultura cívica. Empeora el problema la ausencia de inmigración. [...] ¿Cómo fundar una democracia efectiva con elemento social tan deficiente, incapaz, por razones orgánicas...? Inútil dar sufragio a individuos petrificados en el atraso moral”. El Uruguay internacional, 1912, extraído de Caetano, 2021, 150.
  2. Se pretende llevar el contagio de las verbas socializantes al espíritu del paisano; romper a pedradas la quietud de su alma, serena como un lago. Envenenarlo se quiere con demencias ácratas, volviéndolo airado contra el estanciero, que siempre fue su providencia, y contra la estancia, puntal de la propia vida y también de la nacionalidad en marcha. La encuesta rural, 1920, extraído de Caetano, 2021, 150.
  3. ¡La nueva Italia! En ninguna parte de Europa he presenciado más convincente espectáculo. Los ideales antes rotos y dispersos, cual los mármoles del Forum mutilado, se han reconstituido, se han refundido y rebrotan en el bronce de una epopeya civil consumada y deslumbradora. ¡El nuevo Risorgimiento! Porque no es un partido ni una fracción contra otra fracción: es la comunidad en masa y en marcha abriendo su propia ruta. En el centro de este formidable movimiento anímico, cívico, patriótico y social, cual propulsor de la obra inmensa, la figura extraordinaria de Benito Mussolini, que llena la época contemporánea. Discurso pronunciado en julio de 1937 en la radio Italiana, extraído de Caetano, 2021, 178.
  4. Ciudadanos, nosotros, de nuevos tiempos, debemos saber que las jornadas políticas ya no se ganan con documentos de gran fachada y esperando cómodamente, en casa, como ocurría antes, los diplomas electorales. Ahora se impone salir a la calle aquí, y a la campaña, allá; ponerse en contacto con la conciencia popular; ayudarla en sus varoniles ensayos; dar escudo a la soberanía que despierta; recorrer el país en misión de propaganda; hablar cara a cara con las multitudes. 1922, extraído de Reali, 2016, 162.
  5. La mayor plaga de la campaña la define la holgazanería de sus elementos transhumantes, que levantan su reducto en el rancherío sin nombre... De este foco de infección social, salen todos los microbios del cuerpo y del espíritu. Ahí nace y prospera —en su caldo— el ratero, el sucio agente electoral, el gandul pronto a cualquier empresa inescrupulosa, el aplanadora de caminos, el futuro delincuente. La encuesta rural, 1920, extraído de Reali, 2016, 172.
  6. El país dormía el sueño de la esclavitud y la indiferencia más funesta... El huracán revolucionario, impuesto por el letargo público, castigó en carne viva a las clases conservadoras habituadas a no preocuparse por los destinos nacionales y a aplaudir el despotismo y degradaciones siempre que los precios de la Tablada fueran buenos, bueno el estado de los campos y bueno el ceño de los peores caciquillos locales”. 1898, extraído de Reali, 2016.
  7. Pasará señor diputado, lo que ha pasado en Córdoba, donde hay zapateros que son bachilleres; y eso es deplorable y me parece un positivo mal social. Extraído de Haedo, 1969.
  8. Ni brasileros ni argentinos. Más Sarandí, menos Austerlitz. Extraído de Reali, 2016.
  9. ¿Qué distingue a los combatientes de ahora de los de antes? [...] el votante desciende del montonero, obedece a su impulsión, sanciona su ensueño. ¿Muchísimos de los sufragantes del presente, no somos los revolucionarios del pasado? La acción violenta contestó al sistema arbitrario, cuando era sarcasmo invocar las instituciones. Ante la promesa de comicios purificados, se inclinan, con lealtad, las lanzas… La desigual contienda de los atrios, es la prolongación de la contienda desigual de las cuchillas. Extraído de Reali, 2016, 182.
  10. Se colocó, pues, frente a los rurales y, en un gesto de supremo extravío, pretendió introducir la descomposición en las fáciles y sinceras relaciones de peones y patrones. Los inspectores oficialistas derraman, en abundancia, las versiones disolventes, pintando con negros colores la supuesta opresión de propietarios y arrendatarios sobre el bracero. Colmóseles de injuria, alcanzando el soez ataque a quienes impugnamos, por funesta y errada, la envenenada incitación al cisma social. Extraído de Reali, 2016, 183.

Referencias

  • Allouch, Jean (2009). Contra la eternidad. Ogawa, Mallarmé, Lacan. El Cuenco de Plata, Buenos Aires.
  • Balandier, Georges (1994). El poder en escenas. De la representación del poder, al poder de la representación. Paidós, Barcelona.
  • Barrán, José Pedro (2007). El pensamiento conservador laico y sus prácticas. Uruguay 1900-1933, en Estudios Sociales, 33. Universidad de la República, Montevideo.
  • Caetano, Gerardo (2021). El liberalismo conservador. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
  • Despret, Vinciane (2021). A la salud de los muertos. Cactus, Buenos Aires.
  • Errandonea, Fernando (2022). Luis Alberto de Herrera, o el giro a la derecha, en Lento, 108. Montevideo.
  • Garrido, Atilio (2023). Herrera, 150 años de historia. 1873-2023. El País, Montevideo.
  • Haedo, Víctor (1969). Herrera: caudillo oriental. Arca, Montevideo.
  • Kantorowicz, Ernst (2012). Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política medieval. Akal, Madrid.
  • Lacalle, Luis A. (2012). Herrera, un nacionalismo oriental. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
  • __ (2019). Mercosur. Nacimiento, vida y decadencia. Aguilar, Montevideo.
  • Moraes, María Inés (2022). La fragua del ruralismo conservador, en Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay. De la contrarrevolución a la Segunda Guerra Mundial. Broquetas, M. y Caetano, G. (eds.), Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
  • Reali, María Laura. (2016). Herrera, la revolución del orden. Discursos y prácticas políticas (1897-1929). Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
  • __ (2022). El surgimiento del herrerismo, en Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay. De la contrarrevolución a la Segunda Guerra Mundial. Broquetas, M. y Caetano, G. (eds.), Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.