Las respuestas a los mensajes enviados por WhatsApp tardaron un par de días: “Hola Diego. Gracias sí estoy bien. Cambié mi teléfono así perdí las últimas conversaciones. Hazme un resumen por favor. Bueno Diego encontré todo al vieja celular. Si el sol está domingo voy a abrir el vagón. Podramos conversar. Espero que el tiempo sea bueno. Hasta luego. Llama antes para estar seguro”.

Leo escribe igual que como habla, como si atrapara cada letra que se escapa de sus labios y las colocara, una a una, en la pantalla del teléfono móvil; en un español extraño con acento extranjero, con acento francés. Llamé el día anterior, me aseguré, y fui. Me recibió con calidez, como si me conociera de antes, un domingo de finales de setiembre.

Foto del artículo '25 murales'

Foto: Camilo dos Santos

Leo Arti: pintora, muralista, artista nacida en París, se instaló en Uruguay en la localidad de 25 de Agosto en el año 2008; su llegada marcó un antes y un después para los lugareños, o como dice Nancy: “La llegada de Leo nos sacudió la modorra”.

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25 de Agosto nació como pueblo en 1873. Fue la primera población fundada en el departamento de Florida luego de la Declaratoria de la Independencia, en 1825. Se encuentra en el vértice suroeste de Florida, en la confluencia del río Santa Lucía y el arroyo de la Virgen, muy cerca del límite con los departamentos Canelones y San José. Como un club deportivo que nace, crece, se desarrolla y logra el ascenso a la siguiente divisional, en el año 1956 —en el que se cumplía el centenario de la creación del departamento— pasó a considerarse una villa, la categoría intermedia entre pueblo y ciudad.

Foto del artículo '25 murales'

Foto: Camilo dos Santos

Si se viaja en tren está a 63 kilómetros y 600 metros de Montevideo, mientras que por la ruta queda a 70. La ciudad más cercana es Santa Lucía.

El último censo reportó 1.849 pobladores. Es una villa tranquila, de calles anchas y casas sencillas que se mezclan con otras de mayor porte; muchas lucen pinturas y murales hechos por Leo y sus alumnos, que dan un aspecto diferente, colorido, y que además es motivo de la llegada de visitantes cada sábado y domingo. 25 de Agosto tiene un atelier, una iglesia, una comisaría, bares, supermercados, una policlínica privada y otra pública, una oficina del Correo, un local de la intendencia, una plaza de deportes municipal, un camping, un club social, un CAIF, un jardín de infantes, una escuela, un liceo. Tiene una estación de ferrocarril que no opera desde 2019; que desde entonces se deteriora cada vez más; que en una de sus paredes exteriores, bien cerca del cielo, conserva el escudo oficial de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) como un símbolo de resistencia, a la espera de la noticia que informe que los trenes volverán a pasar por allí.

Foto del artículo '25 murales'

Foto: Camilo dos Santos

Tiene una plaza principal grande, desproporcionadamente grande para el tamaño de la villa, en la que, como amigos inseparables, árboles de diferentes especies dan una sombra agradable. El césped se confunde con un piso de baldosas grises y gastadas; hay faroles con pies pintados de rojo y artefactos blancos, bancos de madera, canteros y caminos que la atraviesan en diferentes direcciones, un busto de José Artigas sobre una base de ladrillo visto. Lo único que se escucha es el canto de los pájaros y el chasquido de las bolas de billar al chocar entre sí: tac, tac, que viene del bar de Richard, cruzando la calle.

25 de Agosto también supo tener: tuvo farmacia, estación de servicio, bodega, juzgado, dos equipos de fútbol (hoy queda uno), una estación de ferrocarril con gran movimiento. La vida en la villa giraba y se desarrollaba en torno a la estación.

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Puente del ferrocarril sobre el río Santa Lucía.

Puente del ferrocarril sobre el río Santa Lucía.

Foto: Camilo dos Santos

Leo vive frente a la estación y a su atelier, un vagón viejo, pintado, decorado, en el que se exhibe parte de su trabajo. Allí todo está a la venta.

Me recibe con una sonrisa mientras acomoda algunos materiales, con aspecto impecable, el pelo corto y blanco, el rostro maquillado con la paleta de colores adecuada, igual que su obra.

Nació en París hace 73 años, a los 36 emigró: “Como todas las personas jóvenes, quería experimentar el mundo”, dice.

Tenía 21 o 22 años cuando comenzó a dibujar y pintar aves, atraída por la actividad de su compañero, que realizaba trabajos sobre la naturaleza, en especial sobre ornitología. Estudió pintura en tres escuelas diferentes. Vivió más de 30 años en el Caribe y cuenta lo siguiente: “Viví en México, en Guyana, en donde predominaba el calor intenso todo el año y no había estaciones. Países muy calientes. Lo que les faltaba era el perfume de la tierra y las estaciones bien definidas. Precisaba este tipo de ritmo. No había diferencias de temperatura, sólo como cosa diferente la época de los ciclones. Pero ahora no sé, vamos a ver cómo cambia el mundo”. Leo habla y despliega su amor por la naturaleza, por la tierra. Le gustan la ópera y la música de relajación, practicó yoga en algún momento de su vida.

Río Santa Lucía; atrás, el puente del ferrocarril.

Río Santa Lucía; atrás, el puente del ferrocarril.

Foto: Camilo dos Santos

Un día llegó a Uruguay, le gustaron el aire y el cielo, conoció 25 de Agosto y se enamoró de su paisaje, de su tranquilidad, y sintió una particular atracción por la presencia de la estación de ferrocarril. La explica así: “Cuando estuve chica, y esto no se lo conté a nadie, tú eres el primero, mi papá y mi mamá se fueron a África y nosotros, cinco hermanos, estuvimos en una pensión, una casa con una familia y... estaba cerca de una estación de tren y cada noche escuchaba el tren, pom popom, pom popom, y yo lloré pensando en mis padres. Nos sentíamos abandonados. Y cuando llegué acá fue como que cerraba un círculo”.

Tiene una hija, una nieta de 15 años y un nieto de 18 meses. Vive con Ives, su esposo. Luego de algunos intentos para hablar con él, Ives atendió el teléfono, escuchó, no entendió y respondió contundente, también con acento extranjero: “No me gusta hablar de mí, no no, chau chau”.

Compraron una casa antigua, la acondicionaron y se instalaron allí.

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Estación de trenes de 25 de Agosto.

Estación de trenes de 25 de Agosto.

Foto: Camilo dos Santos

“25 de Agosto tuvo un relativo crecimiento hasta las décadas del 50 y el 60, siempre muy ligado al ferrocarril”, cuenta Enrique Berriel, y agrega: “Crecía el movimiento del ferrocarril, de carga y de pasajeros, y crecían los servicios. Frente a la estación existían dos casas de bar, restaurante y hospedaje que llegaban a tener 30 o 40 comensales para el almuerzo y la misma cantidad a la hora de la cena. Allí se hospedaban maquinistas, foguistas, guardas y pasajeros que, por ejemplo, llegaban desde Mercedes y esperaban la conexión para viajar a Rivera. Las tres cuartas partes de la población trabajaba en el ferrocarril, muchos en la estación: jefes, telegrafistas, boleteros, peones”.

Enrique Berriel es oriundo de 25 de Agosto, nació en febrero del 42, estudioso de la historia del lugar y autor de tres libros: uno sobre el nomenclátor, en el que detalla el significado de cada nombre de las calles de la villa, otro en el que cuenta la historia de 25 de Agosto y un tercero, Memorias del departamento de Florida. Vive con Susana, su esposa. Sentado en el living, una tarde agradable de octubre recuerda y habla de su tierra como un estudiante que se preparó para dar un examen y la fortuna le asignó el tema del que más sabe y disfruta. Queda claro que Enrique estudió, recorrió y aporta gran cantidad de información.

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Foto: Camilo dos Santos

En esta estación se abrían dos ramales: el del norte y el del litoral, por lo que desde allí se podía viajar a Rivera, Salto, Paysandú y también a Colonia y Mercedes. Llegaron a pasar por día 22 trenes de pasajeros más cinco o seis de carga, que transportaban, entre otras cosas, leche, que venía de los tambos de Florida y San José, y carne, que se enfriaba y conservaba con hielo durante el trayecto. A esto hay que sumar entre diez y doce trenes cargados de ganado bovino y ovino.

El primer tren en Uruguay unió Bella Vista —a pocos kilómetros de la Estación Central— con Las Piedras, un recorrido de 18 kilómetros que se realizó el 1º de enero de 1869; el servicio lo proveía una empresa nacional llamada Ferrocarril Central del Uruguay, que había obtenido la concesión para la colocación de las vías hasta el departamento de Durazno, a 205 kilómetros de Montevideo. Debido a problemas financieros y a los elevados costos, en 1876 los ferrocarriles fueron vendidos a los ingleses. Con el correr del tiempo, pasaron a manos del Estado uruguayo. Enrique cuenta así ese pasaje: “Los trenes fueron de los ingleses hasta 1949. Ese año se hizo un canje entre el gobierno uruguayo y el británico por la deuda generada a partir de la Segunda Guerra Mundial; esa deuda era impagable para los ingleses y la saldaron con los ferrocarriles y los tranvías. En 1951 se crea AFE. No fue una negociación fácil, los ingleses querían vender a precio de inventario, pero ya eran máquinas que estaban quedando viejas, máquinas a vapor. Luego AFE comenzó con la importación de máquinas a gasoil. Creo que empezaron hablando de 15 millones de libras esterlinas y al final el acuerdo se hizo por siete millones”.

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Foto: Camilo dos Santos

Un sobre de té se hunde lentamente en el agua caliente de una taza blanca y un aroma agradable a limón y jengibre comienza a recorrer el aire limpio sobre la mesa circular. Galletas dulces y scones de queso, todo casero. Algunos termos con agua caliente, un recipiente de metal con café instantáneo, edulcorante y azúcar en sobres pequeños de papel. Todo sobre una mesa rústica, de madera, con cuatro patas pintadas de diferentes colores; todo dispuesto para convidar a quienes llegan a conocer a Leo y su atelier. Alrededor hay gente que conversa animadamente, algunos sentados en sillas plegables de madera, otros, en sillas de plástico blancas; cuentan sus experiencias, sus historias, gesticulan, se mezclan las voces de los lugareños con las de los visitantes. La escena se da a pocos metros del vagón, del atelier de Leo. Son las cinco de la tarde y en la villa 25 de Agosto una brisa suave peina las flores silvestres, un domingo de primavera.

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Foto: Camilo dos Santos

Beatriz Cuenca es una de las anfitrionas que reciben con calidez a los visitantes. Beatriz siempre sonríe, siempre está dispuesta, siempre, con entusiasmo y alegría trabaja por su villa, por hacer crecer su lugar, por mejorarlo. “Tengo 71 años y hace 40 que estoy aquí”, dice con orgullo. Nació en la villa y las circunstancias la llevaron a vivir un tiempo en el exterior. Es descendiente de indígenas charrúas, es hija de un padre ferroviario y una madre ama de casa, formó su familia y tuvo dos hijos varones (uno falleció a los tres meses de vida) y una hija mujer. Enviudó hace años. Es jubilada de la educación secundaria, es alumna de Leo, integra la comisión del club social, es militante frenteamplista y católica practicante; toca la guitarra, canta, es fundadora del liceo público de la villa, fue misionera en República Dominicana, fue misionera en Estados Unidos, estuvo en el lanzamiento del Apolo Xl en Cabo Cañaveral. Todos los meses escribe e imprime Hojitas al viento, un librillo de distribución gratuita en el que aparece información, datos históricos, poemas, todo relacionado con 25 de Agosto.

“¿Qué son para mí las hojitas al viento?”, repite la pregunta en voz alta y responde con la frescura de un niño: “Son eso, son hojitas al viento”.

Desde siempre Beatriz tuvo y tiene una vocación de servicio y una preocupación por los temas sociales. Trabaja por el presente y el futuro de su tierra.

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Foto: Camilo dos Santos

Con el correr del tiempo el servicio del ferrocarril se fue deteriorando, hasta que el último día de diciembre de 1987 corrió el tren de pasajeros por última vez: “En 25 fue como una tragedia, todos lloraban, todos arriba del tren hasta Santa Lucía”, cuenta Enrique y agrega: “Para 25 de Agosto ese día marcó un antes y un después”.

Enrique explica las causas del deterioro de los ferrocarriles: “Bueno, las causas fueron varias. Diría que lo primero es que cuando se adquirieron los ferrocarriles, en 1949, ya se trataba de un material bastante obsoleto y que durante varios años, empezando por todo el período de la Segunda Guerra Mundial, no fue renovado y no se le hizo el mantenimiento adecuado, o sea que cuando se nacionalizó ya era un material viejo y, si bien se compraron algunas locomotoras nuevas a gasoil, el mantenimiento siguió siendo deficitario. Las locomotoras se rompían y se generaban largas esperas. Por otro lado, las carreteras se pavimentaron y los servicios de ómnibus mejoraron. También los paros gremiales desalentaron los servicios, paros perlados que paraban las locomotoras por una o dos horas. Pero, en definitiva, creo que el mal estado de los materiales, de las máquinas, fue el motivo principal de la eliminación de los servicios”.

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Foto: Camilo dos Santos

Si bien en 1993 el servicio de pasajeros se restableció, ya no fue lo mismo: se establecieron muy pocas frecuencias, tres por día. La gente ya se había acostumbrado a viajar en ómnibus. El movimiento, los puestos de trabajo, la vida que daba el ferrocarril a la villa ya no fue la misma. En junio de 2019 se suprimió nuevamente el servicio de pasajeros, ahora por la construcción de la obra para el tren de la empresa finlandesa de fabricación de celulosa UPM, ubicada en Pueblo Centenario, en Durazno, próximo a la ciudad de Paso de los Toros, en el departamento de Tacuarembó. Esta obra incluye la instalación de nuevas vías, puentes, alcantarillas, pasos a desnivel...

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Atelier de Leo Arti.

Atelier de Leo Arti.

Foto: Camilo dos Santos

En un momento de la charla Leo dice lo siguiente: “Si yo tuviera que elegir hoy, no elegiría Uruguay; porque cambió demasiado rápido. Mucho auto, mucha gente. Cuando llegué acá era como Francia 50 años atrás. De acá en adelante me puedo imaginar en cualquier lugar, soy una ciudadana de la Tierra”.

“Durante seis años pinté el pueblo a pulmón, ahora no, si no me pagan, no pinto. Aparte, todo subió”. Su único medio de vida es su arte. La mayoría de sus alumnas y alumnos son locales, toda gente adulta, los niños y los jóvenes no participan en la propuesta, a pesar de que se ha intento acercarlos. A sus clases también asiste gente de diferentes puntos del país. Nancy es vecina y aprende con Leo, y explica lo que significa para ella pintar y haber conocido a la artista: “Nunca creí que iba a agarrar un pincel en mi vida. Es increíble, porque descubrís algunas cosas que nunca creíste. Nosotros para hacer cursos de cualquier cosa teníamos que salir. A Leo la tenemos acá y no la vamos a dejar ir”.

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Foto: Camilo dos Santos

Leo tiene otras inquietudes: hace dos años inició una campaña para concientizar a la gente de la importancia que tienen las abejas para el medioambiente, para las personas. Quiere hacer un movimiento en favor de las abejas: “Me consagro a ellas”. Quiere lograr que la gente les dé importancia, las cuide. “Empecé en 2020, abrí una página en Facebook que decía ‘ruta de las abejas’. No he tenido mucha respuesta, la gente que me respondió fue la gente del pueblo, gente que quería protegerlas, que pintó abejas en sus fachadas”.

Leo quiere que se planten más plantas, más flores, que no se utilicen productos tóxicos.

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Foto: Camilo dos Santos

25 de Agosto sigue siendo un lugar tranquilo, de poco movimiento y con pocos pobladores, que tienen el enorme deseo de ver otra vez la estación en condiciones óptimas y en funcionamiento. En relación a este deseo, Enrique cuenta lo siguiente: “En 2019 estuvo el ministro Víctor Rossi junto con técnicos del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, y ellos hablaban de tres años de obra y que no sólo iban a pasar trenes de carga, sino que también se iba a restablecer el servicio de pasajeros. Han existido atrasos. Después sentí a [el exministro de Transporte Luis Alberto] Heber decir que la obra quedaría pronta para el 2023, para mayo; me acuerdo bien porque en setiembre de 2023 se cumplen 150 años de la fundación de 25 de Agosto”.

Enrique y Beatriz ya están con los preparativos para el festejo de los 150 años y lo quisieran coronar con la vuelta del tren de pasajeros. Imaginan, sueñan y se movilizan junto con otros vecinos por un 25 de Agosto con más trabajo para su gente, con más y mejores servicios, con más y mejor infraestructura, con más movimiento; están convencidos de que el retorno del ferrocarril es fundamental para hacer realidad esos sueños.

25 de Agosto y su gente, la estación de ferrocarril, Leo Arti, se fusionan y forman una sola pieza, un bloque compacto muy difícil de romper.

Foto del artículo '25 murales'

Foto: Camilo dos Santos

“Me veo siempre pintando, no veo otra forma de sobrevivir bien, de mantener mi energía, de levantar siempre un poquito más de energía. La vida merece que la respetemos, tenemos suerte de estar viviendo, y eso se respeta”, dice Leo y agrega: “Voy a morir sobre un andamio, pintando”.

El recorrido para salir de la villa vuelve a mostrar las casas viejas, las más nuevas, los colores potentes, los murales en las fachadas, la plaza grande, el bar de Richard, y en una pared gris de una vivienda sencilla los vecinos de 25 de Agosto pintaron una abeja y escribieron una frase: “En nuestras manos está su destino y en su destino está nuestra supervivencia”.