La laguna de Rocha comparte con otras lagunas costeras de nuestro país su cercanía con el mar y el hecho de recibir regularmente agua salada. Esto crea condiciones biológicas particulares, que a su vez permiten asentarse a una fauna muy variada.
Uno de los principales afluentes de agua dulce para la laguna es el arroyo Las Conchas, junto con los arroyos Rocha, Nogues y Las Palmas. A estos se suma el agua que aporta la lluvia.
El arroyo Las Conchas viene del norte al sur del departamento, cruza la ruta 15 y desemboca finalmente en la laguna. Con frecuencia se realizan excursiones de canotaje siguiendo este trayecto, ingresando al arroyo en el puente de la ruta y siguiendo el flujo natural de las aguas hasta llegar a la laguna, lo que supone remar por un trayecto de unos 14 kilómetros.
El arroyo llega a la laguna generando un canal no muy ancho, de una decena de metros, rodeado en sus orillas de vegetación alta, y da origen a una zona conocida como Paraje Las Conchas. A lo largo del canal y en el entorno de la laguna crecen en abundancia juncos, hierbas y totoras, que funcionan como escondite para una multitud de aves acuáticas que van al lugar a buscar comida o hacer sus nidos.
Garzas moras y garzas blancas grandes se ven pasar regularmente, recorrer los canales y salir de entre los densos macizos vegetales. La baja profundidad de las aguas, que en esa zona nunca llegan al metro, permite a estas grandes aves caminar cómodamente con sus largas patas, mientras buscan peces, cangrejos y ranas. Al recorrer los canales en kayak, es frecuente que uno se acerque sin notarlo a una de ellas y que de repente surja volando a un par de metros, graznando asustada mientras aletea en su huida.
La cigüeña americana es una de las varias especies que recorren caminando los canales y las zonas de vegetación orillera, desde donde busca peces, ranas, culebras y cangrejos. A pesar de que tiene una altura que alcanza los 130 centímetros, pasa desapercibida cuando se mueve entre la cortina de juncos y totoras de la laguna. En las mismas zonas de vegetación densa puede construir su nido, una plataforma de ramas y tallos que puede llegar a medir un metro y medio de diámetro.
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Pero en la vegetación cercana a la orilla no se esconden solamente aves. En unas flores de intenso color amarillo, esperaba una araña cangrejo, apostada a la espera de que alguna mosca o mariposa se acercara a alimentarse de polen. Estas especies de araña no hacen tela, cazan al acecho, camufladas entre las flores y los tallos. Las arañas cangrejo se llaman así por la posición de sus patas, que recuerdan a pinzas. Además, pueden fácilmente desplazarse en forma lateral, igual que esos animales. Generalmente el color de la araña coincide con el de la planta en la que se instala a esperar pacientemente durante largo rato que se acerque su presa.
La variedad y la abundancia de fauna en la zona hacen que la laguna sea desde 2015 parte del listado de humedales de relevancia que registra el convenio internacional Ramsar. Aquí, en la laguna, en poco rato y sin desplazarse mucho, es posible observar chorlitos de distinta clase, garzas, cisnes de cuello negro, gallinetas, patos, gaviotas y macás, entre muchas otras especies.
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Sobre el final del canal, en la orilla se puede ver una antigua casa con techos de teja, cuya dueña ofrece desde hace poco alojamiento a personas interesadas en el turismo ecológico y que funciona como un buen punto de base desde el cual recorrer el entorno y conocer la flora y la fauna del lugar.
Bordeando el arroyo y la laguna hay un bosque que combina elementos autóctonos y exóticos, donde conviven pinos y eucaliptos con ceibos, sarandíes y sauces. Hay un área extensa con gran presencia de cactus del género Opuntia, que despliegan una flor de intenso color amarillo, generando un paisaje muy interesante debido al contraste con el color del agua.
Entre las espinas de este cactus se encontraba cómodamente instalado un chimango, que no parecía preocupado por que las púas le pincharan las patas. Desde la altura de su puesto de vigilancia, miraba atento su entorno para ver si aparecía alguna presa. Estos pequeños rapaces, que no suelen pasar los 40 centímetros, tienen una dieta muy amplia, ya que pueden cazar insectos, arañas, culebras, lagartijas, camarones, ranas, roedores y hasta algún pez que flote distraído cerca de la orilla. También pueden comer carroña, por lo que son aves muy adaptables que en este tipo de ambientes disponen de una gran variedad de alimentos.
Entre los árboles del bosque, había espacio para resguardar a otras especies. Las ramas bajas de un ceibo eran el lugar donde una ratonera cazaba insectos para sus crías, que la esperaban escondidas a muy pocos metros. Nuestra presencia la puso de mal humor y continuamente chistaba, para mostrar su enojo y probablemente para avisar a sus pichones que había peligro y era mejor mantenerse ocultos. Estas pequeñas aves atrapan insectos y arañas saltando de rama en rama y recorriendo los arbustos incansablemente, sobre todo cuando están criando, porque pueden tener hasta cinco crías para alimentar en una camada. Lo positivo es que en esta especie macho y hembra colaboran en la alimentación y eso facilita un poco la tarea.
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Al caer la tarde, en otra zona del bosque se escuchó el sonido de alguien removiendo hojas y ramas. Tras acercarnos con mucho cuidado, pudimos ver de cerca a un tatú buscando con su hocico entre las raíces y los troncos mientras se mantenía atento a su alrededor para no ser sorprendido por algún depredador. Como esta especie no tiene muy buena vista, pero sí buen olfato, cada tanto olfateaba el vientito que se filtraba entre las ramas para ver si le traía señales de algún zorro o un gato montés. Luego volvía a husmear entre las hojas secas buscando grillos, lombrices y gusanos, aunque una ranita o una lagartija también son bienvenidas. Los tatús son animales omnívoros, así que también incorporan brotes, frutos y raíces a la dieta, que también puede incluir carroña.
Es posible reconocer a esta especie porque tiene nueve delgadas bandas móviles en el medio del caparazón, a diferencia de la mulita, que tiene siete. Pasan buena parte del día refugiados en cuevas bajo tierra o entre rocas, pero cuando cae el sol, salen a alimentarse.
La zona que rodea la laguna es rica en vida vegetal y animal. La abundancia de agua, aunque sea salobre, genera condiciones para una gran biodiversidad. Además de una extensa cantidad de aves, viven en la laguna peces, cangrejos y anfibios, que también se esconden entre las hojas de algún caraguatá, siempre cerca del agua. Cuando anochece, se puede escuchar el coro de ranas y sapos llamándose para encontrar pareja cuando llegan los meses más cálidos, que es cuando se reproducen.
Las estaciones van cambiando en la laguna pero siempre hay movimiento, especies migratorias que llegan a anidar o alimentarse, flores que se abren y ofrecen su alimento e insectos que ponen sus huevos en el agua para que sus larvas se desarrollen, como las libélulas. Los ciclos se van sucediendo, pero siempre habrá actores primarios y secundarios desarrollando su papel en el entorno húmedo del paraje.
Para llegar al Paraje Las Conchas lo mejor es ir por la propia ruta 15 y entrar en el camino que sale en el kilómetro 18. Es un camino vecinal con algún pozo, pero se puede recorrer con precaución, aun con un auto no especialmente diseñado para terreno agreste.