En los desolados altos del sur de Hebrón, en un área conocida como Masafer Yatta, está la aldea Khirbet Zanuta. Bajo el sol ardiente, los hombres del pueblo apuran el arduo trabajo de desmantelar sus hogares, apretando todas las pertenencias que puedan llevar con ellos en camionetas, tractores con remolques y camiones. Las mujeres, los niños y el ganado ya han sido evacuados.
Hay prisa en la evacuación. Abdul Hadi Al’Til, un residente de Khirbet Zanuta, hace una pausa en el trabajo y cuenta cómo días antes los colonos invadieron el pueblo apuntándoles sus armas con un ultimátum: “O se mueven de aquí o morirán”. Parte de los portadores del mensaje vestían uniformes, otros, ropas comunes; “era imposible saber quién pertenecía al Ejército y quién no”, afirmó.
Tras los acuerdos de paz de Oslo (Oslo II), en 1995 el territorio de la Cisjordania ocupada fue dividido en tres zonas, llamadas A, B y C, según la densidad de población palestina y la cercanía a colonias israelíes. Cada una se diferencia por quién la administra y controla.
La zona C, bajo control militar y administrativo de Israel, abarca la mayor cantidad del territorio ocupado y es donde se encuentran las 350 colonias israelíes y puestos de avanzada que albergan a unos 480.000 colonos, según datos aportados por el movimiento Peace Now.
En esta zona C también hay decenas de comunidades de agricultores y pastores, pues es el hogar de miles de palestinos que cultivan la tierra y crían su ganado en forma tradicional enfrentando las condiciones climáticas, la falta de agua y las regulaciones impuestas por el ocupante. Debido al régimen militar que rige en la zona desde la ocupación israelí en 1967, el Ejército y la “administración civil” (aparato también formado por militares del Ministerio de Defensa, encargado de la población palestina en Cisjordania) han creado duras condiciones para los palestinos, lo que dificulta su vida diaria y la posibilidad de sustentar a sus familias. La llegada de los colonos israelíes después de la ocupación ha friccionado aún más la difícil relación que mantiene la población palestina con la ocupación.
Debe recordarse que la resolución 2.334 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del 23 de diciembre de 2016, señala que las colonias israelíes en territorio ocupado son ilegales ante la ley internacional, por lo que la mayor parte de la comunidad internacional las considera un obstáculo para cualquier posible acuerdo de paz.
Nueva Catástrofe
Desde el terrible ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre de 2023, que dejó un saldo de 1.200 israelíes asesinados y más de 250 personas secuestradas (132 aún en cautiverio), el Ejército israelí retiró la mayoría de sus tropas de la Cisjordania ocupada para mandarlas a luchar en Gaza, con lo que les dejó el control de la zona a soldados reservistas que viven allí. Desde entonces la violencia en Cisjordania contra pueblos de pastores palestinos ha venido en aumento.
“Esta es una nueva Nakba”, sentenció Issa Ahmad Baghdad, de 71 años, aludiendo a la expulsión de más de 700.000 palestinos ocurrida en 1948, tras la creación del Estado de Israel, mientras miraba cómo sus familiares cargaban los camiones.
Meses después, un todavía atemorizado Fares Hassan, también residente de Khirbet Zanuta, ya evacuada, se movió a un terreno en la zona B (administrada por la Autoridad Nacional Palestina, bajo el control de la seguridad israelí) para asegurarse de que los colonos no lo sorprendan. Tratando de contener las lágrimas, recuerda los días previos a la evacuación: “Venían de noche y de día, no podíamos dormir, nos atacaban, agujereaban nuestros tanques de agua. No nos dejaban sacar a nuestros rebaños a pastar, utilizaban drones para asustar a nuestro ganado. Nos aterrorizaron, no nos quedó otra [que irnos]”.
Con la atención mundial centrada en la devastación en Gaza, donde al menos 33.000 palestinos (entre ellos, más de 13.000 niños) han muerto en los bombardeos y los ataques de Israel, los colonos israelíes en toda Cisjordania están intensificando los ataques violentos contra las comunidades palestinas en la zona C, lo que ha resultado en un rápido aumento de los desplazamientos forzosos.
En la zona C de Cisjordania, según un informe de la organización israelí de derechos humanos B'Tselem, en un período de poco más de seis meses, 1.450 palestinos de 32 comunidades diferentes, incluidas 18 comunidades completas, han sido desplazados por la fuerza desde el 7 de octubre de 2023. Esto marca una escalada significativa en los traslados forzosos.
En Ein al Rashrash sólo resta un pequeño grupo de hombres protegiendo lo que queda. Sliman al Zawahri reza tal vez por última vez en el centro del pueblo, casi como una ceremonia de despedida.
Tras el rezo, Al Zawahri relata los motivos de la evacuación: “Los colonos de puestos de avanzada, llamados Ángeles de la Paz, atacaron el pueblo, destruyeron casas, corrales de ovejas, golpearon a un hombre de 85 años, aterraron a los niños; la vida se hizo imposible, no tenemos cómo defendernos, estamos totalmente expuestos”.
Encontrar a Salah Abu Awad no fue sencillo. Los caminos para llegar al sitio en el que eligió encontrarnos eran rocosos, no muchos coches los utilizaban, pero escondían una medida de seguridad para protegerse. Salah podía ver a distancia quién se acercaba al lugar donde se encontraba con su rebaño en las tierras de Samoah, una aldea palestina en la zona B. Las precauciones tomadas por Salah eran el resultado de un sinfín de ataques de colonos a su aldea, Wedade. Las pesadillas sobre colonos armados y con perros entrenados para atacar todavía lo persiguen. Salah y su familia decidieron abandonar su pueblo al entender que en la zona C no hay quien pueda protegerlos. Las denuncias a la Policía y la identificación de por lo menos dos de los hombres que lo atacaron no fueron suficientes.
Sanciones
Meses después, los agresores identificados por Salah y por otros pastores de la zona hicieron eco en Estados Unidos y el Reino Unido, países que por primera vez dictaron sanciones contra varios colonos por reiterada violencia contra palestinos. Dos de ellos son Ynon Levy y Ely Federman, del puesto de avanzada ilegal Meitarim. Los mismos a quienes Salah había identificado y denunciado.
El relato sobre los ataques que sufrió Salah contrasta con la primaveral ladera en la que pastan sus ovejas. Mientras le pide a un familiar que no quite los ojos de los caminos, afirma: “Hemos sufrido mucho por Ynon y Ely, nos han atacado repetidas veces, han entrado en la casa, dieron vuelta todo. Mi mujer y mis hijos estaban aterrorizados, han intentado robarme las ovejas y saquearme la casa; espero que las sanciones ayuden. Las denuncias que tengo documentadas y que hice a la Policía israelí no han logrado nada”.
A la fecha, Estados Unidos ha impuesto tres rondas de sanciones contra colonos israelíes. No sólo a individuos, sino también a organizaciones que promueven la violencia contra palestinos y a otras que han tratado de evadir las sanciones de la primera ronda juntando dinero para los individuos afectados. Las sanciones, a las que luego decidió sumarse la Unión Europea, no se limitan a los movimientos en el exterior, sino que también tienen un componente económico. Israel se rige por el sistema bancario estadounidense, por lo que de inmediato afectaron a los sancionados en sus transacciones locales.
A comienzos de mayo el gobierno británico publicó una nueva ronda de sanciones en la que incluye a la organización Hilltop Youth (Juventud de los Altos de las Colinas), un grupo juvenil israelí nacionalista de línea dura que establece puestos de avanzada en toda Cisjordania, asentamientos que son ilegales incluso para la ley israelí. Tienen la misión declarada de expulsar a todos los palestinos de los territorios ocupados. Si bien no existe una organización con personería jurídica que nuclee a estos colonos violentos, por lo que la sanción es genérica, el gobierno británico tendrá ahora un marco para sancionar a más individuos que viven en estos puestos de avanzada y a las entidades que les brinden servicios. El comunicado publicado por Londres cita a su ministro de Asuntos Exteriores, David Cameron: “Los colonos extremistas están socavando la seguridad y la estabilidad y amenazando las perspectivas de paz”.
Otra versión de los hechos
El ómnibus que partió del centro regional sur de los Altos de Hebrón, una especie de municipalidad regional que reúne a las diferentes colonias israelíes de la zona, estaba lleno de periodistas extranjeros curiosos por la invitación de Regavim, una organización creada por el hoy ministro de Finanzas israelí y encargado de la administración civil en el Ministerio de Defensa, Bezalel Smotrich, que monitorea lo que ellos llaman “construcción ilegal palestina en la zona C”. Es el brazo legal del movimiento religioso nacionalista colono para controlar a los palestinos en esta zona.
En noviembre de 2023, Naomi Linder Kahn, directora de la división internacional de Regavim, lideró al grupo al abandonado pueblo palestino Khirbet Zanuta. Parada en el mismo lugar donde semanas atrás Abdul Hadi Al’Til me contó los motivos que lo llevaron a desplazarse, Naomi Linder Kahn afirmó con total seguridad que no existe violencia colona. En su versión, los palestinos decidieron abandonar su pueblo porque “esta gente son beduinos nómades; cuando entendieron que después del 7 de octubre [de 2023] la zona estaría llena de soldados israelíes que implementarían las órdenes de destrucción de las construcciones ilegales, tomaron sus pertenencias y se marcharon”.
Shlomo Ne'eman, el director del Concejo Regional de Samaria, nombre bíblico utilizado por los colonos para referirse a Cisjordania, considera que las acusaciones de violencia son realizadas por organizaciones extremistas antiisraelíes y anarquistas. “Por alguna razón, la ONU confía en sus datos como si fueran un hecho”, dijo. Además, Ne'eman recordó que en una comisión parlamentaria para Judea y Samaria la Policía israelí afirmó que alrededor de la mitad de las denuncias de violencia perpetradas por residentes judíos contra palestinos, “presentadas por árabes y anarquistas”, eran falsas. Simplemente eran inventadas, dijo. “Estas organizaciones dementes están tratando de desviar el foco de la guerra de las atrocidades de Hamás del 7 de octubre [de 2023] y, en cambio, difamar a nuestras comunidades. Los más de 500.000 residentes de Judea y Samaria son ciudadanos pacíficos, leales y respetuosos de la ley del Estado de Israel. Quienes afirman lo contrario simplemente mienten”, agregó.
Consultado para este artículo, Ne'eman, que respondió por escrito, se refirió además al impacto de las sanciones impuestas por Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la Unión Europea: “Han tenido cero efecto en nuestras comunidades. Continuaremos construyendo y desarrollándonos en nuestra patria histórica ancestral. Judea y Samaria son el corazón y el alma de la nación de Israel y del pueblo judío... tenemos derecho a vivir en estas colinas y en todas las demás partes del país”.
Cifras
Desde el 7 de octubre de 2023 y hasta el 17 de abril, según el monitoreo de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios en el Territorio Palestino Ocupado de la ONU, se han documentado 794 ataques perpetrados por israelíes contra palestinos en Cisjordania.
Al menos diez palestinos han muerto a manos de colonos israelíes, mientras que cuatro israelíes han perdido la vida a manos de palestinos en la misma región. Los datos no cuentan a los palestinos muertos por las fuerzas de seguridad israelíes ni las bajas de esas fuerzas de seguridad.
Yehuda Shaul es codirector del Centro Israelí para Asuntos Públicos, un grupo de expertos independientes comprometido con defender políticas israelíes e internacionales efectivas para lograr una resolución justa y equitativa del conflicto palestino-israelí. Al analizar la situación en Cisjordania, Shaul indica que mientras que los colonos israelíes niegan la violencia cometida por su gente, desde el 7 de octubre de 2023 “más palestinos han sido asesinados por colonos que colonos por palestinos; eso nos muestra, más que cualquier otra cosa, cuál es la realidad en el terreno”. Este defensor de los derechos humanos considera que se está produciendo la expulsión de palestinos más significativa que se ha visto desde los años setenta. Y resume: “Ahora ya son 18 los pueblos palestinos abandonados, esto es desplazamiento forzado con esteroides”.
Quique Kierszenbaum es un documentalista y fotógrafo uruguayo residente en Jerusalén. Ha realizado coberturas en diversos medios, como Time, The Guardian, Paris Match, The Independent, Financial Times y Chicago Tribune, entre otros.