“Este libro pretende ser un homenaje, un reconocimiento, pero por sobre todo un rescate del disco que fuera la piedra angular de todo ello, el primigenio del rock guitarrero y sin palabras de la música joven uruguaya”, escriben a cuatro manos dos personas de notable vocación por la arqueología musical uruguaya en el inicio de este estudio dedicado a Sin palabras... (1965), el primer disco de Los Iracundos.

Por un lado, Lagos, que durante los últimos años, en modo Tito y sus Supersónicos revisó el cancionero nacional con versiones surf instrumentales que integran Popular (2016), una colección de diez EP en la que convive el Himno Nacional con la música folclórica, el rock uruguayo de todas las épocas, la marcha de la vuelta ciclista y el canto popular, entre otros. En su canal de Youtube evidencia su admiración por Los Iracundos cuando reinterpreta “40 grados”, “Puerto Montt” y “El hombre del brazo de oro” (Cohn y Van Heusen), que abre el disco instrumental Sin palabras..., una de las tantas inspiraciones cinematográficas del sexteto sanducero. La cinefilia de Leonardo Leoni Franco, primera guitarra y hermano mayor del cantante Eduardo, sintonizó con el clima cultural de época, que los autores asocian a la cantidad de salas y la constante renovación de sus carteleras durante los años 1960.

Entre las realizaciones del otro autor, Lalo Montes, figuran la dirección del documental Only Noise. Las 65:45 horas de gloria de Les Renards (2019), con el que puso en valor a una banda uruguaya de la que poco se sabía hasta ese momento. Es, además, cofundador y curador del sello Cólera para Ti, dedicado a recuperar material fonográfico de las décadas de 1960 y 1970.

Sin palabras / Los Iracundos es, entonces, un libro de melómanos que asumen el desafío de ponerle textos a un disco que no los tiene. Lo consiguen mediante una narración que conjuga información musical, por momentos analítica, en otros historicista, y también técnica. Aunque su formación musical es relevante, evitan que sea una obra sólo para entendidos, ya que parten del llano para diferenciar núcleo musical de canción. En ocasiones tratan asuntos vinculados pero no exclusivos de Los Iracundos, sino que hacen historia acerca del origen y rememoran otras versiones de los temas elegidos por la banda para este álbum, o amplían la mira en “Breve introducción a la historia de la música instrumental uruguaya en 1.116 palabras”.

Parte de la fluidez de estas páginas está en la brevedad de cada capítulo y cierta facilidad para encontrar frases gancheras, ubicar el claim de la cuestión, legible en el nombre del libro, su prefacio “¿Cómo es posible?”, o cuando titulan un capítulo “Esto no es un libro para fanáticos de Los Iracundos. ¿O sí?”. En ese sentido, hay un trabajo minucioso sobre la trayectoria de los sanduceros. Examinan toda su carrera y se focalizan en otras incursiones instrumentales; calculan que grabaron casi un centenar, pero sólo hay una decena de temas compuestos por ellos y la mayoría son adaptaciones de otros. De esa forma subrayan el talento de la banda para elegir las versiones, en las que, aparte del cine, revelan su predilección por las canciones tradicionales de colectividades (“Hava nageela”) y el jazz, género de donde provienen ocho de los doce temas que integran Sin palabras... Hay una descripción detallada de cada uno en cuanto a la inspiración, los arreglos, qué instrumentos utilizaban, el toque y hasta los pifies, como el que marcan a los 54 segundos de “Serenata a la luz de la luna”. Del mismo modo resaltan el talento de Leoni, al tiempo que lamentan que sus incursiones instrumentales no hayan sido más frecuentes y recuerdan que fue docente de Norberto Pappo Napolitano.

Estos datos anecdóticos reflejan parte del gran trabajo de investigación, que puede ser de importancia para cualquier interesado en la música uruguaya. Es un texto ideal para leer mientras se escucha el disco y así reconocer los detalles señalados. Didáctico y entretenido, posee la virtud de no agotar el tema abordado, sino de generar nuevas preguntas: ¿por qué el inédito de Los Blue Kings (nombre precedente del conjunto sanducero) grabado en 1963 no se difunde completo?; ¿de qué época proviene el sorprendente sonido de violines y trompetas?; ¿qué motivos llevaron a que algunos integrantes participen más o menos en este álbum? La extensa trayectoria del grupo y su naturaleza musical más bien voluble propician muchas interrogantes y facilitan la existencia de un Iracundos para cada quien.

Si bien están los cultores de esta faceta instrumental que implicó seis discos y que tantos ignorábamos, la banda fue infinitamente más conocida por la pachanga acalorada o su lado romántico, que incluyó el mayor hit del grupo, “Puerto Montt”, bizarreado por el recuerdo de su utilización por parte del expresidente ecuatoriano Abdalá Bucaram. En todas sus encarnaciones, Los Iracundos lograron piezas musicales pegadizas, memorables.

Esta edición de la colección Discos de Estuario, la primera dedicada a un álbum instrumental, es una pieza fundamental para el puzle de miradas sobre una de las bandas uruguayas más populares de todos los tiempos, que posee otros abordajes que pueden funcionar complementariamente, como el documental Un tal Eduardo (Aldo Garay, 2018) acerca del cantante y compositor de Los Iracundos, que refleja el culto al grupo y agrega mística al fenómeno. Lo bien documentado de Sin palabras, además, posibilita arribar a programas de radio, biografías, webs y notas de prensa con aportes significativos.

Otro valor de este libro es que transmite sus conocimientos desde una atmósfera pop que recorre el mundo simbólico de sus autores: ahí están las ilustraciones de Lagos con un trazo que evoca a Mortadelo y Filemón, la pesquisa arqueológica que descubre una versión formidable de Los locos Addams, y el humor subyacente en varios pasajes, además de las referencias a otros guitarristas de rock uruguayo con quienes compartieron impresiones sobre la banda. Este universo referencial que podría incluir a The Supersónicos enganchando clásicos como “Caravan” (Juan Tizol/Duke Ellington) o “Jinetes en el cielo” (Stan Jones) con “Marlboro Country” (Henry Mancini) mientras proyectan escenas de películas vintage en reversa. En esos recitales-homenaje, cada fraseo de la guitarra de Tito, con sus correspondientes silencios, dice más que mil palabras.

Sin palabras / Los Iracundos, de Tito Lagos y Lalo Montes. 192 páginas. Estuario, 2025.