Los primeros antecedentes de turismo en nuestro país se remontan a finales del siglo XIX, cuando era una actividad de exclusiva práctica para la élite. Las décadas transcurridas y la directa intervención política han permitido que la clase trabajadora pueda acceder al pleno disfrute vacacional. Sin embargo, hoy, ante la pandemia de coronavirus, se nos empieza a presentar en este sector -ya duramente golpeado- una realidad similar a sus inicios, potenciada por decisiones retrógradas de los entes gubernamentales y la omisión de los hechos por parte del Ministerio de Turismo.
Entonces, ¿puede la actual clase trabajadora uruguaya hacer turismo? Ante las actuales resoluciones estatales, la respuesta a nuestra pregunta pareciera ser que no, aunque la Ley 19.253 manifiesta lo contrario, al declarar en el año 2015 al turismo como un derecho. Es decir: todas las uruguayas y todos los uruguayos deberíamos poder acceder a vacacionar fuera del territorio donde se desarrollan nuestras vidas cotidianas, realidad que, si contrastamos, está lejos de ser factible.
Esta grieta se hace más notoria cuando, por ejemplo, en el departamento de Rocha se pretende la construcción de un hotel cinco estrellas mientras se limitan en este mismo territorio servicios y/o productos turísticos vinculados al Sistema Nacional de Turismo Social, programa estatal creado en el año 2006 que permite el acceso al turismo para los sectores de la población con bajos recursos.
El turismo está en un proceso de transición a nuevas y diferentes prácticas respecto a las que se venían realizando hasta marzo de 2020. Es la oportunidad de consolidar nuevas ofertas en el interior del país y dejar de concebir al turismo interno como una alternativa.
Este es el caso del camping de la Aguada en La Paloma, administrado por el PIT-CNT desde el año 2015 hasta el pasado viernes 9 de abril. 15 hectáreas de predio que desde su fundación, hace 40 años estuvo a cargo de diferentes privados, en cada período de gobierno, además de en una ocasión administrado por la propia Intendencia de Rocha. El interés por su gestión se fue perdiendo hasta que en el último llamado por licitación nadie se presentó, siendo ofrecido legalmente bajo comodato como colonia de vacaciones para los sindicatos agremiados a la central única de trabajadores de Uruguay.
Esto permitió que, tras 35 años de deterioro permanente, el espacio que cuenta con un albergue para 54 personas, 380 parcelas de camping con servicio de electricidad y agua potable, 18 cabañas para capacidad de dos hasta ocho personas, tres vestuarios de baño con agua caliente, además del supermercado y del restaurante, fuese recuperado y se mantuviese, autónomamente, al gobierno departamental y nacional.
Este tipo de iniciativas, promovidas y administradas por la clase obrera, generan que los propios trabajadores de distintos rubros, adultos mayores y jóvenes de los más diversos sectores sociales puedan descansar junto a sus familias en infraestructuras de calidad, convirtiéndose en una experiencia más grata. Además, es en esta práctica donde se da un encuentro colectivo y se fortalece el vínculo con el otro, generando un intercambio cultural, derrumbando las fronteras geográficas de nuestros departamentos y sus ciudades.
El mencionado camping “Wladimir Turiansky”, mejor conocido como “Camping PIT-CNT” era la puerta de acceso para que trabajadoras y trabajadores, sin importar sus ingresos, pudiesen acceder durante todo el año a una oferta real de turismo en el este del país. Este sitio, en su corta administración por parte del PIT-CNT, permitió también, por ejemplo, una primera experiencia con el turismo en Uruguay para trabajadores y trabajadoras domésticas y/o rurales.
El turismo está en un proceso de transición a nuevas y diferentes prácticas respecto a las que se venían realizando hasta marzo de 2020. Uno de los grandes cambios que tendrán que enfrentar países que dependen del turismo, como Uruguay, es la oportunidad de consolidar nuevas ofertas en el interior del país y dejar de concebir al turismo interno como una alternativa, sino como un producto en sí mismo.
Mientras muchos emprendimientos privados del sector turístico se ven obligados a cerrar debido a la emergencia económica que atraviesa el sector, los entes estatales no brindan medidas de apoyo, tampoco intervienen para evitar dicha situación y ni siquiera opinan ante tan graves desenlaces, como el del mencionado camping del PIT-CNT.
El cierre de todo tipo de alojamientos significa la pérdida de muchos puestos de trabajo turísticos, en su mayoría recursos humanos calificados, y la pérdida total de un servicio que muy difícilmente vuelva al mercado. La no intervención y el poco interés en el proceso que atraviesan los actores directos deja en evidencia la nula visión de mercado, la falta de voluntad política, el escaso entendimiento sobre la actividad y la poca importancia que se atribuye al turismo interno, y específicamente al turismo social, por parte de las actuales autoridades del Ministerio de Turismo.
Jeniffer Samandú y Juan Urdangaray son estudiantes de Licenciatura en Turismo.