Brittany Camacho tiene 28 años, sufrió explotación sexual desde los 13 y actualmente es una de las 12 trabajadoras sexuales trans que trabajan en las calles de la zona roja de Maldonado.

Su interés principal es dar a conocer las violencias cotidianas y la situación de “extrema vulnerabilidad” que sufren cuatro colegas. “Hablemos de seguridad”, sugirió Camacho. Los robos, los golpes y las pedradas son parte de la rutina laboral, sostuvo. Producto de estas violencias, algunas trabajadoras sexuales trans han sufrido fracturas de huesos, y otros golpes dejaron heridas por dentro.

“Por las agresiones están con medicación psiquiátrica, con ataques de pánico. A veces, con sólo ver a dos personas en un auto ya te entra ese miedo, y lo único que hacés es darte vuelta para cuidar la cara, ya no te importa lo que te pase en el cuerpo. Da miedo. Sin embargo, tenemos que seguir ahí porque es el lugar que la sociedad nos dio”, ilustró.

A veces los atacantes pasan en moto y les roban las carteras, llevándose los ingresos que obtuvieron en la jornada. Otras, los atentados consisten en tirarles piedras o insultarlas. Los agresores son principalmente hombres, pero también menores de edad y mujeres. Camacho aseguró: “Esto es natural para nosotras, porque no es algo que vivimos una vez cada muerte de un obispo, se vive todos los días, y más los fines de semana. Ahora no nos podemos quedar después de la 1.00”.

“La pandemia golpeó mucho. Hay compañeras que necesitan una ayuda que excede a la que puede dar la Unión Trans y Disidente de Maldonado, porque son temas médicos graves. Están muy abandonadas, algunas han perdido a sus familias y se han quedado solas”, contó. Una de las trabajadoras que comparte la calle con Camacho padece de epilepsia y el único apoyo que recibe es el de las compañeras, que la recuestan en el pasto hasta que cesan las convulsiones. “Hay que tenerla unos minutos y no dejar que se lastime”.

Desde el comienzo de la crisis sanitaria los problemas alimentarios de las trabajadoras sexuales trans se agravaron. Camacho recordó que, durante la última campaña electoral departamental, una integrante de una lista del diputado nacionalista Rodrigo Blás ofreció a las trabajadoras sexuales trans canastas del Ministerio de Desarrollo Social y de la Intendencia Departamental de Maldonado.

“Si tenías credencial cívica, te daba dos canastas. Pero no le importaba la dignidad de las compañeras”, rememoró Camacho, y agregó: “Seguimos trabajando durante la pandemia, pero ningún político de ningún partido se acercó a nosotras. Ellos saben dónde trabajamos, se nos ve de día y de noche”.

Camacho cuestionó que los organismos estatales presentes en el departamento no cumplan con el cupo laboral de 1% estipulado por la Ley Integral para Personas Trans. Por otra parte, indicó que tampoco se ha respetado el artículo 22 de dicha ley, que establece que se deben incorporar a las identidades trans en “los programas y políticas que garantizan el acceso a soluciones habitacionales”.

“Quiero saber de al menos una chica trans a la que [el intendente de Maldonado, Enrique] Antía le haya dado una vivienda. No se trata sólo de la marginalidad de la calle, hay mujeres trans que son mayores. Casi todas las que pagan alquiler son mujeres de 40 a 50 años, y hay que tener en cuenta que la mayoría se retira sin nada porque no hizo aportes al BPS”, expresó.

Además, señaló que hay mujeres trans de otros departamentos que llegan a Maldonado con la esperanza de “triunfar” y luego no pueden sostenerse. “Algunas no llegan a pagar el alquiler o no comen. A las 15.00 ya tienen que estar paradas en la calle para poder irse a las 22.00. Y todos los días es esa misma rutina”, contó.

Con relación a la atención a las trabajadoras sexuales trans en las policlínicas del departamento, Camacho afirmó que están recibiendo los profilácticos, pero cuestionó que la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) no tenga en consideración que el trabajo sexual consiste en el contacto físico y, por lo tanto, implica una mayor exposición a la covid-19. Como protección, las trabajadoras prohibieron los besos a los clientes y usan tapabocas y alcohol en gel, pero esperan que ASSE efectúe hisopados.

Por otra parte, Camacho denunció la ausencia del PAP anal y las mamografías para detectar tempranamente el cancer de colon y de mama en los chequeos médicos periódicos, que debe llevar a cabo ASSE en el departamento a las trabajadores sexuales trans.