Debido a la intensidad de las lluvias, este jueves la dirección de Obras de la Intendencia de Maldonado comenzó a canalizar el agua de una cañada hacia la costa de Punta Colorada, igual que en la zona de Balneario Buenos Aires, y a abrir la boca de la Laguna de José Ignacio para evitar inundaciones en la zona. Sin embargo, la Asociación Civil Nativos Punta Colorada y su asesor, el catedrático Daniel Panario, advierten la necesidad de “soluciones de fondo” para evitar esas acciones.
Por un lado, Nativos analizó las causas por las que el camino costero de la playa Brava de Punta Colorada quedó parcialmente destruido en estas horas, como consecuencia del “súbito y voluminoso aumento del caudal de la cañada La Negra”, que cruza la zona y desemboca en la playa.
“Sin perjuicio de que esta situación derive de una lluvia en cantidad inusitada en un corto lapso, que puede ser consecuencia del cambio climático, el aumento del agua en la cañada también se ve afectado por una mayor urbanización”, señaló la organización en un comunicado.
Los vecinos atribuyen el problema a “una mayor construcción de infraestructuras en zonas costeras, que además de generar mayor agua de pluviales hacen que aumente el volumen de agua que llega a las cañadas”. Paralelamente, entienden que los mecanismos de mitigación de ese efecto resultan “insuficientes”, porque la mayor cantidad de construcciones deriva en una menor absorción del agua en los suelos, y reduce la vegetación.
También advierten que el pasaje de agua debajo de una estructura firme como lo es la rambla ha sido insuficiente para el manejo del volumen de agua que recibe la cañada, que sigue su curso por donde puede, generando los destrozos.
Alejandra Battocletti, una de las voceras de Nativos, remarcó en diálogo con la diaria que es necesario definir e implementar un plan de manejo costero que considere los efectos del aumento de los pluviales y analizar los procesos naturales para mitigar esos efectos.
Solución que no llega
La activista recordó que Nativos reclama un plan de ordenamiento territorial desde que la Justicia dictó una medida cautelar cuando la Intendencia de Maldonado insistía en avanzar con la tercera etapa de la rambla, entre San Francisco y Punta Colorada, y luego desistió del proyecto.
“Estas cosas pasan: hay que saber por qué están pasando, por qué se producen estos eventos, y de qué forma responder a estos fenómenos con infraestructura adecuada que sea amigable y técnicamente adecuada para la faja costera”, señaló la activista.
Para esto, entiende fundamental la participación ciudadana y de la academia en la toma de decisiones sobre la faja costera, además de involucrar a todos los organismos con competencia en el tema, como el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial, el Ministerio de Ambiente y el gobierno local.
Panario: “Sabemos, pero jamás nos consultarán”
Para el profesor Daniel Panario, asesor de las agrupaciones costeras y director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias (Universidad de la República), hay varios factores que generan situaciones como la de Punta Colorada. En principio, advierte “un error de diseño” en la rambla, pero, aparte de eso, considera que hay que tomar medidas de fondo. “No puede ser que impermeabilicemos toda la zona de la costa y mandemos toda el agua para la playa, porque es un desastre. Hay que evitar, fundamentalmente, que los pluviales vayan a dar a la playa, y limitar su caudal”.
A su juicio, una solución es que “cada quien se haga cargo de sus pluviales, lo cual vendría muy bien porque tendrían agua de buena calidad y gratis”. A modo de ejemplo, comentó que los particulares pueden recoger el agua de los techos y canalizarla hacia aljibes o tanques, para utilizarla en riego, para cocinar o para otras necesidades. “Eso se hace en el mundo, pero acá ni siquiera se piensa y todo va a dar al arroyo o a cañadas que necesitan cada vez más espacio, y no se arregla colocando unos caños” de desagüe, lamentó.
Otra solución, para el catedrático, es lograr que las personas traten sus aguas residuales, que se acumulan en pozos negros filtrantes. “Los técnicos sabemos cómo se resuelven esos problemas, pero jamás nos van a consultar porque les decimos lo que no les gusta escuchar”, dijo Panario, en referencia al corte generado en la rambla de Punta Colorada.
El drama de la laguna
En cuanto a la situación de la Laguna de José Ignacio, donde por estas horas maquinaria pesada de la IDM intenta abrir la boca hacia el mar para evitar que se inunde la zona circundante, Panario fue categórico y afirmó que es necesario realizar un estudio interdisciplinario para determinar en qué casos debe forzarse su apertura.
En este punto mencionó el caso de la Laguna de Rocha, donde, junto a otros técnicos, elaboró un plan de manejo de la barra y se estableció bajo qué condiciones se puede abrir. “No es abrirla cuando se le da la gana a un director de obras. Lo ideal es que la laguna se abra cuando corresponde”, expresó.
Panario explicó que este sistema debe tener agua dulce la mayor parte del tiempo para que “se lave la sal, que no es buena ni para el ganado ni para las especies del sistema” de agua dulce. Cuando llueve mucho, la laguna debería abrirse sola. No obstante, consideró que “posiblemente”, debido a la sequía, la playa creció “en altura y en ancho” y que eso debe estar complicando la apertura natural.
Más allá de las evaluaciones que hayan movido a los técnicos de la IDM a desplegar maquinaria para abrir las dunas, el experto cree importante que se realice un protocolo de apertura en función de las condiciones que se dan. “Ese protocolo no existe en Maldonado, porque no se les ha ocurrido hacerlo”, lamentó. Tras remarcar que se puede hacer un estudio al respecto, señaló que, si la laguna está permanentemente abierta, la marea le aporta demasiada arena y empieza a rellenarla. “Si esto ocurre, se va quedando sin agua. Se va a quedar sin agua”, advirtió.
A todo esto, sobre las 15.00 de este viernes, fuentes de la Dirección de Obras informaron a la diaria sobre la finalización de las obras en Punta Colorada y en la Laguna de José Ignacio. En cuanto a Balneario Buenos Aires, explicaron que el inconveniente se produjo por la inundación de una alcantarilla cercana a Punta Piedras, que recoge toda el agua que proviene de una cañada del balneario. En este caso, el desvío del agua hacia la playa culminó cerca del mediodía.