Los más de 30.000 habitantes de la ciudad de San Carlos, Maldonado, estuvieron sin agua potable entre las 9.00 y las 23.00 horas de este lunes 14, aunque se suponía que el servicio volvería a media tarde. Por esta causa, algunas instituciones educativas que no contaban con tanques propios, como el liceo 1 y su centro anexo, suspendieron las clases a partir del mediodía.
Este martes el presidente de la Unidad de Gestión Desconcentrada (UDG) de OSE Maldonado, Jesús Bentancur, explicó a la diaria que el propietario de una chacra cercana a Lapataia -en la zona de Laguna del Sauce- estaba ampliando una aguada en su propiedad cuando la maquinaria rompió “un caño principal” que alimenta a toda la ciudad carolina.
La demora en solucionar el problema se debió a que, cuando los funcionarios ubicaron la chacra y fueron a cerrar las llaves de paso, ya se había formado una laguna en la zona del tajamar. Hubo que sacar toda el agua para acceder al caño averiado y esa tarea llevó todo el día. Recién a la tardecita pudieron bajar a realizar las reparaciones y empezar a bombear agua hacia la ciudad, que la recibió varias horas después, detalló Bentancur.
El jerarca agregó que “este tipo de roturas se da seguido con las empresas” aunque “hacía bastante” que no pasaba. El organismo evaluará los costos del operativo y la reparación para cobrárselo al privado, aseguró.
De las plantas
Por otra parte, Bentancur informó que el fideicomiso de 55 millones de dólares en el que se avanzó la semana pasada entre la Intendencia de Maldonado y el directorio de OSE , permitirá realizar 10 de las 28 obras que la UGD había planteado con la intención de evitar sobresaltos en las temporadas de verano y daños ambientales por mal tratamiento de aguas servidas.
“Todas las obras son urgentes, pero la más importante es la planta de tratamiento de San Carlos”, que tiene capacidad para atender a una población de 17.000 personas en una ciudad que supera las 30.000. Al caudal se suman los pluviales de las casas que están indebidamente conectados a la red de saneamiento. El jerarca reconoció que, cuando llueve, “es imposible” que la planta procese todo ese caudal, por lo cual termina afectando al arroyo San Carlos.
Otra planta problemática es la de Pan de Azúcar, que semanas atrás fue intimada por el Ministerio de Ambiente a raíz de denuncias de vecinos por contaminar el arroyo Tarariras y su cuenca. “La planta recibe aguas residuales de Pan de Azúcar, aguas residuales industriales, vertidos del abasto, y vertidos de barométricas que pasan de ser 10 en invierno a 60 en verano porque llegan desde Piriápolis y su entorno. La planta no está dimensionada para hacer frente a todo ese volumen”, admitió Bentancur.
Si bien la UGD elaboró “un presupuesto de 3,5 millones de dólares” para realizar las obras necesarias y lo envió a consideración del directorio de OSE en Montevideo, el organismo “no dio respuestas de que sea posible” tomar esos fondos de su presupuesto. Entretanto, la UGD se encuentra “en tratativas” con el frigorífico de la zona con vistas a la construcción de una nueva pileta de oxidación.
Respecto a la planta de tratamiento de El Jagüel, cuyo mal olor fue mencionado como una de los factores del alejamiento de inversores interesados en explotar una zona franca en esa zona, Bentancur informó que “la UGD habló con OSE y se hizo un plan de trabajo de 9 a 13 meses, con una inversión de 7,5 millones de dólares”.
Fraccionamientos trancados
Para Bentancur, “todas las obras de Maldonado que están en vías de resolverse y no se han resuelto son un tema candente”. Por un lado, dijo que el crecimiento de Maldonado posibilita que el departamento aporte a OSE unos 68 millones de los 400 que el organismo factura anualmente. Por otro, el departamento no está creciendo como podría debido a la falta de obras.
“Lo que ocurre ahora es que no podemos dar viabilidad a proyectos, como fraccionamientos al este del arroyo Maldonado o al norte de San Carlos porque no podemos llegar con agua”, lamentó, a modo de ejemplo.
Entretanto, dijo que se trabaja con vistas a la próxima temporada para solucionar los lugares “más complicados” en cuanto al estado de sus cañerías. El departamento tiene unos 50.000 metros de cañerías obsoletas -algunas de fibrocemento y otras de hierro- que deben ser cambiadas para asegurar la calidad del sistema de abastecimiento. No obstante, en este caso, buena parte podrá reponerse a través del citado fideicomiso que se pagará a 15 años, con tres de gracia.