La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó un informe en el que explica cómo las crisis actuales están afectando de manera desproporcionada a los países en desarrollo y, a su vez, empeorando las disparidades en materia de empleo a nivel mundial entre los países de altos y bajos ingresos. Esto amplía además las desigualdades ya exacerbadas por la pandemia de covid-19.
Bajo el título “Brecha mundial en términos de ocupación: los países de ingreso bajo quedarán más rezagados si no se actúa en favor de los empleos y la protección social”, la publicación de la OIT publicada en el portal oficial de la Organización de las Naciones Unidas revela que el desempleo mundial disminuirá a los niveles anteriores a la pandemia durante este año, alcanzando a 191 millones de personas, lo que corresponde a una tasa global de desempleo de 5,3%. Sin embargo, las estimaciones indican que los países de bajos ingresos seguirán muy por detrás en el proceso de recuperación.
Según los autores del trabajo, los países de bajos ingresos en África y el mundo árabe tienen pocas probabilidades de recuperar este año los niveles de desempleo previos a la pandemia. Por el contrario, otras regiones del mundo consiguieron achicar sus tasas de desempleo por debajo de los niveles anteriores a la crisis. En el caso de América Latina y el Caribe, se prevé un índice de 6,7% de desempleo en comparación con el 8% en 2019. En Europa se estima una tasa de 6,3%, un porcentaje que alcanzaba a 7% en 2019.
Por su parte, un nuevo indicador desarrollado por la OIT, la brecha de empleo, ofrece una medida más específica de la demanda insatisfecha de trabajo, sobre todo en los países en desarrollo. Este indicador comprende a todas las personas que quieren trabajar pero no pueden hacerlo.
Las variaciones en la brecha de empleo apuntan a una disparidad mundial. Los países de bajos ingresos tienen una tasa más alta, de 21%, mientras que este índice en los países de ingresos medios se sitúa en poco más de 11%. Los países de altos ingresos registran las tasas más bajas, de 8,2%. Además, de acuerdo con los datos que emergen del informe, los países de bajos ingresos constituyen el único grupo de países que ha registrado un incremento a largo plazo de la tasa, de 19,1% en 2005 a 21,5% en 2023.
Otro factor importante en el incremento de las desigualdades son las crecientes deudas, que limitan el alcance de las políticas públicas. Las dificultades financieras y fiscales que enfrentan los gobiernos de las naciones más endeudadas obstaculizan las respuestas a retos complejos, que incluyen conflictos, catástrofes naturales y crisis económicas que tienden a reforzarse mutuamente e incrementan la brecha de empleo.
Según el informe, los países de bajos ingresos agobiados por la deuda enfrentan una brecha de empleo mucho más alta, de hasta 25,7% en 2023, frente a 11% en los países en desarrollo con riesgo bajo de sobreendeudamiento.
A pesar del contexto actual, los autores del informe llegaron a la conclusión de que el aumento de inversiones en políticas de protección social produciría beneficios económicos, sociales y conseguirían reducir la brecha mundial de empleo. Sin embargo, el documento evidencia que existen carencias significativas en este ámbito en los países en desarrollo.
En este sentido, el estudio analiza las pensiones básicas de vejez, en especial en los países de ingresos medios-bajos y de ingresos bajos, donde sólo 38,6% y 23,2% de los ancianos reciben, respectivamente, una jubilación, frente a 77,5% a nivel mundial. Esta diferencia se debe a la enorme tasa de trabajadores informales que hay en los países menos desarrollados.