Los últimos eventos en la guerra entre Rusia y Ucrania, que el martes cumplió 1.000 días, aumentaron la preocupación en Europa. Las hostilidades sumaron más armas y también cambios en las reglas que agravan la situación.
El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, dijo el viernes que “ninguno de nosotros conoce el final de este conflicto, pero sabemos que ahora está adquiriendo dimensiones muy dramáticas y los acontecimientos de las últimas horas lo demuestran”. En su opinión, “la amenaza de un conflicto global es grave y real”. Para el canciller alemán, Olaf Scholz, estamos ante una “horrible escalada”.
Una ofensiva especialmente intensa de Rusia contra Ucrania, lanzada el fin de semana, fue seguida por la noticia de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó al gobierno ucraniano a usar misiles de largo alcance fabricados en su país contra territorio ruso. Esta autorización, que desde hacía tiempo reclamaba el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, buscó fortalecer el poder militar y de negociación de ese país, al permitirle atacar nuevos objetivos.
Para el gobierno de Vladimir Putin, esa autorización implicó una escalada en el conflicto y la cancillería rusa la leyó como un involucramiento directo de Estados Unidos en las hostilidades. Manifestó que “la respuesta de Rusia en este caso será apropiada y se hará sentir”.
Cuando el martes se cumplieron los 1.000 días desde la invasión de Rusia a Ucrania, lanzada el 24 de febrero de 2022, el gobierno de Zelenski utilizó la autorización de Biden. El primer ataque con armamento estadounidense de largo alcance fue dirigido contra una instalación militar en la provincia rusa de Briansk, cerca de la frontera entre los dos países.
Durante meses, Moscú había advertido contra el uso de este tipo de misiles, conocidos como ATACMS, que tienen un alcance de hasta 300 kilómetros. A tal punto que en setiembre Putin dijo que una acción de ese tipo significaría que Estados Unidos y la OTAN “están en guerra con Rusia” y que les suministraría armamento de largo alcance a “enemigos” de ambos.
La amenaza nuclear
Horas después del ataque ucraniano, Rusia anunció un cambio en su doctrina nuclear. Las nuevas reglas autorizan a Moscú a responder con armas nucleares ante un ataque convencional que implique “una amenaza crítica” para su soberanía o su integridad territorial. También establecen que se considerará como “ataque conjunto” aquel que lance un país que no cuente con armas nucleares, pero que tenga el respaldo de otro Estado que sí tenga ese armamento. Varios gobiernos, desde Francia hasta China, llamaron a frenar las hostilidades y no promover una doctrina como esta, que significaría un mayor peligro bélico.
Ese mismo día, durante un consejo de ministros de Defensa de la Unión Europea, el responsable de Asuntos Exteriores y de Seguridad del bloque, Josep Borrell, manifestó: “Europa tiene que hacer más y más rápido para aumentar su capacidad de defensa, no sólo para apoyar a Ucrania, sino por su propia seguridad”.
Borrell señaló que en la guerra con Ucrania, Rusia está recibiendo “el apoyo de China, Corea del Norte, Irán y otros”. De acuerdo con el alto comisionado europeo, China le proporciona a Rusia cerca de 80% de los bienes de doble uso, civil y militar, y productos que permiten que la industria militar rusa siga funcionando. En el caso de Corea del Norte, Putin aprobó recientemente el despliegue de unos 10.000 soldados de ese país en la frontera con Ucrania, después de firmar con Pyongyang un acuerdo de asistencia mutua en caso de agresión.
Para Borrell, si Putin “pudiera tener éxito en Ucrania”, Europa pagará una “factura muy alta, mucho más cara que cualquier tipo de apoyo militar” que pueda aportar actualmente.
Un día después, otra decisión de Washington mantuvo la tensión. La prensa estadounidense informó el miércoles que Biden había aprobado el suministro de minas terrestres antipersonales a Ucrania para que las utilice en su propio territorio. El primer medio en publicar la noticia, The Washington Post, citó a funcionarios que dijeron que Estados Unidos espera que el gobierno de Ucrania no las use en zonas pobladas por su propia población civil, sino contra las tropas rusas que invaden ese país.
Según recordó el periódico, más de 160 países firmaron un tratado contra el uso de esas minas por el daño que han causado a civiles en diversos conflictos. Pero Rusia las ha utilizado en Ucrania y Zelenski reclamaba contar con esas armas.
Tecnología postsoviética para la guerra
Otro hito en la escalada de esta semana fue el ataque que Rusia lanzó el jueves contra una fábrica de armamento en la región ucraniana de Dnipró con un nuevo misil balístico hipersónico, Oréshnik, que aunque, en este caso, no llevaba carga nuclear, tiene capacidad de transportar seis ojivas.
Putin manifestó que en la actualidad “no hay medios para contrarrestar esas armas”, que no pueden ser detectadas o detenidas por los escudos antimisiles con los que cuentan otros Estados. Esto se debe a su alta velocidad, de 2,5 a 3 kilómetros por segundo. “Sí, tarde o temprano lo tendrán también otras potencias [...]. Pero eso será mañana, o dentro de uno o dos años, y nosotros lo tenemos ahora y eso es lo importante”, dijo, según citó la agencia Efe.
“El sistema Oréshnik no es un arma estratégica, en cualquier caso, no es un misil balístico intercontinental, no es un arma de destrucción masiva, entre otras cosas porque es de alta precisión”, dijo Putin, que agradeció a los creadores del misil. Agregó que no se trata de un avance en la industria militar soviética, sino de un logro de la Rusia postsoviética. Aclaró que este fue un lanzamiento de prueba y que se seguirán haciendo otros testeos, incluso en contextos bélicos.
Putin dijo también que Rusia se reserva el derecho a utilizar sus armas “contra objetivos militares de aquellos países que permiten que sus armas se utilicen” contra instalaciones rusas. Además de Estados Unidos, hay países europeos, como Reino Unido, que autorizaron a Ucrania a usar en este conflicto armas fabricadas por ellos. Otros, como Alemania, se niegan a esa posibilidad.
Este viernes, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dijo que “la parte rusa demostró claramente sus capacidades” y consideró que las “insensatas” acciones de occidente, de enviar armas a Ucrania, “no pueden quedar sin respuesta”.
Este ataque con el sistema Oréshnik llevó a Ucrania a pedir una reunión de urgencia de la OTAN y está previsto que esta organización defensiva se reúna el martes en Bruselas.
Según la inteligencia militar ucraniana, el Oréshnik pudo haber sido lanzado desde un complejo militar ruso en Kedr, y le habría tomado unos 15 minutos recorrer unos 1.000 kilómetros hasta su objetivo en Dnipró, a una velocidad 11 veces más rápida que la del sonido.