El presidente ruso, Vladimir Putin, realizó el martes un viaje no programado a Chechenia, una república mayoritariamente musulmana dentro de la Federación Rusa, su primera visita en casi 13 años, mientras por tercera semana consecutiva prosigue la invasión ucraniana sobre la región rusa de Kursk.

De acuerdo con lo que informó Associated Press, Putin fue recibido por el jefe de gobierno de Chechenia, Ramzan Kadyrov, antes de visitar una academia de fuerzas especiales y hablar con combatientes voluntarios que entrenan en ese lugar antes de ser desplegados en territorio ucraniano, fundamentalmente en la región del Donbás, que es donde se están centrando los combates más importantes de la guerra en curso.

Los combatientes chechenos, cuyo intento de independencia después de la caída de la Unión Soviética llevó a años de guerra con las fuerzas de Moscú, que se terminaron imponiendo después de dos conflictos bélicos, están participando en ambos lados del conflicto en Ucrania. Los voluntarios favorables a Kiev son leales a Dzhokhar Dudayev, el difunto líder checheno proindependentista, y son enemigos acérrimos de las fuerzas chechenas que respaldan a Putin y Kadyrov.

El aporte de las tropas chechenas viene siendo muy importante para Rusia, donde jugaron un rol clave en el asedio que duró meses sobre el puerto ucraniano de Mariupol y en otros puntos conflictivos en el sur y el este del país.

También el martes, en Grozni, la capital chechena, Putin visitó la tumba del padre de Kadyrov, el exlíder Akhmat Kadyrov, quien fue asesinado en mayo de 2004 en un ataque con bomba perpetrado por sus rivales políticos en un estadio durante un desfile en conmemoración de la Segunda Guerra Mundial.

En su última actividad pública del día, el mandatario ruso tuvo una reunión con el líder checheno, quien anunció que su república tiene “decenas de miles” de reservistas listos para luchar contra los ucranianos, según informes de los medios estatales rusos. Los informes no especificaron si algunos de estos reservistas podrían ser enviados para repeler la incursión de las fuerzas ucranianas en la región rusa de Kursk.

El Kremlin viene confiando en Kadyrov para mantener estable el Cáucaso norte tras años de agitación.

Entidades internacionales de defensa de los derechos humanos acusaron en reiteradas ocasiones a las fuerzas de seguridad de Kadyrov de realizar ejecuciones extrajudiciales, torturas y secuestros de disidentes, pero las autoridades rusas no hicieron ninguna investigación al respecto.

También este martes, de manera sorpresiva y antes de visitar Chechenia, Putin estuvo algunas horas en Beslán, una ciudad en la república caucásica de Osetia del Norte, donde tuvo su primera reunión en casi dos décadas con madres de niños asesinados en el ataque a una escuela perpetrado por militantes islámicos en 2004 que dejó más de 330 muertos.

En la reunión, Putin realizó un paralelismo entre lo que ocurrió hace 20 años en Beslán y la actual invasión ucraniana a Kursk, acusando al gobierno ucraniano que preside Volodímir Zelenski de “intentar desestabilizar” el país.

“Así como logramos nuestros objetivos en la lucha contra el terrorismo, también los alcanzaremos en la lucha contra los neonazis y, sin duda, castigaremos a los criminales”, expresó Putin.

Mientras los militares rusos no desisten de capturar territorios en el este de Ucrania, las tropas de Kiev afirman que siguen avanzando en la región rusa de Kursk.

El presidente ucraniano aseguró este martes que los soldados de su país ya tienen bajo su control más de 1.250 kilómetros cuadrados y 92 asentamientos en territorio ruso desde que iniciaron la sorpresiva ofensiva el 6 de agosto, según informó el portal France24.

Kiev ha insistido en las últimas semanas en que, a diferencia de Moscú, su propósito con la operación no es arrebatar territorios de su vecino país, sino obligar al Kremlin a una negociación de tregua “justa”. Sin embargo, el gobierno ruso remarcó este martes que descarta cualquier conversación con Ucrania en las actuales condiciones.

En las últimas horas, los servicios médicos rusos cifraron en 17 los civiles muertos y en más de 140 los heridos a causa de la ofensiva ucraniana en Kursk. Por otra parte, más de 200.000 rusos fueron evacuados de la región de Kursk, situada en el extremo oeste del país, junto a la frontera con Ucrania, y también de la zona fronteriza de Bélgorod.