Sobre las 15.30, hora de Líbano, una gran cantidad de localizadores de personas, también conocidos como beepers, explotaron en forma simultánea. Los videos de las detonaciones en las calles y los mercados inundaron las redes sociales. “Una gran cantidad de personas con heridas diversas están llegando a los hospitales libaneses y se ha descubierto inicialmente que las heridas están relacionadas con la explosión de aparatos inalámbricos en posesión de los heridos”, comunicó el Ministerio de Salud Pública.

Once personas murieron, entre ellas una niña y dos integrantes de la milicia libanesa Hezbolá, que utiliza esa tecnología para comunicarse, y otras 4.000 personas sufrieron heridas, informaron las autoridades. Los estallidos se concentraron en el sur del país y en zonas de Beirut controladas por esa organización chiita, que es un partido político con una importante rama militar.

El embajador de Irán, Mojtaba Amani, fue uno de los lesionados y recibió atención médica. Sin embargo, su esposa, Narges Ghadirian, informó que las heridas eran leves y que se encontraba en buen estado de salud.

El Ministerio de Relaciones Exteriores libanés comunicó que lo ocurrido fue un “ataque cibernético israelí”. Anunció además que presentará una queja al respecto ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El ministro de Telecomunicaciones libanés, Johanny Corn, dijo que los aparatos que explotaron este martes eran parte de un cargamento que “llegó recientemente” al país. Señaló que algunas personas notaron que las baterías de los beepers se calentaron y los tiraron lejos antes de que explotaran.

“A lo mejor se activó a distancia, pero no sabemos cómo”, manifestó, según citó la agencia Efe. “Debemos saber cómo y cuándo entró ese cargamento de dispositivos a Líbano, a qué compañía pertenecen, quién es su dueño... Debemos conocer más detalles para saber cómo funciona este dispositivo y cómo entró a Líbano”, dijo.

El Consejo de Ministros emitió una declaración en la que denunció el acto “criminal israelí”, que implica “una violación significativa de la seguridad y la soberanía libanesa”. A su vez, el presidente del Parlamento, Nabih Berry, dijo que “lo que Israel hizo no sólo es una masacre, sino que constituye un claro crimen de guerra”, y consideró que “ya no es aceptable que la comunidad internacional se contente con declaraciones de condena y denuncia”, informó Europa Press.

Hezbolá, a su vez, manifestó que considera “al enemigo israelí como completo responsable de esa agresión criminal que también tuvo como objetivo a civiles”, y advirtió que Israel recibirá un “castigo justo”.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que tiene sede en Londres, pero cuenta con informantes en Siria, también en ese país, donde hay presencia de integrantes de Hezbolá, se registraron explosiones de beepers que hirieron a varias personas.

El portavoz de la secretaría general de la ONU, Stéphane Dujarric, manifestó que lo ocurrido es muy preocupante, en especial en el contexto “extremadamente volátil” que atraviesa Medio Oriente, según citó el diario The Times of Israel. El vocero dijo que la ONU rechaza cualquier acción que cause víctimas civiles y agregó: “No podemos subrayar lo suficiente los riesgos de una escalada en Líbano y en la región”, agregó.

Pese a las acusaciones públicas, el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no emitió ninguna declaración al respecto, una práctica usual de las autoridades de Israel, que evitan confirmar o negar ataques lanzados fuera de su país.

El fuego cruzado entre el ejército israelí y Hezbolá se intensificó desde que el gobierno de Netanyahu iniciara su ofensiva en la Franja de Gaza, un día después de que el movimiento palestino Hamas atacara Israel, el 7 de octubre. Desde entonces la confrontación armada en el norte de Israel y el sur de Líbano dejó más de 650 muertos, entre ellos unos 400 milicianos de Hezbolá, y obligó a evacuar a la población israelí de esa zona.

Hamas emitió un comunicado en el que manifestó que el ataque de este martes fue una “agresión terrorista sionista” que atenta contra “todas las leyes y costumbres”, y acusó a Estados Unidos de “proporcionar cobertura” para que Israel lleve a cabo “sus crímenes fascistas”.

A su vez, Estados Unidos llamó a Irán a que “no aproveche ningún incidente para intentar añadir más inestabilidad y aumentar aún más las tensiones en la región”. Así lo dijo el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, en una conferencia de prensa en la que aclaró que el gobierno de Joe Biden no estaba “al tanto” ni mucho menos involucrado en este incidente.