Vladimir Putin confiaba en que la ofensiva rusa de este verano diese un vuelco al equilibrio de fuerzas en el frente de Ucrania y le permitiera llegar a una eventual mesa de negociaciones con las mejores cartas. Sin embargo, los informes más recientes de los analistas militares coinciden en que el avance ruso se ha estancado en los últimos días. Ahora bien, mientras en el noreste, en la región ucraniana de Sumi, las tropas de Volodímir Zelenski han logrado frenar a los soldados rusos, en el este, en Donetsk y Dnipropetrovsk, las tropas de Moscú avanzan de manera sustancial. Por su parte, el líder prorruso de Lugansk da por controlada 100% la región.

Mientras tanto, Putin le dijo abiertamente a Donald Trump en una llamada telefónica el jueves que “Rusia no se desviará de sus objetivos” de guerra. Tras la conversación, el estadounidense confirmó que no se había producido ningún avance. “No estoy contento con esto”, dijo. Un día después, Trump habló con Zelenski y, según el ucraniano, ambos acordaron iniciar reuniones para incrementar la protección de los cielos, pese a que poco antes Estados Unidos anunció la suspensión del envío de determinado armamento a Kiev por la escasez en los arsenales estadounidenses (ver el recuadro).

Una vez que el Ejército de Putin consiguió expulsar a los soldados de Kiev de prácticamente la totalidad de la región rusa de Kursk, a finales de abril, el Kremlin empezó a acumular hombres en la zona fronteriza ucraniana de Sumi. Cerca de 50.000, según el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Oleksander Syrskyi. El objetivo de Moscú era doble: alejar la artillería enemiga del territorio ruso y obligar a Zelenski a concentrar recursos allí.

Con este propósito, el Ejército ruso redobló sus ataques sobre Sumi a lo largo de la primavera, pero la ofensiva parece haber alcanzado un punto muerto. Tan es así que el comandante en jefe ucraniano aseguró el jueves que la línea de contacto se había “estabilizado”.

Las tropas rusas se encuentran a una veintena de kilómetros de la ciudad de Sumi y, según contaron al Wall Street Journal soldados ucranianos que luchan en aquel frente, los efectivos rusos los superan en una proporción de tres a uno. “Su principal estrategia es agotarnos numéricamente”, admitía Syrskyi. Otro comandante le explicó al mismo periódico que “el enemigo pierde entre 300 y 400 personas al día en toda la región, pero pueden soportar este nivel de bajas y continúan trayendo reservas”.

De los militares citados por el Wall Street Journal, también se desprende un cierto descontento por la escasa preparación defensiva de la cúpula militar ucraniana. Lamentan que, mientras se batían en retirada de Kursk, nadie cavó trincheras en Sumi, no se trabajó el sistema de defensa aérea con drones ni se minaron las zonas por donde están avanzando ahora las tropas rusas.

Parte del éxito ucraniano a la hora de detener a los soldados enemigos se debe al hecho de que la comandancia del Ejército envió allí a un comando de élite de su inteligencia militar que contribuyó a contener las líneas rusas. “Se ha formado un grupo especial de defensa para mejorar la seguridad en Sumi”, reconocía Syrskyi el jueves.

Incluso los corresponsales de guerra rusos se quejan del frenazo de la ofensiva. “Sin refuerzos significativos aquí o la retirada de las unidades enemigas a otra parte del frente, no podremos empujar la defensa de las Fuerzas Armadas de Ucrania [de vuelta] a la línea de la ciudad de Sumi”, escribía recientemente uno de los llamados blogueros Z más populares, Yuri Podoliaka, en su canal de Telegram.

Donetsk, objetivo prioritario

Esta acumulación de fuerzas en el norte ha permitido que en el este, en Donetsk, el Ejército ruso haya consolidado un ritmo alto de conquista. A partir de los datos del proyecto de análisis militar ucraniano DeepState, el medio independiente ruso Agentstvo ha llegado a la conclusión de que durante junio las tropas de Moscú avanzaron cerca de 140 kilómetros cuadrados en este territorio, más que en ningún otro.

DeepState advierte que “la defensa [ucraniana] continúa derrumbándose rápidamente y el enemigo está haciendo progresos significativos”. Kirill Mijáilov, analista del Conflict Intelligence Team, organización rusa que se dedica también a evaluar los progresos en el frente, reconoce en Agentstvo que “casi no hay otras zonas donde la situación sea tan crítica”.

Foto del artículo 'Cómo está el frente en Ucrania: Rusia avanza en el este, se encalla en el norte y se aleja la expectativa de un alto el fuego'

El Ejército ruso lleva meses intentando capturar la ciudad de Pokrovsk, un enclave vital de Donetsk, ya que conecta el frente con el oeste, hacia Dnipró y Kiev, y es fundamental para el transporte de tropas, la evacuación de heridos y el suministro de armas. Según el comandante en jefe ucraniano, Rusia asedia la ciudad (que antes de la guerra tenía unos 60.000 habitantes) con más de 110.000 soldados.

La pérdida de esta localidad supondría un golpe duro para Zelenski porque allanaría el camino a las tropas del Kremlin hacia los últimos bastiones ucranianos de Donetsk: Sloviansk y Kramatorsk.

Para culminar este esfuerzo, la estrategia de Moscú pasa ahora también por penetrar en una región que limita al oeste con Donetsk, Dnipropetrovsk. DeepState confirmaba este lunes en un mapa interactivo lo que hacía semanas que el Ejército ruso venía proclamando: su entrada dentro de este territorio por primera vez desde que empezó la guerra.

Se trata todavía de una “zona gris”, es decir, en disputa. Aun así, el analista Mijáilov alerta de que las líneas de suministro de las unidades ucranianas se verán afectadas en dirección a Pokrovsk si las tropas rusas siguen avanzando, lo cual estrecharía el cerco sobre Donetsk. El político prorruso Vladímir Rogov escribió en su canal de Telegram que las fuerzas rusas habían logrado ocupar el primer pueblo de Dnipropetrovsk, Dachnoe, sin que Ucrania lo admitiera, y blogueros rusos como Rybar aseguran que disponen de imágenes que lo confirman.

Lugansk

El líder de la autoproclamada República Popular de Lugansk, Leonid Paséchnik, anunció la semana pasada en el canal 1 de la televisión estatal rusa el control total de esta región por parte de las tropas de Moscú. No obstante, ni el Kremlin se colgó esta medalla ni Kiev le dio veracidad ni informaron de ello los analistas militares.

Putin llevaba meses afirmando que sus soldados dominaban 99% de esta zona del Donbás, cuya capital se encuentra a sólo unos 20 kilómetros de la frontera rusa. Ya en julio de 2022 Rusia dio por totalmente controlada la región de Lugansk. El entonces ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, se lo comunicó al presidente ruso, pero unas semanas después una contraofensiva ucraniana provocó que parte del territorio volviera bajo administración de Kiev.

De confirmarse su conquista, se trataría de un éxito simbólico para el Kremlin, a la vez que pondría de manifiesto las dificultades para avanzar en el objetivo de invadir, al menos, las provincias ucranianas anexionadas en la Constitución: Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia. Además, sería la primera región plenamente ocupada por el Ejército ruso, al margen de Crimea.

Dudas sobre la capacidad rusa

A pesar de estas noticias positivas para Putin, algunos expertos militares rebajan las expectativas de la ofensiva rusa. Yan Matvéyev, analista de la Fundación Anticorrupción de Alekséi Navalni, pronostica que “no conducirá a un avance drástico”, pero podría servir a Moscú para “ganar varios miles de kilómetros cuadrados”. En declaraciones al Washington Post, argumentó que “el Ejército ruso es incapaz de llevar a cabo operaciones complejas en Ucrania a causa de las debilidades en inteligencia, la escasez [de armamento], la corrupción, los fallos logísticos y la mala formación”.

“Es sólo la continuación de lo que han estado haciendo en primavera”, explica en un artículo en el Telegraph Angelica Evans, especialista del Institute for the Study of War (ISW). “Desde los primeros meses de la guerra no han demostrado realmente que puedan avanzar tan deprisa y de forma tan generalizada como necesitarían para conquistar estas ciudades”, añade.

Hasta los sectores más radicales del nacionalismo ruso auguraban semanas atrás unos resultados discretos de la ofensiva del Kremlin. Desde la cárcel, el coronel Ígor Guirkin, condenado por sus críticas a Putin, escribía que el avance sobre Sumi quedaría “encallado” en las siguientes “dos o tres semanas” y progresaría “al mismo ritmo de caracol que en el Donbás”. Según el militar, sólo hay dos opciones: “Llegar a otoño con las mismas posiciones (o ligeramente mejoradas) o con posiciones empeoradas”.

La doctrina de la bota del soldado ruso

En cualquier caso, no hay ningún indicio de que, sea cual sea el desenlace de esta ofensiva, Putin esté dispuesto a levantar el pie del acelerador. Más bien al contrario. En el reciente Foro Económico de San Petersburgo, el líder del Kremlin dejó clara su doctrina en Ucrania. “Allí donde pisa la bota de un soldado ruso, es nuestro”, dijo el presidente. “Considero que los pueblos ruso y ucraniano son el mismo pueblo. En ese sentido, todo lo de Ucrania nos pertenece”.

Según hace constar el ISW en uno de sus últimos informes, “las declaraciones de altos cargos del Kremlin, incluidas las de Putin, continúan demostrando las ambiciones territoriales más amplias de Rusia en Ucrania más allá de Crimea y de las cuatro regiones que se anexionó ilegalmente”.

Se refiere, entre otras, a las palabras del jefe de la delegación rusa en las negociaciones con Ucrania en Estambul, Vladimir Medinsky, quien aludió a la “patria histórica” que supuestamente conforman Rusia y Ucrania y a las “antiguas tierras rusas de un lado y otro del río Dnipró, Novorrosiya y Crimea”. Esto incluye, potencialmente, además de las cuatro regiones parcialmente ocupadas, otros territorios que el Ejército ruso no ha ni siquiera pisado, como Nicolaiev y Odesa.

Precisamente el viernes el alcalde de Odesa, Guennadi Trujánov, negó que la ciudad que gobierna fuera rusa y el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, le respondió que la historia de Odesa está “inextricablemente ligada a la de Rusia”. Días antes, Peskov había afirmado: “Tenemos una ventaja estratégica sobre el terreno. ¿Por qué deberíamos perderla? No vamos a perderla, vamos a ir más allá. Estamos avanzando y continuaremos avanzando”.

La realidad es que en junio Moscú lanzó el número más grande de drones de largo alcance contra Ucrania en un mes desde el inicio de la invasión. Según un estudio de la AFP, durante junio Rusia envió 37% más de aparatos no tripulados que en mayo, un total de 5.438. La noche del domingo 29 de junio, el Ejército ruso ejecutó también el mayor bombardeo aéreo de toda la guerra, superando por primera vez los 500 misiles y drones, concretamente 537, tal y como notificaron las Fuerzas Armadas Ucranianas.

Trump anuncia envíos de más armas a Ucrania tras haberlos suspendido: “Estoy decepcionado con Putin”

Cinco días después de anunciar que se congelaban los envíos de armas a Ucrania porque no había suficientes reservas en Estados Unidos, Donald Trump anunció el lunes que los envíos se van a reanudar. “Vamos a enviar más armas, tienen que poder defenderse. Están recibiendo fuertes ataques y vamos a tener que enviar más armas, principalmente armas defensivas”, dijo en una comparecencia ante la prensa durante la cena con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

“No estoy nada contento con el presidente Putin”, prosiguió Trump, “pero esto es algo que nunca habría sucedido si yo hubiera sido presidente. Esta era una guerra que nunca iba a ocurrir. Detesto ver gente muerta. No son estadounidenses ni israelíes los que están siendo asesinados allí. Son todos rusos y ucranianos, pero fueron 5.000, quizás 7.000 la semana pasada, 7.500, en su mayoría soldados, pero la gente en pueblos y ciudades está siendo atacada. Tienen padres, hermanas y hermanos, familias. Me decepciona, francamente, que el presidente Putin no la haya detenido. No me hace ninguna gracia”.

Una versión más extensa de este artículo fue publicada originalmente en eldiario.es.