El modelo Bukele debe ser leído como un laboratorio en la “nueva” agenda de seguridad hemisférica que viene impulsando Donald Trump desde su primer gobierno: el narcoterrorismo.
Victimizar a los victimarios no es el único recurso de la opinión pública. Hay otros peores. Se escuchan, públicamente o no, dudas y afirmaciones nada extrañas sobre las víctimas de estos delitos.
La izquierda uruguaya atraviesa un momento peculiar: gobierna, pero parece extraviada. Administra, pero no conduce. Se define progresista, pero actúa con incomodidad ante cualquier agenda verdaderamente transformadora.
Uruguay experimenta “la trampa de la estabilidad”: el éxito sostenido de los índices macroeconómicos parece estar funcionando como inhibidor de la movilización ciudadana frente al deterioro del tejido social.