La descalificación personal y la anulación del debate de ideas no deben pertenecer nunca al ámbito universitario. Aquí se expone y se escucha, se convence, se concede la razón, se analizan alternativas, se construye nuevo conocimiento mediante el diálogo de perspectivas y posiciones.
Trump está constantemente performando desde el lugar del matón o acosador, convirtiendo la política en un campo de jerarquías personales, a tono con una actividad política cada vez más personalista y alejada de la discusión pública e ideológica.
Más allá de las críticas, el gobierno de Orsi ya ha dado múltiples señales de apostar a los espacios de participación, diálogo y consulta como parte de su forma de gobernar.
No se trata de “obsesionarse” con el narcotráfico, sino de reconocer que, sin una comprensión realista de su peso en la violencia urbana, cualquier estrategia de seguridad está condenada al fracaso.
Aún sin lograr ingresar plenamente a la agenda mediática o política, se está generando un denso discurso alternativo sobre la vivienda, el hábitat y la ciudad entre la academia y la sociedad civil organizada