La llamada posverdad no es un fenómeno tecnológico: es un modo de gobernar. Un poder que no busca imponer una versión de los hechos, sino anular la posibilidad misma de distinguirlos.
La experiencia del aula compartida y el trabajo desde la interdisciplina tuvo efectos diversos, pero, en una gran mayoría, fueron exitosos. Lamentablemente la administración pasada erradicó estas formas de trabajo.
¿Hasta qué punto los sistemas legales y sociales contemplan el dolor, la protección y el cuidado? ¿Cuándo el castigo se impone sin reconocer la vulnerabilidad y el impacto del abuso?