Rudolph William Louis Rudy Giuliani visitó Uruguay. Fue recibido y se atrevió a dar algunos consejos. Preside la consultora Giuliani Partners LLC. Fue fiscal general y alcalde de Nueva York, puestos obtenidos en campañas electorales que contaron con aportes de dinero, entre otros, de Donald Trump. Hoy, integra el equipo del presidente como su abogado. Por ahora, porque parece haber caído en desgracia.

Giuliani ha hecho asesoramientos en seguridad en México y Colombia, aunque se desconocen resultados y evaluaciones. También se dedica a otros menesteres.

The Guardian publicó en mayo un informe que titulaba: “Rudy Giuliani ganó un acuerdo para que el fabricante de Oxycontin (Purdue Pharma) continúe vendiendo esta droga, aun después de las muertes ocasionadas en crisis de los opiáceos”.1 El periódico The New York Times sostuvo: “En las últimas dos décadas, más de 200.000 personas han muerto en los Estados Unidos por sobredosis de opioides recetados [...] Purdue Pharma, la compañía que sembró las semillas de la epidemia de opioides a través de su agresiva comercialización de Oxycontin, ha afirmado que desconocía el uso cada vez mayor del poderoso analgésico opioide después de su lanzamiento al mercado”.2

Giuliani Partners LLC fue contratada para su defensa y negociación con el Departamento de Justicia. Tuvieron éxito: “En 2007 Purdue Pharma se declaraba culpable de un delito de ‘etiquetado incorrecto’ de Oxycontin mientras comercializaba la droga, tergiversando su riesgo de adicción y el potencial de abuso. La compañía y los ejecutivos procesados pagaron un total de 634,5 millones de dólares en multas y se requirió que los hombres hicieran servicio comunitario”.

Una consultora que asesora sobre seguridad y defiende laboratorios con graves responsabilidades en la muerte de miles por abuso de drogas es al menos incongruente, cuando no inmoral. No es creíble. Lo llamo banalidad del delito.

Recomendacion de Rudy: identificar y catalogar a los delincuentes reincidentes. No perderles pista porque son “criminales profesionales”. Recurrir a ese catálogo para empezar todo tipo de investigación y, sobre todo, ser muy duros. Encerrarlos con doble candado y, de ser posible, que no salgan nunca.

No es novedoso. Nuestra Policía tiene buen nivel de profesionalidad. Tenemos las cárceles repletas porque agarrar delincuentes, agarran. En 2000 había 4.300 reclusos, ahora estamos en 11.000. Desde 1997 las penas se han endurecido y los resultados no se compadecen con la pretendida disuasión de la dureza.

Nuestro problema está en el antes y el después. Prevención integral, entendida como cultura y acción a nivel transversal de varios organismos, y gestión local. Política criminal que armonice prevención, intervención, investigación y reinserción social.

A qué llamo “banalidad del delito”

Llamo “banalidad del delito” a la producción de ambientes culturales y modalidades psicosociales que actúan como facilitadores y promotores de lo delictivo. Un conjunto de experiencias, creencias y valores enraizados como marcas de referencia de nuestra aldea global contemporánea.

Hannah Arendt, en Eichmann en Jerusalén, definió la banalidad del mal como lo más perverso de un crimen: su justificación por el mandato jerárquico o por la ausencia de consideración del daño ocasionado a otros.

Hay una especie de vacío ético inmanente, en el aquí y ahora, no con quienes se asemejan a mí (semejantes) sino con quienes compiten y conspiran contra mí. La “ley del cerdo” que caracteriza al actual estilo de consumo (por más que coma, el cerdo nunca se sacia) es apenas una pista. La pasión por la “marca”, la ley del éxito y poder sobre cualquier otro parámetro, la competencia por el dinero, por los poderes, o lugares de ser y estar en el mundo, cualquiera sea la posición y el barrio donde vivamos, parecen ser una clave. La violencia puede ser por cosas banales, como un club.

Ya no se hace por ordenes burocráticas, sino por la lógica interna de un sentido común que presiona para obtener dinero, éxito o poder como sea, cuando sea y a costa de quien sea. Con violencia visible o a distancia.

La receptación o compra de objetos robados se vive banalmente, circula en grandes sectores. Pequeñas corrupciones que justifican nuevamente el “hacé la tuya”.

Costó mucho persuadir a escribanos, y luego a contadores y abogados, para que aceptaran su condición de sujetos obligados a remitir al Banco Central operaciones sospechosas de lavado.

Territorios fragmentados y ventanas rotas

En algunos territorios, hace rato habría que haber ido con topadoras. Se ha comenzado a hacer operativos de gran repercusión en algunos barrios pobres. Generaron simpatía ciudadana, salvo de la oposición. Fueron mal comunicados políticamente. Siguen la ruta de tirarle todo el fardo a la Policía, promoviéndola.

Habría que resaltar y celebrar la intervención coordinada que hubo de la Intendencia de Montevideo, los ministerios de Desarrollo Social y de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, la Fiscalía, el Plan Casavalle. Compartir responsabilidades educa en que la seguridad no es sólo un tema policial. Evita tener un chivo expiatorio, reducirlo a un solo componente y asumirlo como tarea de todos.

Da mucho rating mostrar a la Policía y a las topadoras tirar abajo viviendas insalubres, y actuar contra pequeños narcos que se apoderaron de algunos barrios. El foco: estigma, otra vez en los barrios pobres. No pasa lo mismo con otras actividades delictivas.

El mes pasado, sin beneficio de noticiero, la Secretaría Antilavado comenzó a investigar a conocidos estudios por la participación en la producción de sociedades para lavado de dinero. Carlos Peláez (del programa radial Rompekabezas)3, incansable, informa: Posadas, Posadas & Vecino por Lava Jato; Juan Pedro Damiani por Helvetic Group y dinero K; Óscar Algorta por Lava Jato y el Partido Popular español; Fernando Belhot por South Capital Partners y Carlos Dentone por Odebrecht y Sabrimol Trading.

Sólo una copita

El anuncio de Luis Lacalle Pou sobre la tolerancia cero, bajo la consigna “una sola copita”, es banal, frívola, pero además es irresponsable. Ni para candidato a presidente de cantina de barrio. Más insólito es dedicarlo para el aplauso fácil de los bodegueros nacionales, que se quejan de la baja de ventas frente a los importados. Insólito: la tolerancia cero rige para ambas. En todo caso, las facilidades de bebidas importadas se fueron imponiendo a partir de la Ley de Desmonopolización de Alcoholes, de 1990. Luis era chico, pero no tonto. Fue el Partido Nacional.

Uno de cada cinco uruguayos presenta uso problemático de alcohol: abuso de ingesta, consumo de riesgo, consumo perjudicial o dependencia.

La concurrencia del abuso en los siniestros de tránsito es evidencia. Han bajado, entre otras cosas, por el 0% exigido. Es una medida que generó resistencias, pero que la sociedad la ha ido aceptando. A mí mismo, degustador de bebidas, no me resultaba simpática. Sin embargo, reconozco que ha sido efectiva. Ha salvado vidas. ¿Pocas? No sé. Pero si salvó una sola, valió la pena. Luis: si tomás no manejes. Te lo pido por favor.

Milton Romani Gerner es licenciado en Psicología y fue secretario general de la Junta Nacional de Drogas.