Una de las sorpresas que está deparando la campaña electoral en Israel es el recientemente creado partido Hosen LeIsrael (Fortaleza para Israel). De acuerdo a las encuestas, dos meses antes de los comicios, es el único capaz de competir con el gobernante Likud. Al momento Hosen LeIsrael, liderado por el general retirado Benny Gantz (hasta hace cuatro años jefe de Estado Mayor del Ejército), parece ser la única opción opositora al primer ministro Benjamin Netanyahu que acumula votantes entre los sectores descontentos de la opinión pública israelí. Gantz guardó largamente un prudente silencio sobre los mayores temas políticos. Y cuando comenzó a pronunciarse lo hizo desdeñando los términos de derecha e izquierda, expresando su apoyo a la política dura de Netanyahu ante Irán, comprometiéndose a mantener la soberanía israelí sobre los principales bloques de colonias en los territorios palestinos ocupados y jactándose en un video de la cantidad de palestinos muertos en Gaza en la última gran refriega bélica en 2015, cuando él comandaba el Ejército de Israel. Ante imágenes de escombros en un barrio palestino, decía: “Hicimos que parte de Gaza retrocediera a la Edad de Piedra”.

El militarismo es uno de los principales atractivos de Gantz. Utiliza el verde caqui como color distintivo en su propaganda electoral, y como su principal aliado tomó a Moshé Yalón, otro general retirado que fue ministro de Defensa en el gobierno del Likud y que renunció en 2016, no por discrepar con la línea política de extrema derecha sino asqueado por la corrupción de Netanyahu y su séquito. La lista electoral encabezada por Gantz está siendo confeccionada actualmente, contrarreloj, e incluye a algunos destacados civiles. La reciente adquisición, anunciada la semana pasada, sorprendió a los analistas políticos: el presidente de la Histadrut, Avi Nissenkorn. Tradicionalmente identificados con el muy debilitado Partido Laborista, los dirigentes de la Histadrut se venían cuidando en la última década de no entrar en la arena electoral. Nissenkorn rompe con esa tradición y se suma a un partido político nuevo que no tiene trayectoria, ni siquiera posiciones conocidas en temas económicos y sociales. La incorporación de Nissenkorn no fue acompañada por pronunciamientos sobre temas como derechos laborales, privatizaciones o salarios.

Aunque fue una sorprendente maniobra táctica, el comportamiento de Nissenkorn no sorprende tanto. Si bien es un eficiente dirigente de la principal central sindical de Israel, con algunos logros en el mantenimiento relativo del salario real y de los principales derechos laborales, Nissenkorn nunca se destacó por mantener posiciones consecuentes de clase, por principios políticos sólidos o por estar comprometido con la lucha por la paz o por los derechos avasallados del pueblo palestino. El oportunismo político de Nissenkorn es tal que, tras el anuncio de su integración como candidato al Parlamento en la lista de Gantz, no ha renunciado a su puesto como principal dirigente de la Histadrut, en el que estaba identificado con un sector del Partido Laborista. Según explicaron a la prensa sus allegados, Nissenkorn prefiere decidir su futuro personal de acuerdo con los resultados de las elecciones. Presidiendo la Histadrut dispondrá del aceitado aparato de la central sindical para la campaña electoral del partido Hosen LeIsrae”, recién creado y carente de toda infraestructura orgánica. Si Hosen LeIsrael resulta ganador o se integra en la próxima coalición de gobierno, Nissenkorn espera obtener un ministerio a su cargo. En ese caso renunciaría a su cargo sindical. En caso de fracaso electoral, se mantendrá a la cabeza de la central. Lo que en otros contextos sindicales hubiera sido un comportamiento escandaloso, violador de principios de clase y de democracia interna, en la Histadrut ni siquiera es criticado. Es que hay antecedentes recientes mucho peores. Sin ir más lejos, quien fue el padrino político de Nissenkorn y su antecesor como cabeza de esa central sindical, Ofer Eini, se ha dedicado a diversas tareas, algunas de ellas muy poderosas y otras muy lucrativas, al dejar su puesto en la Histadrut: paralelamente a presidir la Asociación de Fútbol de Israel, Eini ingresó como socio en un gran fondo de inversiones inmobiliarias y se dedica a asesorar a empresas privadas en conflictos laborales con sus trabajadores. Con ese antecedente que ni siquiera ha sido cuestionado en el seno de la Histadrut, históricamente acostumbrada a que dirigentes propios se pasen de un lado del mostrador al otro, el oportunismo político de Nissenkorn no despierta críticas, más allá de las de algunos minoritarios sectores sindicales clasistas rivales de la Histadrut. La Histadrut, que en contactos internacionales ante sindicalistas latinoamericanos y europeos suele posar como una fuerza comprometida con la clase trabajadora y postulante de la paz y amistad israelí-palestina, queda de esta manera atada a una aventura política carente de principios, tras un general que se jacta de haber bombardeado Gaza, matando a miles de personas y dejándola en escombros.

Gerardo Leibner es historiador uruguayo-israelí, residente en Tel Aviv.