El 2 de marzo, el presidente Luis Lacalle Pou, en su discurso ante la Asamblea General del Parlamento, en más de una hora y en unas 6.837 palabras, dio su visión sobre la realidad del país. Y dedicó un párrafo a una actividad que, previo a la pandemia, era, tomada en forma individual, la más importante del país.

Más de 100.000 compatriotas, de acuerdo con las cifras del Banco de Previsión Social (BPS) y la Encuesta Continua de Hogares, tienen relación directa con el turismo, generando altos ingresos para el país: según los años, entre 1.700 millones de dólares (año 2019) y 2.200 (año 2017). El turismo representa, además, entre 7% y 8% del producto interno bruto (PIB).

La pandemia afectó las actividades turísticas en forma dramática. Se estima, de acuerdo a un estudio conocido en diciembre 2021 realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Sistema Nacional de Emergencias (SINAE), que casi 3.000 millones de dólares no habrían ingresado a Uruguay desde marzo de 2020 a diciembre de 2021, sin incluir otros 1.000 millones relacionados con el turismo interno.

Hoy el sector turismo no se ha recuperado plenamente, como lo evidencian las propias informaciones oficiales. Esto debería ser una preocupación prioritaria.

Según los números que han trascendido respecto del mes de enero, hay cierta recuperación. Habrá que ver exactamente cómo se llega técnicamente a esos guarismos, dado que en medios de comunicación han aparecido datos de diversa magnitud, desde 1,4 millones de visitantes hasta 480.000. Los criterios metodológicos aún no se han podido ver en la web del Ministerio de Turismo. Por otra parte, a diferencia de lo que ocurrió por décadas, en esta oportunidad sólo se brindarán valoraciones al finalizar marzo, de acuerdo a declaraciones de las autoridades oficiales.

Reconocida la importancia del turismo interno, ante el cierre de fronteras primero y la pérdida de competitividad con nuestro principal mercado (Argentina) después, no se han tomado medidas acordes desde el gobierno. Sólo a título de referencia, la información disponible del último año cerrado del Ministerio de Turismo, 2019, indica un movimiento de más de 1.000 millones de dólares.

En el mundo se observa una recuperación importante del turismo. En nuestro país, todavía queda un tramo para recuperarnos. Las personas hemos sido y somos proclives a superar las duras condiciones de “encierro” y no movilidad fruto de la pandemia. Todos procuramos disfrutar del tiempo libre y la recreación al máximo, ver a nuestros familiares y amigos, lo que se refleja en el número de viajeros, hecho que amplía el consumo de nuevas ofertas.

Además, se observan cambios en las prácticas laborales y motivaciones de consumos en relación con la prepandemia. Esto impacta directamente en las decisiones de las personas, con efectos diversos según segmentos etarios y niveles socioeconómicos. Incluso, en nuestro país, con un incremento de nuevos residentes, particularmente en Maldonado y Montevideo.

La realidad macroeconómica de la región impactó y seguramente impactará en los flujos turísticos hacia Uruguay. De la misma forma que todos somos conscientes de la realidad que se vive en los departamentos del litoral. Esto hace necesario que se arbitren medidas de impacto para promover diversas formas de turismo interno, que públicos y privados han mencionado que contribuyeron a “mitigar” el impacto, primero del cierre de fronteras y luego del deterioro en la competitividad.

Desde hace meses se ha sostenido que sería necesario crear un Fondo de Emergencia Turística para impulsar el turismo interno, como se impulsa con justicia para otros sectores económicos.

En muchos países, incluso en documentos de la Organización Mundial de Turismo, se inclinaron por adoptar medidas de impulso y promoción de este tipo de turismo, que vaya bastante más allá de la tasa cero (que finalizó el 28 de febrero y no se renovó hasta finales de abril) en alojamientos que facturan menos de 1,5 millones de dólares.

¿Por qué un Fondo de Emergencia Turística?

Desde hace meses se ha sostenido que sería necesario crear un Fondo de Emergencia Turística para impulsar el turismo interno, como se impulsa con justicia para otros sectores económicos, tomando experiencias que el país ya ha desarrollado y de las que hay múltiples ejemplos a nivel internacional, aun en la región. Formas que los sectores público y privado y los trabajadores puedan administrar para favorecer al consumidor final que haga turismo dentro del país. Incluso hay guías, transportes turísticos y otros sectores que seguramente están en condiciones de generar opciones que recuperen puestos de trabajo en todo el país.

Este esfuerzo tendría que tener un horizonte, al menos, hasta finales de 2025, pues las condiciones económicas en Argentina parece que no tendrán variaciones e impacto sobre la tasa de cambio real, que hoy es notoriamente negativa para nuestro país. En este enero esto se vio en el recambio de turistas posterior a las dos primeras semanas de ese mes, así como en el incremento de los turistas “en tránsito” hacia Brasil en los pasos de frontera.

También se tendría que tener presente y tomar medidas para la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores, pues en el último Consejo de Salarios, en 2022, se votaron laudos por parte del Poder Ejecutivo y los empresarios que determinan que no habrá recuperación, al menos hasta 2026.

Benjamín Liberoff fue subsecretario de Turismo.