Hoy no debería ser necesario reiterar la importancia del turismo para la economía nacional, el empleo, las cuentas públicas y la calidad de vida de los uruguayos.

Entre 2005 y 2020, los ingresos anuales del turismo crecieron de 540 millones a 2.000 millones de dólares, alcanzando entre el 7% y el 8% del producto interno bruto (PIB), con aproximadamente 110.000 a 120.000 puestos de trabajo (según cifras del Banco de Previsión Social) y más de 1.000 millones de dólares generados por el turismo interno. Este crecimiento consolidó al turismo como la actividad económica individual más importante del país.

Estos logros se debieron a una planificación de mediano y largo plazo, implementada con los mismos funcionarios (unos 200) a lo largo de todo el período. Esta visión se presentó en el Día Mundial del Turismo, el 27 de setiembre de 2005, bajo el lema “Imaginemos el 2015”, y se reafirmó en el Compromiso Nacional con el Turismo firmado en 2009, así como en los planes estratégicos para 2020, 2030 y en el trabajo prospectivo 2050. Estos documentos subrayan que el turismo debe ser una política nacional de primer nivel.

Sin embargo, en la reciente propuesta de continuidad política de Álvaro Delgado, en un documento de 14.092 palabras, según el contador de Word, turismo aparece de alguna forma en seis oportunidades.

Para una administración que llamó la atención por escándalos relacionados con mala praxis y pedidos de renuncia, la poca atención no sorprende. La política pública en turismo ha enfatizado principalmente la promoción de “hoteles 5 estrellas con casino”. Hasta ahora, ninguno de estos proyectos ha sido viable, y sólo queda pendiente un llamado para uno en Carmelo a fin de mes, ignorando, por ejemplo, la gestión del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Aunque la pandemia no fue responsabilidad del gobierno, el doctor Tabaré Vázquez presentó en mayo de 2020 un documento con posibles escenarios de salida, que incluía un capítulo dedicado al turismo, especialmente en apoyo al turismo interno y al turismo social. Sin embargo, estas propuestas no fueron consideradas ni respondidas.

Tampoco se cumplieron los compromisos asumidos en el documento aprobado por la propia coalición gobernante. La propuesta actual carece de ideas concretas para diversificar la oferta turística en áreas como el turismo de cruceros, rural y de naturaleza, la captación de congresos y ferias, o la creación de espacios recreativos cubiertos que ayuden a reducir la estacionalidad del turismo, más allá de haberles cambiado el nombre a los proyectos, como para generar “novedad” o “por primera vez”.

Además, se ignoran aspectos clave como la regionalización de la gestión turística y el fortalecimiento del Ministerio de Turismo para implementar la nueva Ley de Alquileres de Viviendas Turísticas, que cuenta cada vez con menos recursos humanos y profesionales. Tampoco se propone nada para fomentar el turismo interno ni el turismo social, este último un derecho humano reconocido en la Ley de Turismo de 2014.

La digitalización del sector turístico también está ausente en el plan, a pesar de los avances en Montevideo como Destino Turístico Inteligente, apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo y la cooperación española. Este proyecto requiere capacitación continua para empresas y trabajadores.

En la reciente propuesta de continuidad política de Álvaro Delgado, en un documento de 14.092 palabras, según el contador de Word, turismo aparece de alguna forma en seis oportunidades.

Falta también una propuesta de financiamiento para mejorar la conectividad aérea y para apoyar el desarrollo de una red de aeropuertos, una tarea iniciada antes de 2020, incluyendo el aeropuerto binacional en Rivera, proyectado desde 2016.

En estos cuatro años se ha retrocedido en el trabajo de posicionamiento internacional con la marca país, y se ha dejado de hacer un trabajo permanente y sistemático con relaciones públicas en los mercados prioritarios.

Si reconocemos la importancia del sector, es esencial contar con inversiones en accesibilidad, diseño universal y políticas inclusivas que se alineen con el Sistema Nacional de Cuidados.

Durante los últimos dos años, la Unidad Temática de Turismo del Frente Amplio ha aportado ideas para la elaboración de su programa de gobierno, varias de las cuales se han integrado con una visión holística y comprensiva del turismo como prioridad para un desarrollo productivo sostenible. En su punto 5, denominado “Turismo: desarrollo económico, humano y cultural”, se establece la necesidad de:

  • Reforzar el turismo como sector estratégico: fomentar las pequeñas y medianas empresas turísticas, el empleo calificado, y brindar apoyo técnico, fiscal y crediticio; promover el ecoturismo, el turismo de cruceros y los eventos internacionales; rediseñar la oferta con enfoque en la demanda; y fortalecer la gestión pública del turismo a través de la planificación, profesionalización e interinstitucionalidad.

  • Promover el turismo como un derecho humano, facilitando el derecho al ocio y la recreación mediante el turismo social e inclusivo”.

En pocos días, la ciudadanía tendrá que pronunciarse respecto de quién, y con qué programa, orientará las políticas en los próximos años para nuestro país. La improvisación debería evitarse por el bien de todos.

Los 15 años de administración frenteamplista en turismo demostraron que es posible desarrollar el sector con una verdadera política nacional no sólo de palabra, sino con innovaciones de gestión, el alcance a todo el territorio, la profesionalización del ministerio, la cooperación público-privada, integrando los diversos niveles de gobierno, más allá de “colores políticos” de intendencias y municipios, así como la continuidad de los programas que pueden haberse demostrado exitosos.

Por eso, es necesario que los uruguayos respaldemos un cambio y reafirmemos que vale la pena soñar y mirar lejos, lo que hoy es posible acompañando a Yamandú Orsi y Carolina Cosse.

Benjamín Liberoff es senador suplente del Frente Amplio, Seregnistas. Fue subsecretario del Ministerio de Turismo (2015-2020).