En una encuesta reciente de la empresa Opción, la evaluación negativa del gobierno que preside Yamandú Orsi fue un poco mayor que la positiva (29% y 26%, respectivamente, con un margen de error de 3,5%), pero la opinión predominante entre las personas consultadas fue, por lejos, que la gestión no es “ni buena ni mala” (40%). La evaluación de estos datos puede variar según las opiniones y expectativas previas: quizá para la militancia frenteamplista descontenta confirman que el gobierno es “demasiado tibio”, mientras que en la oposición ferviente causa desaliento que la desaprobación no sea más alta, y caben muchas otras posibilidades.

Todo depende del punto de vista que se asume. En 2002, tras el primer ciclo exitoso de Carlos Bianchi como director técnico de Boca Juniors, Diego Maradona aspiraba a ser su sucesor, pero las autoridades del club contrataron a nuestro compatriota Óscar Washington Tabárez. Desilusionado, Maradona comentó que la elección no le parecía promisoria porque Tabárez era “como un bife de chorizo”, que “no te hace ni bien ni mal”. Para muchísimas personas, ese corte de carne es un lujo delicioso, que no elegirían como metáfora de algo poco nutritivo o insulso, pero el criterio del gran futbolista argentino estaba lejos del mayoritario.

Contexto

Los resultados de otra encuesta, realizada por Equipos, plantean un complemento necesario para el análisis. Se les pidió a las personas consultadas que ubicaran sus opiniones políticas entre la izquierda y la derecha, en una escala del uno al diez. Un 12% marcó los dos casilleros situados en el extremo izquierdo, un 16% los dos siguientes, un 36% los dos del centro; un 17% los dos siguientes, y un 14% los dos ubicados en el extremo derecho (la empresa, que realiza esta medición desde hace décadas, les asigna luego a esos pares de casilleros, respectivamente, las denominaciones “izquierda”, “centroizquierda”, “centro”, “centroderecha” y “derecha”).

Para enriquecer un poco más la comprensión del asunto, es útil una tercera encuesta, de Factum, que fue comentada hace un mes en este espacio. En ella, más de la mitad de las personas encuestadas reconocieron valores en el oficialismo y en la oposición, y expresaron su deseo de que ambas partes lograran acuerdos. También fue mayoritaria la opinión de que ninguna de las dos estaba actuando mejor que la otra.

Queda bastante claro que la evaluación del actual gobierno nacional, investigada por Opción, fue realizada por una población en la que predominan las posiciones no identificadas netamente con la izquierda ni con la derecha, así como las de quienes creen posible y conveniente la cooperación entre oficialistas y opositores. Hay que tener esto en cuenta para reflexionar sobre los motivos posibles de la aprobación, la desaprobación y ese 40% de opiniones intermedias. Es probable que esta última posición no esté expresando expectativas insatisfechas de que el gobierno se vuelque más a la izquierda o más a la derecha, sino un relativo descontento por la escasez de acuerdos amplios.

Asuntos pendientes

A veces las encuestas nos recuerdan que el panorama completo de la opinión pública no es necesariamente igual al que percibimos en nuestra vida cotidiana. En Uruguay, quienes se involucraron intensamente con campañas y movilizaciones por Gaza pueden haber sentido un gran desconcierto ante los resultados de un sondeo de Opción en el que sólo 39% de las personas que se consideraban informadas opinaron que había un genocidio.

Es un servicio muy necesario en estos tiempos de fragmentaciones y distanciamientos, y puede ser aún más valioso si comprendemos que tampoco las encuestas muestran en forma indudable cuál es “la realidad”. Según una frase muy reiterada en el estudio de la medicina, “se encuentra lo que se busca y se busca lo que se sabe”: esto no siempre conduce a descubrir lo que no sabíamos, o a cuestionar lo que creíamos saber y considerábamos obvio. Quienes diseñan las encuestas intentan aplicar el método científico, pero son seres humanos con sesgos y puntos ciegos que pueden afectar el planteo de las preguntas y, por lo tanto, la utilidad de las respuestas para entender lo que pasa y por qué pasa.

Vimos que la consideración combinada de los trabajos de Opción, Equipos y Factum sumaba factores de explicación, pero nos faltan varios otros. Las tendencias predominantes en la población uruguaya actual nos pueden gustar mucho, poquito o nada, pero para comprender sus causas sería muy útil, por ejemplo, saber más sobre el contexto del que provienen. No sólo cómo se desagregan según el sexo, la edad o el voto en 2019 de las personas encuestadas, sino también, por ejemplo, cómo se vinculan con factores tan importantes para la formación de opinión como la influencia familiar, el tipo de institución educativa a la que se asistió, la actividad laboral, las fuentes de información habituales o el uso de redes sociales. Esto nos ayudaría no sólo a entender la opinión pública, sino también a transformarla.