Luego de dos años y medio y seis rondas de negociaciones, una de ellas realizada en Uruguay, representantes de 184 países, reunidos durante diez días a partir del 5 de agosto en Ginebra (Suiza), no lograron acordar un tratado para restringir la producción de plástico y de determinadas sustancias tóxicas para la salud humana, las que son usadas en la elaboración de diversos polímeros. Más de 100 países, científicos y ambientalistas vieron frustradas sus expectativas ante el accionar de un fuerte lobby de petroleras de un pequeño grupo de poderosos países. El conjunto de los participantes sólo se comprometió –muy vagamente– a mejorar la gestión de residuos y el reciclaje.

La producción de plásticos tuvo a lo largo del pasado siglo un crecimiento que fue pasando de ser lento a moderado, pero en las tres últimas décadas comenzó a crecer de modo exponencial, tendencia que continuará hasta un límite de tiempo imposible de determinar.

Era por demás previsible pensar que potencias mundiales, como China, Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia, no serían sensibles a temas ambientales en detrimento de sus pingües negocios a partir del petróleo y el gas. Cabe señalar que en el ranking mundial de empresas productoras de plásticos la principal es una de origen chino, seguida de dos estadounidenses, una de Arabia Saudita, y en el quinto lugar encontramos otra de China.

Ante esta situación, es evidente que el planeta se seguirá saturando de plásticos, tendrá que lidiar con nuevos problemas de salud originados en micro y nanopolímeros y con sustancias tóxicas que –ahora las evidencias científicas son muchísimo mayores que hace poco tiempo– producen diversos tipos de enfermedades tales como cánceres, diabetes, afecciones cardiovasculares y desequilibrios hormonales. Como si esto fuera poco, debemos sumar el daño que producen infinidad de alimentos ultraprocesados que se comercializan en envases plásticos de un solo uso, llegándose así a conformar un combo letal para el ser humano y el planeta, algo de lo cual nadie se está haciendo responsable.

Algunos países del centenar que esperaba que se acordara un tratado beneficioso para el ambiente ya han señalado que deberán tomar medidas unilaterales, algo que por cierto no es nada sencillo.

¿Qué hará nuestro gobierno ante esta nueva situación, ante esta luz verde planetaria a la contaminación por plásticos? ¿Seguirá por la misma ruta iniciada hace 30 años, en que se empezó a generalizar el uso de envases de un solo uso? ¿Hasta dónde, por ejemplo, confía realmente en el llamado Plan Vale, una iniciativa pergeñada en el exterior, que bajo la batuta de la Cámara de Industrias del Uruguay sepultó la ley integral de residuos, una iniciativa del Frente Amplio aprobada en setiembre de 2019 y que –evidentemente– ya no se piensa en reglamentar y aplicar?

¿Qué hará nuestro gobierno ante esta nueva situación, ante esta luz verde planetaria a la contaminación por plásticos? ¿Seguirá por la misma ruta iniciada hace 30 años?

Es ingenuo pensar que con el reciclaje se podrá resolver el creciente problema de los residuos. Basta con saber que –considerando sólo envases– son 700 millones anuales los que se vuelcan al mercado uruguayo, es decir, casi dos millones diarios, cifra que está en claro crecimiento. La normativa existente no ha dado resultados positivos ni los dará. Tampoco, por ejemplo, la ley de bolsas plásticas, de agosto de 2018, ha mejorado la situación. Basta ver en las grandes superficies y otros lugares cómo se comercializa todo tipo de productos –frutas, verduras, carnes, comidas preparadas, etcétera– en bandejitas de poliestireno expandido –conocidas popularmente como de espuma plast– cubiertas por un film plástico. Con respecto a los decretos que refieren a diversas fracciones de residuos –salvo en el caso de los hospitalarios– también se puede decir que a pesar de los años que llevan siendo aplicados, los resultados son insuficientes o un fracaso, según cada caso.

¿Podría nuestro pequeño país comenzar a dar otro tipo de respuestas? Opino que sí, pero lo que se ve es una falta total y absoluta de voluntad política de hacerlo.

Como señalé en la diaria del 16 de abril de este año, los plásticos nos han metido en “un callejón sin salida”. Señalaba entonces: “El sistema político de nuestro país está en deuda con la normativa sobre contaminación por plásticos descartables”. Al final de dicha nota, marcaba cuatro caminos posibles para mitigar el flagelo ambiental que significan los envases de un solo uso, un gran negocio para las multinacionales –fundamentalmente de la alimentación y la bebida– y un enorme dolor de cabeza para los gobiernos que deben encargarse de la limpieza de las ciudades.

Como final, viene al caso recordar la canción “Plástico”, de Rubén Blades y Willie Colón, de 1978. Uno de sus versos dice: “Era una ciudad de plástico de esas que no quiero ver”. Luego la letra refiere a “rostros de poliéster”, “modelos importados que no son la solución”, y pide: “No te dejes confundir”.

Jorge Solari fue edil departamental de Montevideo por El Abrazo 949, Frente Amplio.