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Diego Martini

Maximiliano Rodríguez festeja el gol de Peñarol, el sábado, en el estadio Centenario. Foto: Santiago Mazzarovich
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Mejor que ayer

El Peñarol ganó 1-0 a Racing y eso es lo más importante para los dirigidos por Jorge da Silva. El equipo rompió una mala racha de cinco encuentros sin conocer la victoria y al menos se quedó con la esperanza de cuidar su primer puesto en la tabla anual para llegar con ventaja a las finales del Uruguayo. Pero no fue fácil, y se sufrió.
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Sin querer queriendo

La de ayer no fue la tarde de ninguno de los dos en Jardines del Hipódromo. Puede haber caras largas en el fusionado porque se le escapó la victoria en la hora, y algo de satisfacción en Danubio por el mérito de batallar e igualar un partido que parecía perdido. Como sea, el buen fútbol casi no apareció.
Richard Porta festeja el gol de Cerro a Danubio, ayer, en el estadio José Nasazzi. Foto: federico Gutiérrez
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Sufrir para gozar

El duelo de ayer entre cerrenses y danubianos en el irregular césped del estadio José Nasazzi fue uno de esos típicos partidos en los que a ninguno de los dos les sale lo planificado durante la semana. Lo bueno para Cerro fue haberse llevado tres enormes puntos, a pesar de tener varios lesionados (Gonzalo Ramos, Richard Pellejero y Felipe Klein), que lo mantienen a tiro en su aspiración por ir por tercera vez a un torneo internacional.
Carlos Grossmüller. Foto: Federico Gutiérrez
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El niño maravilla

La pelota gira y no para de rebotar. Carlitos la empuja y corre por doquier para hacerse con ella. Todo el barrio la busca y la cuida como oro cada vez que la tiene. No hay nada que valga, ni la amistad; en ese instante, el fútbol es sagrado. Por las calles de Bella Italia la pelota se mueve y Grosmüller la sigue hasta recalar en El Ombú, el club de baby fútbol del barrio. Allí cumple todas las etapas, las escalas y da el paso de gloria hacia el Danubio Fútbol Club, por un convenio entre instituciones.
Sebastián Vázquez en la cancha de Goes. Foto: Federico Gutiérrez
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Con estilo propio

De Fray Bentos a la vida, del interior a la gran ciudad, del campito al piso flotante. El Pelado Sebastián Vázquez es un sacrificado, un empedernido, un deportista nato. Su sentido del humor, su hiperactividad (se formó en cocina y carpintería), su experiencia y su pasión lo hacen referente de Goes, la sorpresa de la Liga Uruguaya de Básquetbol 2015-2016.
Alejandro Furia, de Plaza Colonia, y Sebastián Píriz, de Peñarol, el sábado en el estadio Centenario. Foto: Santiago Mazzarovich
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A mano

Pablo Bengoechea no le encuentra la vuelta. Hace todo, hasta lo imposible, pero su equipo sigue sin definir y sin convencer. No juega bien, no entusiasma, no tiene química con los hinchas y no gana desde hace tres fechas. Tras todas las oportunidades, después de perder 14 unidades en el torneo y venir de atrás, Peñarol sigue líder -aunque no parezca- y con las chances intactas de ser campeón. Será (o no), pero quedará la sensación de que fue el dominador absoluto del Apertura. Tiene todo, pero lo sigue desaprovechando.
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Estoy verde

Sin jugar bien, lejos de su estilo atildado, Racing le ganó 2-1 a Villa Teresa y se sumó a un pelotón de equipos expectantes con lo que pueda pasar en el Apertura.
Los jugadores de Nacional festejan el segundo gol a Fénix, el sábado en el estadio Centenario. Foto: Santiago Mazzarovich
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Puede y debe rendir más

Nacional lidera tranquilo, y aunque las cosas no le salgan, las encuentra. Tiene paciencia y no se achica porque está en su momento. Quizá es la suerte del campeón, o el cosmos que lo aprieta para que sus versiones antagónicas se luzcan. El rival sabatino de los tricolores en el Centenario fue Fénix, grata revelación del Apertura, que de la mano del fiel estilo de Rosario Martínez, ha logrado resultados importantes y se mantiene a tiro.
Hinchas de Racing festejan la victoria ante Liverpool, ayer, en el Parque Roberto. Foto: Iván Franco
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Lo acuchilló

La escuelita se eleva, encuentra su ritmo y acrecienta sus posibilidades. Tiene nombres, estilo y buen pie, pero los resultados no aparecían. El sistema de juego de los de Sayago está aceitado, es cierto, pero el gol y la definición habían mermado en estas últimas fechas. Pero ayer le salió todo al cervecero. Hubo momentos de muy buen fútbol y de definiciones sencillas. Quizá Racing no debió sufrir hasta el final, pero igual terminó la tarde con una sonrisa pipona.
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De la cabeza

Cerro ganó porque quiso, y porque demostró que además de que “el barrio tiene toda su grandeza”, también tiene su fortaleza. Fue inteligente y paciente, sobre todo. Fútbol cero; no se podía, no ameritaba. Todo lo lindo del Monumental Luis Tróccoli, entre sus tribunas, su colorido y su marco escénico ilustrativo, se opacó con el mal estado del campo. En momentos en los que las canchas uruguayas demuestran un buen balance con el césped, la de Cerro es una de las pocas excepciones.
Juan Ramón Carrasco y Ángel Rodríguez, de River Plate, al final del partido con Racing, ayer, en el Parque Saroldi. Foto: Pablo Vignali
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Lento, suave, letal

La tarde era soñada. Los toques abundaban, los espacios aparecían, y el buen pie no paraba de vibrar. Con calidad, con esmero, con talento, y con mucho criterio, Racing manejó los primeros movimientos del partido y mostró un fútbol realmente sólido. River estaba golpeado, y se notaba. El juego práctico no apareció en ningún momento, pero sí la inteligencia. El amor propio fue clave (no es fácil levantarse después de una goleada clásica). Saber aprovechar los errores del rival y leer el partido a la perfección fue lo que le permitió al equipo de Juan Ramón Carrasco ganar 3 a 1 y llevarse tres enormes puntos, que le dan aire en el Apertura.
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Cosas de líder

Son esas tardes en las que te sale todo, o nada. En las que aparecen las jugadas que se practicaron durante la semana, o se vuelve a repetir lo que se dijo que no se hacía. Así ganó Wanderers el duelo del barrio: con virtudes, es cierto, aunque con errores del rival, que aprovechó.