Recién mañana la Comisión Electoral dará a conocer los resultados primarios del escrutinio que se realiza en Afganistán desde el jueves pasado, día en que se celebraron elecciones nacionales y provinciales en el país, por segunda vez desde que en el año 2001 éste fue ocupado por una coalición de tropas internacionales que encabeza Estados Unidos. Pero los resultados se conocerán en un clima de creciente tensión, provocada por decenas de denuncias de fraude. La Fundación para unas Elecciones Libres y Justas de Afganistán, que colocó más de 7.000 observadores en territorio afgano durante la jornada electoral, documentó casos en los que votaron menores de edad, en los que funcionarios electorales les indicaron a los votantes analfabetos por quién sufragar e incluso casos en los que se rellenaron urnas enteras, informó la cadena británica BBC. Además, el diario español Público reprodujo declaraciones del presidente de la fundación, Nader Naderi, en las que éste indicaba que observadores de la organización habían presenciado cómo los insurgentes les cortaban a dos personas en la provincia de Kandahar el dedo que se les entintaba como forma de control luego de sufragar, en cumplimiento de la amenaza efectuada por los talibanes, acerca de que obstaculizarían el proceso eleccionario, al que consideraban “una farsa” orquestada por Estados Unidos para permanecer en el país. Por su parte, uno de los candidatos a la presidencia, el doctor Abdullah Abdullah -a quien se consideraba el único rival del actual presidente, Hamid Karzai-, denunció luego de las elecciones que Karzai había cometido un fraude masivo y que tenía evidencia para probarlo. “Estamos en un momento muy crítico en el que el gobierno de Karzai, con la colaboración de la dependiente Comisión Electoral, está manipulando las urnas y cometiendo un fraude masivo, muy superior, por ejemplo, al de Irán”, afirmó en entrevista con Público un asesor de Abdullah, Ahmad Wali Masud. “Estamos esperando los resultados, pero si no son creíbles, tendrá que haber otra elección”, agregó. Además de los observadores independientes y de la oposición, varios periodistas extranjeros presentes en el país denunciaron haber sido testigos de mecanismos fraudulentos durante la elección. Casos como el que presenció Tom Coghlan, un enviado del periódico inglés The Times, que escribió sobre lo que había visto en el centro de votación de Pul-e-Charki, cercano a Kabul. Cuando el periodista llegó a ese centro a las 7.55 de la mañana -menos de una hora después del horario en el que estaba previsto que comenzara la votación- se encontró con el impresionante dato de que 5.530 votantes ya habían sufragado y que más de la mitad de ellos, 3.025, eran mujeres. Un dato un poco extraño, más aún si se considera que el lugar estaba completamente vacío. “La gente ya vino [...] ahora se ha ido al campo a cuidar de sus ovejas”, fue la explicación que le brindó un funcionario electoral al periodista, que debió esperar una hora a que aparecieran los primeros electores, que fueron anunciados con un grito de júbilo por el funcionario. “Mire, ¡hay votantes!”, exclamó éste cuando un camión depositó en el centro de votación a cerca de 30 personas. Según el organismo encargado de investigar las posibles situaciones de fraude, la Comisión de Quejas Electorales, se recibieron 225 denuncias de irregularidades, 35 de las cuales tienen la magnitud de haber cambiado el resultado del proceso. De todas formas, no todos comparten la opinión de que las elecciones en Afganistán no fueron limpias. “[Elecciones] libres y justas serían lo ideal, por supuesto. Libres no lo fueron en algunas partes del territorio debido al terrorismo. ¿Justas? En general, sí”, declaró el jefe de los observadores de la Unión Europea, Philippe Morillion. La misión de observadores del bloque, que según consigna Público constaba de alrededor de 70 personas y costó unos 36 millones de euros, estuvo presente en la mitad de las provincias del país y presenció la votación en los casos en que las condiciones de seguridad lo hicieron posible. Si bien la misión condenó los hechos de violencia ocurridos durante la jornada electoral, estuvo en consonancia con las declaraciones expresadas por los mandatarios de las potencias occidentales, al calificar al proceso como “una victoria para el pueblo afgano”.