Porfirio Lobo Sosa presidirá Honduras desde el miércoles de la semana que viene hasta 2014, si todo sale según lo previsto, en un país en que el anterior presidente, Manuel Zelaya, fue derrocado en junio. Lobo, llamado igual que su padre y educado en la religión católica, pertenece al tradicional Partido Nacional hondureño y es uno de los mayores productores de maíz, soja y sorgo del país. Nació el 22 de diciembre de 1947 en la ciudad de Trujillo, departamento de Colón, donde sus padres se habían trasladado desde su natal Olancho por razones de negocios. Durante su infancia la familia se mudó nuevamente a la ciudad de Juticalpa, en Olancho, donde ahora el político está establecido y posee su gran hacienda La Empalizada.

Lobo, el mayor de cinco hermanos, casado en terceras nupcias y padre de once hijos, es agricultor y ganadero de oficio, al igual que su padre, Porfirio Lobo López, quien también fue diputado. Quizá por eso el presidente electo empezó su carrera política desde muy joven. Con 20 años fue presidente de la juventud nacionalista del departamento de Olancho y luego del Comité, donde finalizó su período en 1973.

Entre 1966 y 1970 estudió en la Universidad de Miami, Estados Unidos, administración de empresas, carrera que más adelante complementó con cursos de economía, política, relaciones humanas y derechos humanos, además de otros relacionados con la agricultura.

Volvió a la actividad política pública en 1986, quizás porque entre 1972 y 1980 hubo dictaduras en el país, lo que impedía la acción de los partidos políticos. Diversas fuentes indican que en ese período Lobo dictó clases de inglés y economía a los jóvenes del Instituto la Fraternidad en Juticalpa, un colegio público; sin embargo, otros medios afirman que en ese período el nacionalista coqueteó con el comunismo, como indica el diario hondureño La Prensa. De acuerdo al Partido Liberal -el otro partido tradicional hondureño, conservador como el Partido Nacional- Lobo estudió ciencias políticas en la Universidad Patrice Lumumba, en Rusia, algo que el político nunca desmintió, y cuando volvió a Honduras se adhirió al Partido Comunista (PC) hondureño, lo que mantuvo en estricta clandestinidad por ser hijo de un terrateniente, informó la radio mexicana La Primerísima. Otra versión, la del blog pro Zelaya Redeshn, indica que abandonó el comunismo cuando su padre lo amenazó con desheredarlo.

La prensa local define a Lobo como simpático, afable y de sonrisa fácil, con sus más de sesenta años muy bien llevados. Lo que sí consta en su página oficial es que en la década de 1980 estuvo a cargo del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos de Honduras en Olancho, donde protegía a los perseguidos políticos. En 1986 asumió la presidencia del Comité de Olancho de los nacionalistas y desde allí comenzó un ascenso en línea recta: fue presidente de la Convención de su partido y de su Comité Central (máximo órgano interno), además de diputado durante tres períodos consecutivos (de 1990 a 2002).

En los primeros dos años de gobierno del nacionalista Rafael Callejas (1990-1994) fue gerente general de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal, empresa estatal encargada de los asuntos forestales del país, en un gobierno que tuvo consecuencias desastrosas en el plano económico para Honduras, luego de que el presidente decretara el llamado Plan de Ajuste, la adopción del neoliberalismo económico, que generó un serio déficit fiscal y comercial, empobreciendo a la clase media.

Fue el encargado de la campaña presidencial de Ricardo Maduro (2002-2006), que al igual que Callejas apoyó el golpe de Estado contra Zelaya. Durante la administración Maduro, Lobo fue elegido por sus compañeros presidente del Congreso Nacional.

Tiempos nacionalistas

La primera carrera presidencial de Lobo comenzó en 2004, cuando anunció que quería presentarse a las elecciones internas de su partido. Ganó la interna de su Partido Nacional y se enfrentó con Zelaya, entre otros candidatos, en las elecciones nacionales de 2005. Centró su campaña en la promesa de “puño firme” contra la inseguridad, defendiendo la pena de muerte para disuadir a los jóvenes violentos.

Cuando el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Arístides Mejía, anunció al día siguiente que Zelaya era el vencedor, Lobo no aceptó los resultados y argumentó que esperaría a que todas las urnas estuvieran escrutadas. En entrevista con BBC señaló que los resultados se dieron a conocer cuando sólo estaba escrutado el 3% de los votos y dijo que Mejía había participado en la campaña de su opositor, por lo que no creía en sus resultados adelantados.

Con el 80% de los votos escrutados, Zelaya comenzó a preparar su gobierno, pero el resultado definitivo de la votación se prolongó más de lo previsto, algo difícilmente justificable. Esta situación hizo sospechar que los grandes partidos hondureños habían negociado para que Lobo reconociera los resultados a cambio de ciertas garantías de Zelaya, en particular, de que su gobierno no promovería investigaciones de la justicia contra personalidades del Partido Nacional vinculadas a la corrupción, informó el Centro de Estudios Internacionales de Barcelona en un análisis de esas elecciones. Finalmente Lobo, cinturón negro de karate hace varias décadas, reconoció los resultados súbitamente con el 90% de los votos escrutados. Le deseó a Zelaya un gobierno exitoso y prometió una “oposición constructiva”. La diferencia de votos entre los dos dirigentes en los resultados finales fue de 3,37%, el menor margen en la historia de Honduras.

Para las elecciones que lo declararon vencedor, el 29 de noviembre, Lobo insistió en la seguridad pública, pero su principal promesa de campaña fue “cambio ya”, un pedido por la reconciliación y la unidad de los hondureños.

Otras de las banderas de su campaña fueron el rechazo a las “imposiciones” externas “de norte y sur” y el énfasis en resolver la crisis hondureña “como pueblo”, y si bien dijo que “no tomaría partido ni por Zelaya ni por [el presidente de facto, Roberto] Micheletti” las declaraciones que hizo el mismo día del golpe, lo delatan. Lobo declaró al diario local El Heraldo: “Actuamos antes de que fuera tarde. Quisimos evitar que aquí se repitiera el libreto que Chávez marcó a Bolivia y Ecuador, que tantos enfrentamientos ha provocado allí”.

Durante la campaña se resguardó detrás de frases como “aquí todo el mundo ha pecado”, “Zelaya ya es pasado” o “No debemos seguir poniendo el destino de Honduras en dos personas que dentro de tres meses ya no van a pintar nada”.

Las campañas presidenciales empezaron tarde y terminaron rápido, en unas elecciones que la oposición al gobierno de facto llamó a boicotear. El ojo de los medios y de todos los sectores políticos estaban sobre los presidentes -el de facto y el derrotado- y la comunidad internacional, de la cual no dejaban de llegar avisos de que no sólo no enviarían observadores, sino que tampoco se reconocerían los resultados. Por eso se pasó bastante por alto la denuncia de Elvin Santos, el candidato presidencial del Partido Liberal, de que Lobo le había “copiado su plan de gobierno”, frente a la cual el acusado nunca se pronunció, informó el diario hondureño La Prensa.

Hacia la ceremonia

Así llegó Lobo a las controvertidas elecciones del 29 de noviembre y las ganó, con más del 55% de los votos. Desde ese día Lobo quiso tomar el toro por las astas, intentó revivir el acuerdo San José-Tegucigalpa, proponiendo un “gobierno de unidad”, le pidió a Micheletti que dejara la presidencia antes de su asunción y propuso al Congreso una amnistía para todos los responsables del golpe de Estado. No logró ni una cosa ni la otra. Micheletti rechazó de plano abandonar su cargo antes del 27 de enero y el Congreso decidió que la amnistía será discutida por la próxima legislatura.

Mientras, Lobo se lamenta de que no contará con todos los visitantes extranjeros que le hubiera gustado recibir en su ceremonia de toma de posesión del cargo.

Si algo enseñó el golpe de Estado a Lobo, dijo el analista hondureño José Manuel Torres al diario madrileño El País, es a entender que “el poder verdadero lo ostenta un grupo reducido de familias. Esas familias tienen el poder incluso de sacar a los militares a la calle. Y Pepe [como llaman a Porfirio] deberá consensuar con ellas, no tendrá las manos libres para actuar”. Ya lo dice el pronóstico de Sagitario para 2010: “En el trabajo los imprevistos le obligarán a cambiar de planes y a ser más humilde en sus aspiraciones. Sea realista”.