El martes un grupo de estudiantes iraníes entró en la embajada británica en Teherán en protesta contra la decisión de Londres de suspender las transacciones financieras con los bancos iraníes, incluido el Banco Central de Irán, como castigo por el programa nuclear iraní. Se desencadenó entonces una crisis en las relaciones entre ambos países. Las reacciones frente a lo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calificó ayer de "intrusiones en instalaciones diplomáticas" no tardaron en llegar.
El presidente del Parlamento iraní, Alí Larijani, advirtió en un discurso, en referencia a la condena de la ONU, que "esta tortuosa acción conducirá a la inestabilidad de la seguridad mundial". Añadió que la acción de los estudiantes islámicos "refleja la opinión de la nación iraní sobre el gobierno británico" y criticó la postura de Londres.
Por su parte, el Reino Unido decidió expulsar a los diplomáticos iraníes en Londres, a los que dio un plazo de 48 horas para retirarse, y dispuso el cierre de la embajada británica en Teherán. También otros países europeos tomaron medidas en rechazo a los ataques a la embajada. Alemania y Francia llamaron a consultas a su embajador en Irán, Italia evalúa el cierre de su sede diplomática en Teherán, Noruega optó por el cierre temporal de la suya y España convocó al embajador de Irán a consultas.
Hoy se reúnen los ministros de Asuntos Exteriores de los países de la Unión Europea para estudiar una eventual retirada en bloque de sus embajadores en Irán. Si se aprueba esa medida, sería la segunda vez que se dispone algo parecido. Una decisión similar se tomó en 1997, cuando los embajadores europeos estuvieron siete meses fuera del país.
El ministro de Exteriores británico, William Hague, consideró que hubo un "cierto grado de consentimiento" en los actos del martes por parte del gobierno iraní. Fuentes de la Unión Europea insinuaron lo mismo a la agencia EFE, al decir que la "acción estuvo bien coordinada". Sin embargo, hasta ayer no había pruebas que vincularan al gobierno iraní con esos hechos, y el presidente Mahmud Ahmadinejad dijo que se trató de un “comportamiento inaceptable por parte de un pequeño grupo”.
Hague amenazó también con proponer a sus socios europeos aplicar nuevos castigos a Irán frente “al continuado esfuerzo del régimen para dotarse de armas nucleares”. Estas palabras coinciden con la decisión estadounidense y canadiense de imponer más sanciones a Irán tras el último informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Este informe señalaba que el programa nuclear iraní persigue fines belicistas y no de uso civil, como asegura Teherán.
En la mira
Existen también otros frentes abiertos contra Irán. El martes el general retirado israelí Amos Yadlin, ex jefe del servicio de inteligencia militar Aman, dijo que tan pronto como Irán dé un paso adelante en la fabricación de bombas nucleares “se abrirá un abanico de posibilidades para una lucha que la comunidad internacional dará”. En alusión a Estados Unidos y la Unión Europea dijo: “La situación requiere que mantengamos buenos canales de diálogo y entendimiento con quienes tienen mejores capacidades operativas que nosotros”. Según Yadlin, el régimen iraní tiene material suficiente para fabricar “cuatro o cinco bombas nucleares”, informó el diario Haaretz.
Por su parte, el general Yadolá Javani, miembro de la Guardia Revolucionaria iraní, amenazó con tomar represalias si Israel ataca sus instalaciones nucleares y de seguridad. “Los israelíes deben saber que cualquier parte del territorio israelí será objetivo de nuestros misiles, también sus centrales nucleares”, advirtió en declaraciones difundidas por la agencia de noticias iraní Isna.
En este contexto de crisis, el diario británico Times publicó el martes información sobre una explosión en Isfahan, al oeste de Irán, que dañó una instalación nuclear clave. La agencia Fars reportó las llamadas de varios residentes y las autoridades de la ciudad admitieron que hubo una explosión, si bien no se detalló más al respecto.