Todos los sondeos dan al PP como favorito en las autonómicas y municipales previstas para el domingo y también en las elecciones nacionales de 2012. Los conservadores podrían aumentar su ventaja en las comunidades autónomas y en las principales ciudades, como Madrid y Valencia, que ya gobiernan, y además arrebatar tres regiones al PSOE. Los progresistas, por su parte, podrían perder incluso en sus tradicionales feudos, que llevan décadas gobernando, como las regiones de Extremadura y Castilla-La Mancha y grandes ciudades como Barcelona y Sevilla.

El tema estrella de la campaña electoral ha sido la grave crisis económica que sufre España, con 4,9 millones de desempleados (un 21% de la población) en el primer trimestre del año (el doble que la media de la Unión Europea). Los políticos del PP han criticado por activa y por pasiva la gestión de la crisis por parte del oficialismo y se han posicionado como la alternativa para superarla. "Primero no vio la crisis, luego equivocó las medidas, luego gastó lo que no tenía y nos ha puesto en una situación muy difícil", dijo hace unos días el líder del PP, Mariano Rajoy, sobre la gestión del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero. “Centrados en ti” o “Toda España espera un cambio. Comenzamos el 22M” son algunos de los lemas electorales utilizados por los conservadores.

Los socialistas, por su parte, han tomado dos caminos. Por un lado, han justificado la necesidad de haber aplicado medidas de ajuste -como la reducción del salario de los trabajadores públicos o la extensión de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años-, mientras que por el otro se han posicionado como los defensores del Estado del bienestar que, a su juicio, “desmantelaría” el PP en caso de gobernar regiones y ciudades. “El presidente de la gente común” o “A mí me gusta esta ciudad. Que no nos la recorten” son algunos de los mensajes electorales de sus candidatos. La campaña de los socialistas ha estado marcada también por una menor participación respecto a años anteriores del presidente Zapatero, que anunció en abril que no optará a la reelección en 2012. Zapatero parece que se ha convertido en una especie de lastre para algunos candidatos socialistas.

Estrategias a la vista

“El PSOE ha utilizado siempre el mensaje del miedo a que gane el PP, pero en estas elecciones resulta poco creíble porque la ciudadanía y los partidos son conscientes de que, gane quien gane, las comunidades autónomas y los ayuntamientos tendrán que adoptar medidas de ajuste para recortar el déficit público”, aseguró a la diaria Ismael Crespo, analista político en la Fundación Ortega-Marañón.

En la misma línea se expresa Joan Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona: “El mensaje de ‘cuidado que los otros serán peor que nosotros’ que utiliza el PSOE es poco creíble”. Subirats considera, sin embargo, que “en el PP aprovechan la situación y no presentan ningún plan alternativo de ajuste porque saben que asustarían a la gente si dijeran lo que realmente quieren hacer”.

Ambos académicos coinciden en pronosticar, en líneas generales, una tendencia de “voto de castigo” a los socialistas, que posiblemente se mantendrá hasta las elecciones nacionales de 2012, y que no cambiará por la decisión de Zapatero de no presentarse. Por otra parte, también prevén una “desmovilización” del votante de izquierda que se abstendrá o buscará una alternativa en otros partidos en los comicios del domingo. De hecho, Crespo asegura que los últimos sondeos apuntan a que “uno de cada tres votantes socialistas se abstendría” el día 22.

Reducir la abstención de su electorado y atraer a los votantes de centro que podrían decantarse por el PP se ha convertido en el principal objetivo del PSOE, según se desprende de las declaraciones de sus políticos en los actos de los últimos días. "Hay que sacar de casa a todo el mundo el 22-M”, proclamó recientemente Zapatero. En las últimas elecciones municipales, celebradas en 2007, la abstención se situó en el 36%.

“El votante del PP es mucho más fiel que el del PSOE. Los electores de izquierdas que se abstengan no lo harán sólo como castigo al PSOE sino también por la sensación de que los políticos en general no dan respuesta a las necesidades de la sociedad”, señaló a la diaria Subirats.

Ni unos ni otros

Quienes ya han anunciado su intención de no votar a los grandes partidos en las elecciones del domingo son las miles de personas que han salido a la calle esta semana en decenas de ciudades españolas para protestar contra la clase política y la elite económica y exigir una “democracia real” que mejore sus condiciones sociales y laborales. La mayor protesta tiene lugar en una céntrica plaza de Madrid, la Puerta del Sol, en la que se concentran desde el domingo centenares de personas, en su mayoría jóvenes pero también jubilados y familias, que instan a no votar ni al PP ni al PSOE, y que reclaman una nueva política que los “represente”.

Las protestas, que han sido organizadas mediante internet por grupos de “indignados”, han eclipsado los actos de campaña y han supuesto la primera gran movilización de jóvenes españoles desde la irrupción de la crisis. Pese a haber respondido de manera desigual ante el movimiento, los partidos políticos han asegurado que valoran las reivindicaciones pero han pedido que se manifiesten a través de la política. “El voto es la expresión para ser crítico y exigente”, dijo al respecto Zapatero.

España tiene una alta tasa de desempleo juvenil, del 40%, el doble que la media de la Unión Europea, lo que podría desencadenar, según el Fondo Monetario Internacional, en una “generación perdida”. Además, tanto el PP como el PSOE se han visto involucrados en los últimos años en casos de corrupción política, lo que ha desatado también la ira de los españoles. “El gobierno está dando la espalda a la sociedad y será la sociedad y no el gobierno quien saque a España de la crisis”, señaló el analista Crespo. Sin embargo, consideró que este movimiento de protesta sólo representará un cambio real si se transforma en “instrumentos democráticos”. “Si la participación baja o los partidos pequeños suben en las elecciones, entonces habrá surtido efecto”, sostuvo.

Al parecer, los jóvenes no son los únicos cansados de la política. Un 80% de los españoles declaró en una reciente encuesta que tanto Zapatero como Rajoy les inspiran desconfianza.

La aldea y el mundo

Otro de los colectivos que juega un papel importante en las elecciones del domingo es el de los inmigrantes. Las municipales son las únicas elecciones en las que pueden votar los extranjeros residentes en España, aunque sólo los de una treintena de países con los que España suscribió acuerdos. Por el momento, este convenio no se firmó con Uruguay pero sí con otros países latinoamericanos, como Bolivia, Chile, Colombia o Ecuador.

De los 42.581 uruguayos residentes en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, sólo podrán votar aquellos que tienen doble nacionalidad. Juan Sotelo será uno de ellos. Este uruguayo vive en España desde 1977 y hoy preside el Centro Uruguayo de Madrid, fundado en 2002. Sotelo, que trabaja en una empresa de transporte, pide la participación de los inmigrantes en los comicios pero lamenta que “sean atacados” por algunos políticos durante la campaña. “Hay gente que nos ve como los males de España pero se olvidan que hemos contribuido al crecimiento del país”, aseguró a la diaria. Se refería a las declaraciones de Alberto Fernández Díaz, candidato del PP en Barcelona, en las que dijo que los inmigrantes habían traído enfermedades “erradicadas” en España.

Las palabras de Fernández Díaz generaron la polémica que buscaban y recibieron una rápida respuesta de Zapatero: “Los progresistas tenéis una responsabilidad muy grande, todos los que pensáis que no puede gobernar alguien que habla así de los inmigrantes. Casi le faltó decir que apestan. ¡Es indignante!”.

Gane quien gane el domingo, lo que parece claro es que la crisis económica marcará la gestión de las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Dentro de sus planes de ajuste para evitar una crisis fiscal, el gobierno prevé rebajar este año el déficit público del 9,2% del PIB registrado en 2010 al 6%, lo que lo sitúa en unos 92.000 millones de dólares.

Para lograr ese objetivo, la colaboración de regiones y ayuntamientos será esencial. La implantación, por tanto, de los planes de ajuste criticados durante esta campaña electoral parece inevitable. Los más de 8.000 ayuntamientos españoles, por ejemplo, debían a finales de 2010 unos 49.000 millones de dólares a entidades financieras, según datos del Banco de España. El más endeudado es el de Madrid, que debe unos 9.650 millones de dólares, muy por delante del ayuntamiento que le sigue, el de Valencia, que debe cerca de 1.180 millones.

La gran mayoría de los problemas financieros de los ayuntamientos son consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria, ya que un 80% de sus ingresos depende de lo que recaudan por impuestos para la construcción y compra de inmuebles y de tasas municipales, como la limpieza de calles. Mientras que hace tres años se construían en España cerca de 700.000 nuevas viviendas, ahora esta cifra apenas llega a las 100.000. Otro dato demoledor para los ayuntamientos son las 700.000 viviendas acabadas pero sin propietario que hay en España. Se trata de problemas estructurales que van mucho más allá de estas elecciones.