Hace más de dos décadas que la frontera que une a ambos países es escenario de esporádicos episodios de violencia. Sin embargo, en los últimos años, las ofensivas militares se han vuelto más frecuentes, así como las muertes.
El ataque que inició la última ola de disparos ocurrió el 24 de setiembre, cuando el Ejército de Azerbaiyán atacó la región fronteriza de Tavush, en Armenia, y mató a tres civiles. Dos días después, un combate entre los militares de las dos partes en la línea de contacto entre Armenia y Azerbaiyán desembocó en la muerte de cuatro soldados armenios y uno azerí, además de una veintena de heridos. Ya en la madrugada del 28, otro ataque terminó con la vida de siete soldados armenios y tres azeríes. De acuerdo con el gobierno del presidente armenio, Serge Sargsyan, este ataque fue crucial ya que, por primera vez desde 1994, Azerbaiyán utilizó munición gruesa, una acción a la que Armenia prometió responder de manera proporcional.
Para entender lo que sucede hoy, hay que mirar varios años atrás. El conflicto entre las dos naciones ya tiene casi un cuarto de siglo y se originó en los tiempos de la antigua Unión Soviética, por la disputa de un territorio llamado Nagorno Karabaj. La República de Nagorno Karabaj es un Estado independiente de facto desde 1991, y cuenta con una población mayoritariamente armenia. Sin embargo, en 1921 pasó a formar parte del Azerbaiyán soviético por decisión de Stalin. Casi 70 años después, en 1987, cansado de soportar las distintas formas de discriminación étnica y religiosa, el pueblo karabají logró juntar 80.000 firmas para solicitar la reunificación del territorio a Armenia, petición que fue denegada tanto por la Unión Soviética como por Azerbaiyán.
Lo que vino después fue una seguidilla de persecuciones y matanzas contra los armenios que habitaban en ciudades azeríes. Con el objetivo de controlar la situación, la Unión Soviética estableció en 1989 una autoridad especial en la Región Autónoma de Nagorno Karabaj. Libre del control administrativo de Azerbaiyán, en setiembre de 1991 Nagorno Karabaj se autoproclamó independiente.
Ante esta situación, Azerbaiyán respondió militarmente y dio inicio a la guerra en la recién formada República de Nagorno Karabaj, que causó más de 20.000 muertes y destruyó la economía del país, que incluso hoy no se recuperó por completo. El conflicto armado finalizó en 1994, con un triunfo que llevó a que el territorio quedara bajo control armenio hasta nuestros días. A los ojos del gobierno azerí, encabezado por Ilham Aliyev, Armenia mantiene esos territorios bajo el régimen de ocupación militar.
El fin de la guerra fue seguido por la firma de un cese del fuego entre Armenia, Azerbaiyán, Rusia y la propia Nagorno Karabaj. Desde entonces, el conflicto está en espera de una resolución definitiva, pacífica y justa mediante negociaciones que maneja el Grupo de Minsk. Sin embargo, desde que se firmó el acuerdo, las violaciones al cese del fuego son cada vez más habituales -y violentas-.
Trabajo en equipo
Los copresidentes del Grupo de Minsk -Estados Unidos, Rusia y Francia- han presentado desde 1992 una serie de propuestas para resolver la crisis y establecer la paz duradera en la región. A menudo, los mediadores visitan las zonas de conflicto, se reúnen con los presidentes de los países enfrentados e impulsan encuentros entre los cancilleres.
El 26 de setiembre, en uno de los tantos esfuerzos por concretar encuentros entre ambas partes, se reunieron en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) los cancilleres armenio y azerí, Eduard Nalbandian y Elmar Mammadyarov. Allí volvió a aflorar una propuesta planteada en 2010 por los mediadores de la OSCE -y respaldada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon-, que establece el retiro de los francotiradores en la línea de contacto y el monitoreo de la zona con el fin de controlar la tensión y evitar más muertes. Armenia y Nagorno Karabaj se manifestaron de acuerdo en reiteradas ocasiones, pero Azerbaiyán se opone de manera firme.
Ese mismo día, un comunicado divulgado por el Grupo de Minsk exhortó a Azerbaiyán a aceptar la propuesta, “para investigar las violaciones al cese del fuego”. El gobierno azerí respondió que sólo puede aceptarla si Armenia plantea la creación de “un mecanismo y un plan para la retirada de las fuerzas armenias de los territorios azeríes que ocupan”. Agregó que la proposición es útil para Armenia, en cuanto dilata la situación pero no le pone fin.
En el mismo comunicado, los mediadores “condenan fuertemente” el uso de artillería y alientan a las dos partes involucradas a “implementar programas pueblo a pueblo para construir confianza entre las sociedades afectadas por el conflicto”.
Por otro lado, en el marco de la Asamblea General de la ONU, Ban Ki-moon manifestó su “inquietud” sobre la “tensa situación” en la línea de contacto entre Nagorno Karabaj y Azerbaiyán, y recalcó la importancia de confiar en la mediación del Grupo de Minsk.
Ante la misma asamblea, el presidente armenio aseguró que el conflicto de Nagorno Karabaj “sigue siendo uno de los temas más sobresalientes” de la región y anunció oficialmente que, en caso de que el gobierno azerí continúe con “su política agresiva”, su país “no tendrá otra opción que tomar las medidas legales, políticas y militares necesarias para que Armenia y Nagorno Karabaj se desarrollen en seguridad y paz”. Sobre la negativa del país presidido por Aliyev a aceptar la propuesta de los mediadores, el presidente Sargsyan preguntó: “¿A qué le tiene miedo Azerbaiyán?”.