Los combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) y las tropas iraquíes –apoyadas por la coalición internacional liderada por Estados Unidos– “han violado gravemente el derecho internacional humanitario” durante la ofensiva para ganar el control de la ciudad de Mosul, según un informe de Amnistía Internacional (AI) publicado ayer.

La organización denuncia que EI cometió “crímenes de guerra”, durante los nueve meses que duraron los enfrentamientos, al haber obligado sistemáticamente a los civiles a desplazarse directamente a las zonas de combate para utilizarlos allí como escudos humanos.

Además, el grupo atrapó a cientos de civiles en sus hogares, trancando las puertas, colocando trampas explosivas en las salidas y matando a quienes intentaban escapar. “También les negaron regularmente la atención médica y confiscaron sus alimentos”, agrega el documento, titulado A cualquier precio: la catástrofe de los civiles en Mosul Oeste.

Por otra parte, AI responsabiliza a las fuerzas del gobierno iraquí y a sus aliados por “la muerte de miles de civiles utilizando armas explosivas y poco precisas en entornos urbanos densamente poblados”. En concreto, menciona el uso de misiles aéreos, obuses, morteros y munición disparada desde helicópteros con ametralladoras para reducir la resistencia de algunos barrios de Mosul.

De acuerdo con este informe, no se adaptó la estrategia a las particularidades que el derecho internacional humanitario exige para los combates en zonas que tienen una alta concentración de población civil. Agrega que, por eso, algunos de los ataques de las fuerzas iraquíes y la coalición internacional que las apoya también “podrían constituir crímenes de guerra”.

A la vez, AI acusa a las fuerzas progubernamentales de no tomar medidas eficaces –o realistas– para proteger a los civiles en el momento en que planificaron y ejecutaron los ataques. Por ejemplo, la investigación informa que lanzaron volantes en las áreas controladas por EI instruyendo a los civiles a que se mantuvieran alejados de los yihadistas o colgaran ropa de niños en el techo para marcar la presencia civil, sin tener en cuenta el control que tenían los extremistas de cada uno de sus movimientos.