Matteo Salvini se convirtió en el señor de la derecha italiana en las pasadas elecciones, cuando su partido, la Liga Norte, obtuvo más votos que Forza Italia, el del ex primer ministro Silvio Berlusconi. Los italianos respaldaron con su voto al sector más conservador de la política de su país, que promueve medidas duras contra inmigrantes irregulares y refugiados, y cuyo nacionalismo impulsa un alejamiento de Italia de la Unión Europea (UE).

Nacido en 1973 en Milán, cuando tenía 17 años Salvini empezó a participar en actividades y organizaciones que reclamaban la independencia. Su involucramiento con la Liga Norte comenzó cuando se convirtió en el presentador de uno de sus programas de radio, en el que recibía llamadas de los oyentes. Estudiaba Historia en la Universidad de Milán, una carrera que dejó después de 16 años y sobre la que llegó a bromear: “Llegará antes la independencia de la Padania que mi licenciatura”.

En 1993 fue elegido edil en el municipio de Milán y un año más tarde se convirtió en el líder del Movimiento de los Jóvenes Padanos, una corriente dentro de la Liga Norte. Durante algunos años tuvo a su cargo la dirección de los medios de propaganda del partido, como la radio Padania Libera y el diario La Padania.

En cuanto a cargos, dentro de la Liga Norte Salvini fue secretario general en Milán, primero, y en toda Italia, después. Además, desde 2004 fue diputado tanto en Italia como en el Parlamento Europeo. En 2012 observó impasible la caída en desgracia de quien era entonces el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, y apareció como una figura joven y renovadora para la formación, que en 2013 lo terminó eligiendo como secretario general con 82% de los votos.

A partir de su elección la Liga Norte empezó a endurecer algunas de sus posturas, en particular con respecto a la UE y su moneda, el euro, al que llegó a considerar un “crimen contra la humanidad”. Estas críticas se convirtieron con el tiempo en el centro de su política, al punto de ocupar una posición clave en varias de sus campañas electorales.

Otro de sus puntales políticos, primero personales y después del partido, ha sido su oposición a la llegada de inmigrantes, creciente en Italia desde 2012. También fue con el paso de los años y bajo el liderazgo de Salvini que Liga Norte se fue transformando en una formación nacional y dejó de representar exclusivamente al norte del país. Antes de estas elecciones, el partido se propuso subrayar este cambio al comenzar a designarse solamente como “La Liga”.

Los ataques a la población de las provincias del sur, a las que solía denominar con un término despectivo, terrone, y a las que responsabilizaba de todos los problemas del país, se trasladaron más al sur, para dirigirse contra quienes llegan a Italia desde África o Medio Oriente en embarcaciones precarias. En los discursos de Salvini fueron desapareciendo los llamados a la independencia del norte del país, al que Bossi llegó a denominar “el único tercio que trabaja”, hasta que aquella promesa de que “La Liga no dejará de luchar hasta que la Padania sea libre” cayó en el olvido.

Sus declaraciones prácticamente siempre son noticia: pidió que se destruyeran los campamentos de gitanos, aseguró que durante la dictadura de Benito Mussolini se hicieron “muchas cosas” por Italia y consideró que la presencia de inmigrantes ilegales es la que generó violencia, como la acción de un ultranacionalista italiano que disparó contra seis africanos semanas antes de las elecciones. También sus campañas tienen un gran impacto mediático desde hace tiempo: en 1999 lanzó huevos contra el entonces primer ministro, Massimo D’Alema, lo que le valió una condena a 30 años de prisión, y llegó a posar desnudo para una revista italiana y a vender esas fotos para reunir fondos para una organización civil contraria al aborto.

Sus posturas son por demás polémicas pero, de acuerdo con el resultado de las últimas elecciones, tienen eco en casi la quinta parte del electorado italiano. Por su rechazo a la inmigración y a la UE, y por el nacionalismo inherente de sus propuestas, es considerado “el Trump italiano”. Salvini se ha declarado seguidor del estadounidense, y cuando este aprobó su primer veto migratorio, en enero de 2017, tuiteó: “Me gustaría hacer en Italia lo que Trump está haciendo al otro lado del océano. Una invasión se aproxima y necesita ser bloqueada”.

En línea con su política de “los italianos primero”, Salvini dijo en campaña que en un gobierno suyo Italia podría desatender el tope de 3% del Producto Interno Bruto para el déficit fiscal impuesto por la UE a sus países miembros. El déficit de Italia supera el 4%, pero viene en bajada desde hace unos años porque los últimos gobiernos han hecho esfuerzos para reducirlo. Además, Salvini agregó: “Puedo reducir mis transferencias a la UE”.

Católico practicante, Salvini se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo y al aborto. Ha manifestado públicamente su rechazo a algunas expresiones del papa Francisco, especialmente cuando llama a los distintos países a recibir a inmigrantes, y ha declarado que prefiere al papa emérito, Benedicto XVI. También ha repudiado públicamente al islam, al que considera “un peligro” para el mundo en general y para la Constitución italiana en particular.

En veremos

El Movimiento 5 Estrellas, el partido más votado en las elecciones del 4 de marzo, y la coalición conservadora liderada por Salvini y Berlusconi, la alianza más respaldada, tuvieron un acercamiento en las últimas semanas. Esto permitió que acordaran los nombramientos de los presidentes de las dos cámaras del Congreso, que asumieron el viernes. En la ratificación de estos acuerdos con los votos a mano alzada, Salvini y su Liga Norte tomaron distancia de Berlusconi, que buscaba imponer a un candidato distinto del que respaldó su socio.

Esta distancia entre ambos líderes podría complicar aun más la conformación de un nuevo gobierno, para el que será necesario generar alianzas porque ni las coaliciones ni los partidos cuentan con votos suficientes como para conseguirlo en solitario. Además, ni la Liga Norte ni el Movimiento 5 Estrellas dieron señales de que el acuerdo alcanzado para nombrar a los presidentes de las cámaras se traduzca en un acercamiento para conformar gobierno. Más allá de las aproximaciones preliminares, las negociaciones para formar posibles alianzas de gobierno comenzarán formalmente el sábado.