El año que viene se retirará del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil el ministro Celso de Mello, quien fue indicado para ese lugar en 1989 y cumple los 75 años, fecha límite para integrar el máximo órgano judicial de Brasil. El año siguiente deberá ser sustituido Marco Aurélio Mello, y será el presidente, Jair Bolsonaro, el que deberá indicar a sus sucesores.

Bolsonaro se había referido anteriormente a este tema y había manejado dos posibilidades. Una fue la de nombrar a un juez evangélico y otra la de designar al ex juez Sérgio Moro, que es su ministro de Justicia. Esto ya tiene antecedentes: en 2017 el entonces presidente Michel Temer designó para el cargo a quien era su ministro de Justicia, Alexandre de Moraes.

Ayer, en un acto con el Frente Parlamentario Evangélico en la Cámara de Diputados, Bolsonaro reiteró que una de sus designaciones será la de un juez “terriblemente evangélico”.

El mandatario argumentó que los jueces del STF deben representar a la sociedad brasileña. “El Estado es laico, pero nosotros somos cristianos. O, como dice nuestra querida Damares [Alves, la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos], somos tremendamente evangélicos”, dijo.

Bolsonaro ha sido crítico con algunas de las decisiones del STF que considera que no representan a la sociedad de su país. Su mayor rechazo fue cuando el órgano judicial dictaminó que la homofobia y la transfobia son crímenes homologables con el de racismo y deberían castigarse como este.