El conflicto bélico que comenzó el domingo en la región de Nagorno-Karabaj –territorio situado dentro de las fronteras de Azerbaiyán, pero que de hecho es una región autónoma que se maneja como una parte más de Armenia, bajo el nombre oficial de República de Artsaj– está lejos de terminar. Los enfrentamientos entre las tropas de ambas naciones se intensificaron en las últimas horas –las cifras de bajas de ambos lados son imprecisas, pero las hay y por decenas– y a la vez desde los gobiernos no se baja el perfil y las declaraciones públicas son de tono belicista.

Este miércoles, de acuerdo a lo que informó la cadena rusa RT, el gobierno de Azerbaiyán aseguró que continuará “sus operaciones militares legítimas” en Nagorno-Karabaj hasta que Armenia retire sus fuerzas de los “territorios ocupados para garantizar la paz en la región”. Estas afirmaciones fueron realizadas en el marco de la reunión especial del Consejo Permanente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), organismo que juega, sin haberlo conseguido, un rol de mediador en la cuestión que mantiene enfrentados a armenios y azeríes, en la reedición de un litigio territorial que lleva décadas y que está profundamente arraigado en la población de estas dos ex repúblicas soviéticas, una católica –Armenia– y la otra de mayoría musulmana –Azerbaiyán–.

El Ministerio de Exteriores de este último país expresó que “la parte azerí espera que el Grupo de Minsk de la OSCE sea plenamente consciente de las intenciones de Azerbaiyán y exija la retirada de las Fuerzas Armadas de Armenia de los territorios ocupados para garantizar la paz en la región”.

Por su parte, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, declaró, de acuerdo a lo que consignaron agencias internacionales de noticias, que su país no necesita ayuda del exterior y que a su Ejército no le faltan los efectivos. Esta frase del mandatario responde a que desde que comenzó el nuevo conflicto bélico Armenia denunció la injerencia de Turquía, que, aunque sin declararlo en forma oficial, apoya abiertamente a la parte azerí con armamento y tropas.

Además, de acuerdo a lo que informó The Guardian, también se están sumando a las fuerzas de Azerbaiyán combatientes provenientes de Siria. El diario inglés incluso afirmó que al menos tres de ellos habían fallecido en enfrentamientos ocurridos en las últimas horas.

Las importantes injerencias externas en el conflicto son un elemento que constituye una evidente amenaza y que lleva a que no pocos teman que este conflicto siga incrementando sus decibeles y que pueda devenir en otra guerra a nivel regional. La intervención turca, en medio de una disputa que las potencias extranjeras tradicionalmente han intentado contener, fue un factor que agregó peligrosidad a la situación en esta ocasión.

Así como no es secreto para nadie el firme apoyo incondicional de Turquía a Azerbaiyán, Rusia, si bien tiene vínculos y vende armas a ambas naciones, tiene una alianza militar con Armenia –de hecho, hay una base rusa en territorio armenio– y es un aliado histórico de este país. A propósito del vínculo entre ambas naciones, vale recordar una entrevista publicada el 12 de setiembre, en la que el ministro de Relaciones Exteriores de Armenia, Zohrab Mnatsakanian –quien, de acuerdo a lo que expresó en ese momento, tenía muy claro que el estallido del conflicto en Nagorno-Karabaj era inminente–, dijo que “Armenia es Europa, pero Rusia es nuestro aliado”. Durante una entrevista virtual con la agencia de noticias Efe, el funcionario del gobierno armenio dijo además que “tenemos unas relaciones muy importantes con Rusia, una relación de aliados [...] con muchos intereses comunes”.