“Cuando busquen modelos, estos son los modelos que hay que seguir”, dijo este miércoles el presidente argentino, Alberto Fernández, en referencia a Adolfo Pérez Esquivel. La Casa Rosada organizó un homenaje al fundador del Servicio Paz y Justicia (Serpaj) cuando se cumplieron cuatro décadas del Nobel de la Paz que recibió en 1980, con su país todavía en dictadura.

“Todas las organizaciones de derechos humanos te vieron peleando con ellos, después de que la dictadura te hizo padecer el encierro, la tortura, la persecución. Y nunca bajaste los brazos. Nunca. Y lo hiciste predicando la no violencia, la paz y lo mejor del evangelio cristiano”, continuó Fernández.

Pérez Esquivel trabajó en defensa de las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina, y desde Serpaj lanzó una campaña internacional para denunciar en el mundo los crímenes de las dictaduras de la región. Estuvo detenido durante un año y dos meses, y otro tanto en libertad vigilada.

Después del Nobel continuó militando en defensa de los derechos humanos. “Seguiste tu lucha inalterable con la humildad de siempre y con el compromiso permanente”, dijo Fernández, y agregó: “Todavía muchas de las injusticias de las que hablabas en 1980 se padecen. Todavía se padecen persecuciones, todavía esa desigualdad existe y tenemos un sistema en el que la riqueza se concentra en pocos y la pobreza se distribuye en millones”.

En videos que se exhibieron durante el homenaje, distintas personalidades saludaron a Pérez Esquivel, entre ellas el papa Francisco. “Gracias, Adolfo, por tu testimonio en los momentos lindos, pero también en los momentos dolorosos de la patria”, dijo. Destacó su “coraje” y su “sencillez” y agregó: “Si me permitís un castellano un poquito atrevido, te diré que vos no te la creíste, y eso nos ha servido a todos”.

También el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva le envió un mensaje, y destacó: “Cuando recibiste el premio lo hiciste en nombre de mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios, comparten la vida y el camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad. Un compromiso que no sólo sigue intacto, sino que se ha profundizado con cuatro décadas consagradas a la lucha por la paz, por la memoria, la verdad, la justicia y la solidaridad con los pueblos”. Lula recordó también la visita que el dirigente argentino le hizo en 2018, cuando estaba preso en Curitiba, y la calificó de “un gesto de coraje del que pocos luchadores son capaces”.

El teólogo Leonardo Boff y la representante del Serpaj en Europa, Grazia Tuzi, también saludaron al militante argentino, y al acto en la Casa Rosada asistieron dirigentes de distintas organizaciones que luchan por los derechos humanos, como Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora.

Pérez Esquivel les agradeció. “Mi trabajo nunca es de una persona, es un trabajo compartido”, dijo, y agregó: “El premio Nobel, todos los premios que me dieron no me pertenecen, pertenecen a los pueblos de América Latina, y este es el legado que podemos dejar al presente y a las nuevas generaciones”.

Dijo que la casa en la que antes funcionó Serpaj, “la antigua casa de la resistencia”, quedará ahora en manos de la Universidad de Buenos Aires. “No quiero un museo de Pérez Esquivel”, aclaró, y dijo que ese lugar será “un centro de formación de conciencia, de crítica, de valores para todas las generaciones”.

En referencia al presente, dijo que “tenemos que pensar en otro tipo de sociedad, generar un nuevo contrato social”, y continuó: “Hoy en América tenemos problemas con las democracias y los golpes de Estado, por eso necesitamos de la unidad continental”. Al despedirse advirtió que “la paz no se regala, la paz se construye”, y que “la democracia no significa poner un voto en una urna, la democracia significa derecho e igualdad para todos y todas”. Concluyó que “estamos lejos de esto, pero tenemos que abrir los caminos”.