Luego de cuatro semanas de enfrentamientos permanentes, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, anunció este jueves que las fuerzas armadas de su país obtuvieron varias victorias militares que les permitieron retomar el control de todo el territorio de Nagorno Karabaj en la frontera con Irán. “La frontera estatal entre Azerbaiyán e Irán ha sido completamente asegurada tras la liberación de Agbend”, escribió Aliyev en su cuenta de Twitter, de acuerdo a lo que consignó el portal EuropaPress.
Además, el mandatario aseguró que se retomó el control de zonas que estaban en poder de los armenios desde 1990. Envalentonado por el éxito de su ejército en el frente de batalla, Aliyev parece haber dejado de lado la posibilidad de negociar con Armenia, ya que, de acuerdo a lo que expresó, considera “muy remota” la posibilidad de alcanzar un acuerdo con el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan.
La misma percepción se tiene en Ereván. El miércoles, en un video publicado en Facebook, Pashinyan estimó que no veía por el momento “solución diplomática” para el conflicto con Azerbaiyán por la región de Nagorno Karabaj –que está bajo control armenio desde 1994 y en 2017 adoptó el nombre de República de Artsaj– e instó a sus conciudadanos a presentarse como voluntarios para ir al frente.
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“Tenemos que darnos cuenta de que la cuestión de Karabaj, al menos en esta etapa y por mucho tiempo, no puede tener una solución diplomática”, afirmó Pashinyan. “Todo lo que es diplomáticamente aceptable para la parte armenia ya no es aceptable para Azerbaiyán”, agregó el máximo jerarca del Ejecutivo armenio. En este sentido, Pashinyan pidió a los ciudadanos que vayan a luchar “hasta la victoria o la derrota”.
“No hay Armenia sin Artsaj y, por lo tanto, proteger los derechos del pueblo de Artsaj significa proteger los derechos del pueblo armenio. Y hoy, esto significa tomar las armas y luchar por estos derechos”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter.
El tema es seguido de cerca por varios actores internacionales. Turquía apoya en todo sentido a Azerbaiyán, y en una postura intermedia se encuentra Rusia, país que tiene fluidas relaciones con los países en conflicto –entre otras cosas les vende armamento a ambos– y que lidera el Grupo de Minsk, una entidad que tiene la finalidad de mediar en la cuestión.
De todas maneras, desde Moscú, tampoco se vislumbra una salida negociada a corto plazo. A propósito de esto, este jueves el portavoz presidencial ruso, Dmitry Peskov, dijo en una conferencia de prensa que “la participación de terceros países en el acuerdo de Nagorno-Karabaj será posible sólo con la condición del consentimiento de ambas partes en el conflicto”.
De acuerdo a lo que informó la agencia oficial rusa TASS, Peskov dijo que “desempeñar el papel de un intermediario o de estar involucrado en los formatos de cualquier otra manera será posible sólo con la condición del consentimiento de los dos gobiernos”.
Por su parte, la Unión Europea (UE), más allá de los llamados al cese de las hostilidades que hzo desde que estalló el conflicto, no tomó partido por ninguna de las partes. Si bien existe una natural empatía con Armenia por tratarse de una nación católica, otros factores menos simbólicos pesan en la postura del bloque.
La mayor parte de los países que integran la UE tienen relaciones comerciales con Azerbaiyán, en su intento de dejar de tener tanta dependencia energética de Rusia. La nación presidida por Aliyev es un importante proveedor de petróleo y gas de muchas naciones europeas, además de que poderosísimas empresas del rubro pertenecientes a países como Inglaterra, Escocia y Noruega, entre otros, tienen estrechos vínculos con Bakú.
La situación de Francia es particular. En el país reside una enorme comunidad armenia, que se estima en aproximadamente 600.000 personas, y como muestra de solidaridad con ellos, más de 170 parlamentarios y alcaldes franceses, entre los que se encuentran la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, firmaron a comienzos de octubre una carta en la que le pedían al gobierno que preside Emmanuel Macron que condenara las agresiones azerbaiyanas contra los armenios que viven en Artsaj.
Pero esta posibilidad fue desestimada por el ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Ives Le Dryan, que la semana pasada, en declaraciones al diario Le Figaro, expresó que es necesaria la “imparcialidad” en esta cuestión, teniendo en cuenta que Francia es uno de los países que intentan mediar en el conflicto por intermedio el Grupo de Minsk. “Estaríamos perjudicando la calidad de nuestra relación bilateral con Armenia si adoptáramos una postura desequilibrada que ponga en tela de juicio el papel que jugamos en el marco del Grupo de Minsk y la influencia que tenemos en las partes en crisis”, dijo el jefe de la diplomacia francesa.