Más de un mes después de su inicio, los enfrentamientos entre las fuerzas de Armenia y las de Azerbaiyán, apoyadas por Turquía y por mercenarios provenientes de otros países musulmanes de la zona, prosiguen en la región de Nagorno-Karabaj y sus alrededores.

A la vez que reivindican algunas victorias en los combates, desde el gobierno de Azerbaiyán se intenta prolongar el conflicto bélico, teniendo en cuenta la superioridad en número de sus soldados y también de su potencial armamentístico. Por otro lado, desde Armenia se pretende una salida negociada del conflicto, pero a la vez la determinación del pueblo es clara y no está sobre la mesa la posibilidad de ceder el territorio en disputa, al que los armenios denominan oficialmente República de Artsaj y consideran una parte integral de su territorio.

Desde que estalló este conflicto, los armenios han denunciado que lo que pretenden hacer los azerbaiyanos con el apoyo turco es reeditar el genocidio iniciado en 1915, en el que más de un millón y medio de armenios fueron asesinados a manos del ejército del extinto Imperio Otomano, hecho que generó que la mayor parte del pueblo armenio tuviera que abandonar sus territorios ancestrales.

Esta posición quedó clara en un tuit publicado ayer por el primer ministro armenio, Nikol Panishyan.

“Las fuerzas azerbaiyanas lideradas por Turquía, junto con los terroristas, continúan las operaciones militares intensivas en diferentes direcciones de la línea del frente, incluidos los asentamientos pacíficos en Artsaj. Su objetivo es la limpieza étnica de los armenios en Artsaj”, escribió el jerarca.

Pero mientras los enfrentamientos bélicos prosiguen, desde el exterior se pretende buscar una solución al problema.

Un actor para nada menor en esta cuestión es Rusia, y ayer el presidente Vladimir Putin se refirió a la guerra en curso en el sur del Cáucaso durante un foro con empresarios realizado en Moscú.

“Se debe encontrar un equilibrio de intereses entre Azerbaiyán y Armenia para resolver el conflicto en Nagorno-Karabaj”, expresó el mandatario ruso.

“¿Qué es o dónde está este acuerdo a largo plazo? Se trata de encontrar un equilibrio de intereses que se adapte a ambas partes: el pueblo azerbaiyano, por el que tenemos un respeto inquebrantable, así como los intereses del pueblo armenio”, expresó Putin, de acuerdo a lo que informó la agencia de noticias rusa TASS.

El conflicto comenzó con enfrentamientos étnicos, recordó el presidente ruso. Realizando un resumen histórico de la situación, el mandatario agregó que “el entonces liderazgo de la Unión Soviética no tomó ninguna acción efectiva para garantizar la seguridad de la gente. Los armenios tomaron las armas y lo hicieron ellos mismos”, señaló en referencia a la guerra que culminó en 1994, en la que los armenios lograron el control de Artsaj. “Esto puso a la propia Nagorno-Karabaj y a siete territorios de Azerbaiyán bajo el control de Armenia”, señaló Putin, que, situándose en una posición equidistante, agregó: “Cada uno tiene su propia verdad. No hay soluciones sencillas, ya que el nudo está atado de una forma muy complicada”.

Putin insistió en que Rusia sigue abierta a una mediación y se mostró proclive a que se restituyan a Azerbaiyán algunos de los territorios ocupados por Armenia en 1994, aunque agregó que esta alternativa “debe discutirse con la garantía de cierto régimen para la zona de Karabaj (Artsaj) y la cooperación con Armenia”.

Además de Rusia, Estados Unidos y también Francia, países que lideran el Grupo de Minsk, un órgano que ejerce el rol de mediación, desde hace varias semanas también viene trabajando en este sentido Irán, país que por su cercanía geográfica tiene un marcado interés por lo que sucede en la región. Según se informó, el viceministro de Relaciones Exteriores iraní presentó al Ministerio de Relaciones Exteriores ruso un plan de mediación, que busca encontrar una solución con la ayuda de los países de la región.

La posición de los iraníes en la cuestión es interesante.

Si bien son musulmanes chiitas como los azeríes, en el conflicto de Nagorno-Karabaj no apoyan a Azerbaiyán, que de hecho es un Estado laico, donde la religión –al contrario de lo que sucede en Irán– juega un rol totalmente secundario. En este tema, tradicionalmente Irán se mantiene en un rol neutral.

La principal causa de ello es que dentro de la nación persa existe una enorme minoría de origen azerí, aproximadamente 20% del total de la población iraní, e incluso existen grupos que pretenden anexionarse a Azerbaiyán, y es por esto que Irán no quiere que la nación azerí gane influencia en la zona, ya que le podría traer problemas dentro de sus propias fronteras.

Además, Irán alberga también a una importante comunidad armenia, de aproximadamente medio millón de habitantes, lo cual hace que su rol como mediador tenga el visto bueno del Ejecutivo que preside Panishyan.