En una ceremonia autocelebratoria, el presidente estadounidense, Donald Trump, se presentó este jueves en el ala Este de la Casa Blanca, un día después de ser absuelto por el Senado de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso, y brindó un discurso sumamente agresivo, claramente en clave electoral, apuntando a los comicios que se realizarán el 3 de noviembre.

Durante su comparecencia ante una sala llena, el líder republicano tildó a los demócratas que lo acusaron de ser “malvados” y “corruptos”. Además de fustigar a sus rivales extrapartidarios, Trump también le dedicó palabras de desprecio al senador republicano de Utah Mitt Romney, el único integrante del partido oficialista que votó a favor de la condena al mandatario. Trump lo calificó de “un candidato presidencial fracasado”, por su intento de llegar a la Casa Blanca en 2012, ocasión en la que fue derrotado por el postulante demócrata, Barack Obama.

“Fue malvado”, afirmó Trump ante cientos de simpatizantes e integrantes de su gobierno, en un discurso largo y algo confuso, que no se apegó al texto que su personal le había preparado para la ocasión. “Fue corrupto. Eran policías sucios. Fueron mentirosos y esto nunca debería sucederle a otro presidente, nunca. No sé si otros presidentes hubieran podido soportarlo”, afirmó Trump acerca de la presión que debió afrontar en estos meses. Durante su alocución, el presidente estadounidense recordó las investigaciones que se hicieron en su contra en los últimos tres años y las desacreditó, afirmando que simplemente fueron esfuerzos partidistas para derribarlo y sugiriendo que la “escoria superior” en el FBI había planeado evitar que fuera presidente.

“Pasamos por Rusia, Rusia, Rusia”, dijo, burlándose de las investigaciones sobre la interferencia de Moscú en las elecciones presidenciales en las que fue electo en 2016 y menospreciando los eventuales lazos entre su campaña y el gobierno que encabeza Vladimir Putin. “Todo fue una mierda”, afirmó Trump, quien levantó un ejemplar de The Washington Post para mostrar su titular, “Trump absuelto”, gesto que causó una cerrada ovación.

Posteriormente, el presidente volvió a hacer lo que más le gusta: agraviar a sus adversarios políticos. Como era de esperar, uno de sus primeros objetivos fue la líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de quien dijo que “es una persona horrible”. Trump se burló de Pelosi, quien había dicho que oraba por él, aunque fuera su rival. “Ella puede rezar pero reza por lo contrario”, afirmó Trump, quien agregó: “Pero dudo que ella ore en absoluto”.

El discurso del republicano incluyó también una serie de ataques contra algunos de sus principales oponentes, incluyendo al ex director del FBI James B. Comey (“ese imbécil”), así como a Hunter Biden –hijo del precandidato demócrata Joe Biden–, Hillary Clinton y el ex presidente Barack Obama.

Pero en medio de los mensajes negativos, Trump les dio las gracias a sus abogados y también a una serie de congresistas republicanos que lo apoyaron durante el proceso, nombrándolos uno por uno. En particular, Trump agradeció al senador Mitch McConnell, de Kentucky, quien fue el defensor más importante del presidente en el Senado. “Hiciste un trabajo fantástico”, le dijo Trump a McConnell.

En su largo discurso Trump insistió una vez más en que no hizo nada malo ni ilegal, y, tal como hizo durante todo el proceso, se presentó como una víctima de una cacería de brujas partidaria.

En la votación realizada el miércoles en el Senado, los congresistas rechazaron los dos cargos que se le imputaban, con Romney como el único miembro de la cámara alta que rompió las filas del Partido Republicano. Romney votó a favor de la condena y destitución del cargo por el artículo que acusaba abuso de poder, calificando las acciones del presidente de una violación flagrante de la confianza pública, pero votó en contra de la obstrucción del artículo del Congreso, argumentando que la Cámara debería haber seguido las opciones judiciales para obtener información bloqueada por la Casa Blanca.

Así, el primer artículo cayó 48 a 52, muy por debajo de los 67 votos requeridos por la Constitución para la condena, y el segundo artículo fue rechazado por 47 votos contra 53.