Sofía caminaba con la bici blanca al costado. El brazo derecho que sostenía el manubrio centelleaba entre la multitud: “PLEF”, decía el tatuaje que reposaba en la parte posterior, con líneas finas, negras, que delineaban el apodo de Felipe Cabral en forma de grafiti.

A Cabral, conocido como Plef, lo mataron el sábado 16 de febrero del año pasado. Tenía 29 años. Ese día, estaba retocando uno de sus tantos grafitis, en Punta Gorda, en las calles Rambla República de México y Belastiquí. El muro pintado en la casa abandonada fue testigo del último momento artístico de Plef.

Este lunes, a un año y un día de aquel episodio, una multitud de familiares, amigos, allegados y desconocidos se acercaron a la plaza Matriz en busca de respuestas. “Cada uno lo expresa de la manera que mejor puede. Algunos estamos acá, otros están escribiendo en su casa, otros están haciendo una canción; todos estamos seguros de que queremos justicia para Plef. Esto no puede quedar impune”, dijo a la diaria Natalia Aguirre, amiga de Felipe y de la familia.

Las alusiones a Plef se reflejaban en niños, adolescentes y personas mayores que estaban allí, en carteles, remeras y hasta en algunas paredes de la ciudad, que desde aquel día fueron ilustradas por un gato que ahora oficia como símbolo de Cabral. “Inseguridad es que la propiedad privada valga más que la vida”, decía uno de los carteles que se expusieron en la manifestación hasta llegar a la Fiscalía de Homicidios, donde culminaba la convocatoria. Al lado de las letras en rojo, el gato, infaltable. En la manifestación estaban el senador comunista Óscar Andrade y la ex jerarca de la Intendencia de Montevideo Patricia González.

Felipe también es el nombre de uno de los integrantes del grupo de rap en el que participaba Plef. Se trata de Felipe Escuder, amigo e integrante de la banda Magia Negra. A medida que la marcha va llegando a su final, Escuder se adelanta, eleva un brazo, cierra el puño y grita: “¡Basta de impunidad!”. Contó que desde lo ocurrido, mucha gente le habló y le dijo que, aunque conocía a Felipe de verlo una o dos veces, “recibía el calor que daba, el amor que emanaba de él”. Los ojos le brillan. “La gente que lo vio muy pocas veces ya sabía... Nadie merece morir, pero a veces uno dice: ¿justo él?”, dice, conmovido.

Aquel 16 de febrero, la campaña “Vivir sin miedo”, que impulsaba el ahora futuro ministro del Interior, Jorge Larrañaga, estaba en pie. Para Natalia hay una correlación en los hechos: en ese período “la gente estaba muy paranoica, y esto probablemente haya sido un elemento que aportó a este desenlace tan terrible por pintar una pared”, sostuvo.

Con la voz en alto y, a la vez, quebrada, dijo que si Felipe hubiera sido “un chico que se quedaba tranquilo en su casa y ta, probablemente no le hubiera pasado esto”. Pero Felipe “era un chico inquieto, un chico comprometido con la sociedad, con sus amigos, muy solidario. En toda cosa popular que había te lo encontrabas militando y poniendo su arte al servicio”. Natalia considera que incluso hay elementos que pudieron haber contribuido a que su asesinato se concretara: “El hecho de ser joven y de tener ‘apariencia delictiva’, porque usaba gorrito y pantalones amplios, no usaba ropa de marca”.

Los ómnibus y autos se desvían como si supieran la razón por la que se marcha. Diego y Caroline tienen 14 años y también estaban ahí, caminando, en silencio. “No se encontró al responsable, y eso es importante. Felipe era un artista callejero que se manifestaba con sus grafitis”, dice Diego. Luego, Caroline agrega que, al igual que Plef, ellos son “jóvenes y estudiantes”, algo que “en algún sentido nos acerca”.

En medio de la multitud, una niña sostiene un cartel. “Justicia para Plef”, dice en el rectángulo de cartón, escrito en azul. Ya rodeando la Fiscalía, un megáfono se apodera de la esquina de Misiones y Cerrito. El texto que se narra es la introducción a una lista de firmas -recogidas en la plaza Matriz- para la fiscal del caso, Mirta Morales: “Confiamos en la Justicia y exhortamos al concreto avance de las acciones necesarias para que este crimen no quede impune y que los responsables, tanto el asesino como sus cómplices y encubridores, sean juzgados”. El principal sospechoso falleció en mayo del año pasado. La causa aún está abierta.

El vocero de la Fiscalía, Javier Benech, recibió las firmas en medio de aplausos y gritos: “¡Fascismo es fracasar!”, “¡Felipe Cabral, presente!”, se sentía. Al final hubo abrazos, lágrimas y murmullos, y luego las personas comenzaron a dispersarse.