Diego recuerda cuando de niño entraba al cuarto que compartían Felipe y su hermano Federico, y le revisaba los discos. De sus vueltas en skate y sus partidos de básquetbol en el Club Cordón. “Nacimos en 1989 con dos días de diferencia el uno del otro. Él un 7 de setiembre y yo el 9. Capaz que es por eso que nos parecemos tanto. De muy chico le decíamos ‘gato’, y siempre había gatos en su casa”, se anima uno de sus amigos más cercanos, suspendiendo su habitual reserva, en el párrafo más largo que decidirá compartir.

Guillermo (34) el más grande de los tres, vivió en el mismo edificio que Felipe, uno muy viejo de Magallanes y Paysandú. Recuerda a su amigo de muy pequeño y de adolescente: “Pintando la pared del patio de casa o de la plaza. Nos juntábamos los tres, traíamos música, y Plef se ponía a laburar en un grafiti. Después era contemplarlo y charlar por horas”.

Un sábado de febrero de 2019, Felipe Cabral fue asesinado en el barrio Punta Gorda mientras descansaba sobre un muro junto a su mochila luego de retocar uno de sus grafitis. A un año de su fallecimiento, su familia y sus amigos siguen pidiendo que la Justicia resuelva el caso.

Ese verano, algunos días antes de su partida, el artista y músico les quitó un rato a sus noches en la calle e hizo lo que otras veces: conectarse a internet, entrar a su canal de youtube Chef Plef y subir una nueva canción, “La marca de la bestia”, de Guillermo, aka P-Gal, de uno de sus compadres en Magia Negra, el grupo de rap que había formado con sus dos mejores amigos.

Febrero de 2020. De a poco, Guillermo y Diego tratan de que todo vuelva a la normalidad para seguir con sus vidas. Todavía les cuesta hablar de lo sucedido, aunque se iluminan cada vez que rememoran los momentos de los tres, sus descubrimientos y sus hazañas.

Para esta entrevista eligen, no casualmente, la Plaza de los Treinta y Tres. Cuenta la leyenda que cerca de allí, y acompañado por sus dos amigos, Felipe se animó a hacer su primer grafiti.

Las palomas, los desempleados, las jubiladas, los mismos recorridos de ómnibus, la gran sombra del edificio del banco estatal a un lado y la del cuartel de Bomberos al otro colaboran para que el escenario permanezca casi incambiado 20 años después.

Sus bermudas y sus championes también. Diego se deja los lentes negros puestos y nunca hablará demasiado. Guillermo ya tiene algunas marcas en el rostro y decidió decir algo hace muy poco.

En esta plaza del barrio Cordón los tres descubrieron el oficio del rap y el comienzo de una identidad artística compartida, para llamarse a sí mismos Magia Negra.

¿Cuál fue la primera vez que se vieron los tres?

Guille: Seguro que en algún cumpleaños de Felipe, o alguna vez que Felipe nos invitó a jugar a la casa. Diego tendría diez años y yo 14. En el 98, por ahí.

¿Quién arrimó al grupo el primer disco de rap?

Guille: Al principio nos manejábamos con casetes, que ya son una cosa prehistórica. Tener discos compactos era un lujo. Creo que fui yo, por la edad. Me acuerdo de que me robaban algún que otro casete. Sin mala intención, ¿no? Al otro día era “tomá, te lo devolvemos”. Yo también le robaba a mi hermano, o a mi cuñado. Discos de Cypress Hill, Control Machete, Public Enemy, y después nos llegó mucho la cultura hip hop, por las películas de la época, especialmente las de Tupac.

¿Los casetes grabados de discos?

Guille: Algunos originales, pocos, pero si no grabados de la radio. Eran pocas las que se la jugaban. Ya sabías más o menos los horarios en los que pasaban rap, era estar atento y rec. A veces te comías algún comentario del presentador y ya quedaba como parte del tema. Después con internet cambió todo, pero al principio era algo muy oculto, una cultura muy alternativa. Ahora está re popularizada. No había fiestas. Había dos o tres bandas que para armar algo se la tenían que ingeniar mucho. El público que había era muy poco.

Me cuesta acordarme de los espacios de rap en la radio.

Guille: La vieja Urbana FM tenía un programa [Street Beat], o tal vez eso fue un poco después.

Diego: Y estaban las radios comunitarias, que en ese momento resurgieron.

Guille: Sí, El Puente FM, Alternativa FM también. Nosotros para agarrar El Puente en el dial nos teníamos que ir hasta el Palacio Legislativo. Ahí estaba el programa Difusión limitada, con gente que tenía acceso a vinilos, iban a Buenos Aires, conseguían en las disquerías de acá. No era tan fácil en esa época hacerse con la música.

Además del rap, ¿qué otras cosas compartían en su niñez?

Diego González  y Guillermo Aguirre, integrantes de Magia Negra.

Diego González y Guillermo Aguirre, integrantes de Magia Negra.

Foto: Alessandro Maradei

Guille: Los juegos de moda eran la escondida, el qui quiri ya, que era como el policía-ladrón. Estaba buenísimo porque lo jugábamos como en cuatro manzanas. Y mucho deporte, principalmente fútbol. Donde nos juntábamos nosotros era piso de tierra y pedregullo. Diego después se metió en el básquetbol. Pero me acuerdo, por ejemplo, de romper una mesa que alguien tiró a la basura, sacarle las patas y jugar al béisbol. O una vez con Felipe, con una especie de palo de golf y una pelotita de ping pong hicimos un golf. No había celular ni aplicaciones. Como mucho, un Family Game.

¿Cuáles eran la vueltas de ustedes en el barrio, sus lugares de frecuencia?

Diego: Las canchas del IAVA. El callejón de la Universidad. Y acá, en esta plaza [de los Treinta y Tres] se juntaban los b-boys.

Guille: Llegó a ser un punto de encuentro importante para el hip hop.

¿Al principio los encuentros eran los domingos?

Guille: Creo que arrancamos una reunión un sábado, y después la gente adoptó el domingo porque le quedaba mejor. Pero era una cosa bien de los fines de semana. No sabría decirte si fuimos nosotros los primeros en juntarnos, pero creo que fue paralelo a que otra gente, que también estaba metida en el hip hop, se empezara a juntar acá. Y la plaza se transformó en un clásico de la época. La gente venía a bailar breakdance, a poner música, a hacer freestyle. Las primeras batallas de rap, que ahora son tan populares, se hicieron acá, en esta plaza. Con exponentes como el difunto R Loko, que llegó a representar a Uruguay en La Batalla de Gallos internacional. Este era como el gimnasio de entrenamiento de él, y de otros cuantos como nosotros, que siempre estábamos acá. Nos encantaba competir, siempre sanamente, nunca se picó. Creo que estos encuentros sirvieron mucho para lo que fue después la cultura hip hop en Uruguay. En ese momento no había otro lugar para encontrarse.

Así que hasta el día de hoy R Loko quedó como el mejor.

Guille: Es una leyenda del freestyle. A mí me tocó decirle “me ganaste”, y alguna vez también le gané. Me acuerdo de tocar con La Plaza, que era mi primer grupo, y de verlo a él con su grupo Catarsis.

El lunes a las 11.00, bajo la consigna “Contra la violencia y la injusticia”, amigos y compañeros de Felipe Cabral convocan a una marcha desde la plaza Matriz hasta la Fiscalía de Homicidios (Cerrito 431) “para un reclamo conjunto contra la impunidad”.

¿Vos Diego, te acordas de tu primer intento en el freestyle?

Diego: Y debe haber sido acá con los gurises, tomando algún vino o algo.

Guille: Diego era un transgresor, se metió en esto de chico. Nosotros ya teníamos 18, 20, 25, y él tenía 14, se metía en la ronda y ta, era uno más. Tenía sus rimas el loco, me acuerdo clarito.

Una vuelta que teníamos era arrancar de acá los sábados y caminar por 18 de Julio haciendo freestyle hasta llegar a Ciudad Vieja, en una parte de boliches que en el 2000 estaba como de onda. Hacíamos otro rato ahí y volvíamos rapeando de vuelta por 18 para acá. Mucha gente nos quedaban mirando, como ¿qué es esto?; iban a bailar cumbia pero no tenían ni idea de nuestra cultura. Éramos los bichos raros, vestidos con ropa ancha.

Diego, ¿cuáles fueron tus grupos favoritos de siempre?

Diego: No siempre fueron los mismos. Hay cosas que me gustaban que ahora no me gustan para nada. Pitbull, por ejemplo, me enganchó más por los videos que por lo que pudiera decir. Siempre me gustó Tupac, de chico escuchaba El Peyote Asesino, Molotov, también.

¿Guille?

Guille: The Lox, Cypress Hill, ya dije. Yo soy más de la onda chicana.

Cada vez que escucho algún material de ustedes siempre me recuerdan a Wu Tang Clan y a Mobb Deep.

Guille: Sí, claro. Wu Tang, cómo no nombrarlo. Siempre fui muy fan de Method Man y Ghostface Killah. Y Mobb Deep estaba en la banda de sonido de la película de Eminem (8 Mile) y lo curtimos mucho.

¿Ahora que están escuchando?

Guille: Ahora, por ejemplo, estamos escuchando al papá de Felipe (el músico Mario Chichito Cabral).

Diego: Lo redescubrimos.

Guille: Los discos de Tótem, El Kinto. Tengo mil anécdotas de Chichito. El loco siempre fue un gran amante de las plantas. Por eso Felipe era un férreo defensor del medioambiente. Se tomaba su tiempo, con su mate, y regaba todas las plantas del cantero del edificio donde vivimos. Las deshojaba una por una, a las que estaban feas les sacaba algún bichito, todos los días. Podía pasarse dos o tres o horas en eso, pero el cantero quedaba precioso.

En Magia Negra el barrio Cordón Norte está muy presente, en las letras, en el mensaje. Es el barrio donde se criaron y donde viven, pero ¿cómo es esa conexión?

Guille: Yo te diría que siempre fuimos hinchas de Club Cordón.

Diego: Sí, el club nos marcó bastante.

Guille: En los 90 Cordón salió como seis veces seguidas campeón, y eso yo lo viví. En mi edificio vivía uno de sus dirigentes [Ernesto Barbosa], y en otro apartamento vivía el Toto Badaracco, un muchacho a quien mi abuela quiso como a un hijo, y que pasaba mucho en casa. Le llegamos a dedicar un tema. El loco se terminó haciendo punga y tuvo una vida re vertiginosa. Sabía hablar en inglés, y cuando venían los jugadores norteamericanos al club, oficiaba de traductor y además les daba hospedaje. Mi casa queda en la planta baja, pero la ventana está como a dos metros y medio de altura. Me acuerdo de ver a los jugadores pararse en puntas de pie, asomar la cabeza por la ventana y empezar a llamarlo: “Toto, Toto”. Eso te marca, es el club de tu barrio. Se te van pegando los colores y, sin que te des cuenta, se transforma en una pasión. El basquetbol es mucho más íntimo que otros deportes. Son tus vecinos los que están ahí.

¿Qué tiene de diferente Cordón a otros barrios?

Guille: Tiene una onda bohemia, pero también céntrica. Partes muy pobres y de mucha plata. Negocios muy lujosos y otros que hace 30 años que están abiertos y se le cae la pintura de las paredes. Hay muchos inmigrantes, dominicanos, puertorriqueños, cubanos.

Y de un tiempo a esta parte, además, el barrio ha adquirido una identidad antifascista con la que estamos en total sintonía. Un poco tiene que ver el Centro Social Cordón Norte, que es la gente de la organización La Solidaria. Con Magia Negra nos acercamos ahí porque ellos tomaron la bandera antifascista. Son anarquistas y nosotros más tirando a socialistas, comunistas, pero nos recibieron, nos invitaron a tocar en un evento. Así que bien de bien. A mí me da mucho orgullo decir “Cordón barrio antiautoritario”.

Naturalmente, en varios momentos ya mencionaron a Felipe. Era uno de sus mejores amigos, y sé que tenían una cercanía permanente, por el barrio, la escuela, desde niños. Pero ¿qué tenía de diferente a otros amigos? ¿Por qué pegaron onda con él?

Magallanes esquina Gaboto.

Magallanes esquina Gaboto.

Foto: Andrés Cuenca

Guille: Pasa que Felipe era especial. Sabía escuchar. Se adaptaba al plan que vos tuvieras para él. Le decías “¿–Vamos a jugar a la pelota? –Vamos”, te decía; “–¿Vamos a jugar al ping pong –Vamos” “–¿Al ajedrez? –Vamos”. Era el compañero infalible, y era un gran estudiante, una esponja. Aprendía todo. Le hacías el jaque mate pastor una vez. A la siguiente ya no, ¿entendés? Rápidamente se ponía a tu nivel en lo que fuera, incluso siendo más chico. Y así pasó en el rap, también. Lo que a mí me llevó diez, 15 años de práctica en desarrollar, él en cinco años ya lo había asimilado. Era muy talentoso, y muy buen amigo. Tenía valores ejemplares: amistad, solidaridad, era austero.

Diego: Podías confiar en él.

Guille: Sí, ciegamente. Y a su vez, era muy inocente, muy ingenuo en algunas cosas. Tenía esa alma de niño que mantuvo toda su vida. Siempre trataba de tener una visión positiva de las cosas. Y eso llama. Te hacés amigo de gente así enseguida. Y más cuando nuestros padres también eran amigos.

Últimamente se los nota especialmente motivados con el proyecto Magia Negra, de nuevo.

Guille: Sí, la idea es tocar bastante. Tenemos algunos integrantes nuevos. Siempre fuimos un poco cerrados. Estábamos bien los tres, pero bueno, Felipe partió, y fue un golpe muy fuerte para nosotros, desde el punto de vista personal pero también artístico. Era una parte fundamental del grupo. Yo estuve dos meses sin escribir, y pasó que otros amigos de Felipe nos dieron fuerza, nos motivaron para retomar el proyecto, y los terminamos invitando a sumarse. Ahora los tres MC somos Diego [Carnal], Barfly y yo [P-Gal], está León, que es poeta y guitarrista, y también rapea un poco, y DJ ojosfinos en los platos. Son muchas cosas que nos unen, y ahora somos todos la misma banda.

¿Qué tipo de rapero era Plef?

Diego: Versátil, transgresor.

Guille: Me sacaste la palabra. No le gustaban los límites. Vos le decías: “No podés rapear acá. Es un merengue con una fusión de candombe...”, y él te decía: “Dale, bo, poné la pista”. Y quedabas de cara, porque al final tenía razón, se podía. Tenía el talento de encontrar el ritmo donde no estás acostumbrado a encontrarlo. En cualquier momento iba a empezar a rapear cumbias. No se encasillaba. También en el grafiti trataba de llevar su arte a lugares impensados.

¿Qué piensan que pasó con Felipe?

Guille: Sobre el caso concreto tengo miles de hipótesis. No sé si hubo una premeditación, pero sí creo que fue un acto de odio. No sé si hubo un motivo específico atrás. Los vecinos ya lo habían visto pintar, y sabían quién era. No hubo un peritaje, un estudio científico. Fue todo medio raro.

Diego: Y cuando la familia quiso reconocer el cuerpo hubo problemas administrativos. Nos sentimos medio paseados. Hay muchas cosas que no cuadran.

Guille: Por eso mismo estamos organizando una marcha, el lunes 17, para pedir explicaciones por estas cosas que no cierran. Es una marcha pacífica. Vamos hasta la Fiscalía para hablar con la fiscal Mirta Morales, para demostrar que hay mucha gente que no está conforme con lo que está pasando. No puede venir cualquiera a pegarle un tiro en la cabeza a alguien, y que quede impune y libre. El día de mañana lo puede volver a hacer. Ya sabemos que nos nos van a devolver a Felipe con nada de lo que hagamos, pero yo siento que si él hubiera estado en mi lugar, estaría dando una lucha terrible por la verdad y la justicia.