En las últimas semanas, a iniciativa del senador blanco Sergio Botana y el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, se retomó la discusión sobre el límite de alcohol en sangre para conducir. La ley vigente desde 2015 marca la tolerancia cero, pero Botana presentó un proyecto de ley para elevar el límite a 0,3 gramos de alcohol en sangre. En sus declaraciones, habló de que la medida busca apoyar a la industria nacional del vino; sin embargo, esto fue rechazado por la directora de una de las principales bodegas del país.

“Me rechina y molesta bastante que nos pongan a las bodegas de escudo. Hay muchas otras formas de ayudar a la vitivinicultura, con medidas más importantes”, dijo Virginia Moreira, fundadora y directora de la bodega H. Stagnari. Si bien aclaró, entrevistada por la radio Universal, que apoya rever la tolerancia cero, sostuvo que “molesta de la propuesta de Botana que diga que busca apoyar a la vitivinicultura, que nos ponga de escudo para eso”.

Según su opinión, elevar el mínimo de alcohol en sangre para conducir favorecería, más que a los bodegueros, a quienes comercializan whisky y “a las cervecerías”. Moreira planteó que sería más adecuado “proteger a la industria y a los vinos nacionales, y declarar el vino como bebida nacional”. Advirtió que ante la relación cambiaria que existe entre Uruguay y los países de la región, habrá ingresos “de muchísimos vinos” importados “a valores que nosotros no podríamos competir”.

En declaraciones a Subrayado en enero, Botana dijo que el proyecto de ley que presentó —que incluye, entre otras medidas, la eliminación de la tolerancia cero a conductores— busca “la transformación y mejora de un sector clave en la industria nacional como es el sector vitivinícola”. En ese sentido, plantea elevar “el consumo a través de la eliminación de esta prohibición [de ingesta de alcohol en conductores] que no ha tenido impacto positivo sobre lo que significa el tránsito como riesgo de vida o de lesiones graves”.

La directora de la bodega H. Stagnari apoyó elevar el mínimo de alcohol permitido a conductores, porque “casi todos los países del mundo” tienen límites entre 0,2 y 0,8 gramos. En los últimos días, se pronunciaron en contra de modificar la tolerancia cero el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, y la vicepresidenta Beatriz Argimón.